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La primera respuesta de Sanguinetti a Gelman

El presidente del Uruguay contestó el pedido que el poeta publicó en Página/12 para que cumpla su palabra de investigar la desaparición de su nuera y de un nieto nacido en cautiverio.

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t.gif (862 bytes)  El presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, finalmente respondió. A casi un mes de que Página/12 publicara la carta abierta en la que el escritor Juan Gelman le pedía que cumpliera con su compromiso de investigar la desaparición de su nuera y de su nieto –que, según supo el poeta, nació en Montevideo luego de que su nuera fuera trasladada a Uruguay en un típico operativo del Plan Cóndor–, Sanguinetti escribió una respuesta. En la contestación, que se reproduce entera en esta página, el presidente uruguayo le dice a Gelman que intentó e intentará ayudarlo en su búsqueda, pero sostiene que “nadie en el mundo tiene la capacidad de milagro de aclarar algo tan difícil con sólo una orden”. Sanguinetti responde luego de que este diario publicara cartas abiertas de Chico Buarque, Fito Páez, Eric Hobsbawm, José Saramago y de un grupo de escritores mexicanos apoyando el reclamo del poeta. Hoy sumaron su apoyo Joan Manuel Serrat y René Favaloro, cuyas cartas publicamos en la contratapa. Gelman publicó su carta el diez de octubre. A partir de ahí, empezaron a llover las adhesiones, que tomaron la forma de otras cartas abiertas. El primero en escribir fue el portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura. “Ayude a Juan Gelman, ayude a la Justicia, ayude a los muertos, ayude a los torturados y a los secuestrados. Ayudando a los vivos que los lloran y los buscan, ayúdese a sí mismo, ayude al nieto desaparecido que no tiene, pero que podría tener”, le pedía a Sanguinetti. Después se sumó el historiador Eric Hobsbawm. “He visto la carta que el señor Gelman a usted le escribiera. Apoyo su demanda, no porque sea poeta, uno de los más importantes de América latina, sino porque me convence de que su pregunta debe ser contestada”, decía.A su turno, el cantautor y novelista Chico Buarque escribió: “Insisto en imaginar que, gracias al empeño personal del presidente de la República del Uruguay, Juan Gelman podría conocer el destino de su nuera y, finalmente, tener noticias del hijo o hija de su hijo muerto. Y que a ese o esa joven, hoy de 23 años, tal vez le fuera dado el derecho a conocer a un abuelo poeta”. Y el músico Fito Páez pedía: “Hágame el favor, devuelva la luz a la casa de Juan. Dicen que usted puede, que se lo prometió”. Pero las adhesiones no fueron sólo cartas. También hubo comunicados de apoyo, como el de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, el de las Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y el del Movimiento sindical uruguayo PIT/CNT.Como anunció el viernes, Sanguinetti respondió. Esta vez, antes de los previsto, ya que había anunciado su respuesta recién para la próxima semana. Cuando lo supo, Gelman se mostró escéptico ante el anuncio del presidente saliente y esperanzado frente a la promesa del candidato socialista Tabaré Vázquez, quien se comprometió a ayudarlo. “Si Sanguinetti contesta, le pregunto qué va a contestar. ¿Se va a hacer eco de la petición de centenares de artistas (...) en el sentido de conocer real y verdaderamente qué pasó con mi nuera o mi nieto o nieta, o va a aceptar lo dicho el miércoles por el jefe del Ejército, quien declaró que en el Uruguay el tema de los Derechos Humanos está cerrado?” En los próximos días, Gelman publicará en este diario su reacción a la primera respuesta de Sanguinetti.

 

