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REPORTAJE A URSULA OWEN, DEL “INDEX ON CENSORSHIP”
“Claro que todavía hay censura”

 


Por Andrew Graham-Yooll *
t.gif (862 bytes)  Pese a ser un producto de la Guerra Fría, la sobrevivió. También duró más que el Muro, como para demostrar al mundo que la censura existe bajo todos los sistemas. La revista Index on Censorship (Indice de la Censura) sigue publicándose en Londres seis veces por año, ahora bajo la dirección de Ursula Owen, una inglesa nombrada en el cargo en 1993 y que antes fuera una de las fundadoras de la editorial feminista Virago Press.
Según Owen, “la censura aún abunda, en muchas formas.” Antes de 1989 en Europa y Estados Unidos “se pensaba que el imperio soviético era sinónimo de censura. Pero luego esa misma gente se fue despertando al hecho de que la censura está en muchas partes, en la noticia cultural, en el secretismo y la corrupción del mundo deportivo, en los conglomerados empresarios y la concentración de medios que abarcan desde los más grandes matutinos hasta una muy pequeña editorial”.
Como prueba del interés que despierta la revista, Owen dice que se ha triplicado la circulación,na34di04.gif (34516 bytes) que incluye unas nueve mil suscripciones y una distribución subsidiada por fundaciones auspiciantes. “En el mercado tan desarrollado que es el de Europa hay mucho interés en lo que sucede y se hace en China, Burma o Turquía. Claro, es difícil transmitir el mensaje de que todavía hay censura. Era mucho mas fácil durante la Guerra Fría, cuando abundaba la información (y la propaganda) sobre los pecados de las superpotencias y sus clientes,” explicó Owen en sus oficinas en Islington, al norte de Londres.
Index on Censorship apareció por primera vez a fines de 1972. Su primer director fue Michael Scammell, sovietólogo, autor de biografías de Solzhenitsyn y de Arthur Koestler. La preparación de la revista había sido larga y tortuosa. Partía, en primera instancia, de una carta del matemático ruso Pavel Litvinov publicada hacia fines de los años sesenta en The Times de Londres. La carta, escrita y enviada por mano meses antes de ser publicada, apelaba a quien pudiera interesarle a que denunciara el falso proceso por subversión, en 1966, de los escritores Yuri Daniels y Andrei Sinyavsky (cuyo seudónimo era Abram Tertz), en Moscú. Ambos habían sido detenidos en setiembre de 1965. El juicio se convirtió en un caso clásico para la propaganda antisoviética de Occidente, y una causa de preocupación para grupos intelectuales europeos.
La carta de Litvinov fue recogida por un grupo de “grandes apellidos” de la intelectualidad europea, entre ellos el poeta Stephen Spender, la novelista Mary MacCarthy, el músico Igor Stravinsky, el poeta W. H. Auden y otras personalidades.
Juntos lograron interesar a varias fundaciones, entre ellas la Fundación Ford, para que financiaran una revista que publicara textos prohibidos detrás de “la cortina de hierro” y noticias de la censura en el mundo, aunque principalmente Europa Central. El primer número, en 1972, apareció dedicado a ese campo. Pero para el número dos, en 1973, ya se incluía el primer texto largo sobre la situación en la Argentina.
Luego de la caída del Muro, la Fundación Ford arguyó que ya no era necesaria una publicación como Index on Censorship, aunque continuó su apoyo hasta 1992. George Soros, que había apoyado la revista durante siete años, también se hizo eco del argumento del “fin de la censura”. La revista buscó otras fuentes de apoyo