La carta del presidente de Uruguay a Juan Gelman

Montevideo 5 de noviembre de 1999
Sr. Juan Gelman
Presente

De mi consideración:En junio de este año recibí del secretario de la Presidencia de la República, Dr. Elías Bluth, su pedido de ayuda. Como él le informó, lo tomé con todo el respeto y el interés humano con que se puede acoger un pedido de esta naturaleza. Usted manifestó entonces que su única preocupación era recuperar a su nieto, evitando que la difusión pública del caso pudiera frustrar el esfuerzo. Es así que requerí se realizara una discreta averiguación sobre la posibilidad de que –como señala su denuncia– su nuera, capturada en Argentina, hubiera sido conducida a Uruguay. Y obviamente, sobre el eventual paradero de un nieto suyo que pudiera haber nacido aquí, en tiempos del gobierno de facto. En territorio uruguayo no se han denunciado casos de pérdida de identidad de menores como los que han ocurrido en Argentina. Los menores hijos de uruguayos que se han denunciado en esta situación han sido todos ellos víctimas de circunstancias que tuvieron su escenario en territorio argentino. El caso de su nuera sería, entonces, una completa excepción.Dispuse esa discreta averiguación en base a las indicaciones que usted hizo. Hasta el 10 de octubre, momento en que usted hizo público en el Uruguay y en el exterior su gestión ante mí, no había surgido ningún dato que permitiera confirmar la presencia de su nuera en el país. Pese a que el tema de los ciudadanos que fueron traídos a Uruguay desde Automotores Orletti ha sido exhaustivamente ventilado en varias ocasiones, tanto por la Comisión Investigadora del Parlamento como en tribunales civiles, en los que se decidió pagar indemnizaciones de centenares de miles de dólares a varias de las personas que sufrieron esa situación y traslado. Hemos examinado todas esas copiosas actuaciones sin que aparezca algún indicio adicional sobre su nuera. Se ha ido más allá, pero sin resultado alguno, estimándose en principio que su nuera no fue traída a Uruguay.Estamos hablando de hechos ocurridos hace 24 años. Quienes eventualmente podrían brindar algún dato fidedigno son personas que en su inmensa mayoría ya no están sometidas a jerarquía militar ni a la autoridad del Estado uruguayo. Y que en muchos casos murieron o son ancianos. No existen sobre estos temas nuevos registros en los que sea posible buscar, como lo intentamos en los archivos del Hospital Militar, sin lograr ningún resultado. Puedo tener el mejor ánimo, pero ni yo ni nadie en el mundo tiene la capacidad de milagro de aclarar algo tan difícil con sólo una orden.Ninguna investigación formal –como la que se hizo en aplicación del artículo 4 de de nuestra Ley de Caducidad– arrojó resultados positivos. En un plano más general –relacionado con los treinta y tantos desaparecidos que hubo en territorio uruguayo– un obispo ofreció hace algunos meses la oportunidad de que una aclaración tuviera el amparo de la la tradición eclesiástica del “secreto de confesión”. Tampoco esa oferta arrojó resultados.En lo personal, sintiendo con una profunda convicción que uno de los más grandes aportes que he intentado hacer en mi vida política ha sido pacificar el país y restañar todas las heridas de la violencia política que pudieran restañarse, deseo fervientemente que llegue algún día en que los familiares de las víctimas encuentren la información que reclaman y se dé un paso más para cerrar este triste capítulo de nuestra historia.En resumen, señor, con toda buena fe he intentado ayudarlo en su búsqueda. Y el resultado ha sido que, en plena campaña electoral, usted alimentó hasta el cansancio un esfuerzo para presentarme como indiferente o insensible a reclamos humanitarios. Con eso usted no les ha hecho nada aquienes le arrebataron a su nieto, se ha alejado de la meta ansiada y en cambio le ha hecho daño a un demócrata, a alguien que por muchos años se ha esforzado por reparar los daños que la violencia política causó en Uruguay. En 1976, cuando presuntamente ocurrieron los hechos que usted denuncia, yo era un político proscrito, privado de todos mis derechos y un periodista que tenía prohibido escribir, y se ganaba la vida como podía.Espero que la vida le devuelva a su nieto lo antes posible. Se lo dice alguien que jamás le hizo daño a usted o a su familia, se lo dice alguien que jamás empuñó un arma para imponerle a alguien sus propias ideas y que jamás practicó ningún modo de la violencia política. Se lo dice alguien que ha jugado todo lo que es para garantizarle paz a un país que así lo ha reconocido llevándolo dos veces a la Presidencia de la República. Después de 24 años sin reclamar nada a una autoridad uruguaya, usted me dio 129 días para intentar ayudarlo, pidió un milagro y cerró el plazo 20 días antes de unas apasionadas elecciones, en que el tema se ha explotado hasta el cansancio, cercenando cualquier posibilidad que hubiera de encontrar alguna discreta noticia o confesión.Sepa, simplemente, que intenté ayudarlo. Y que si está a mi alcance no dejaré de hacerlo, pese a todo.Lo saluda,Julio María Sanguinetti

 

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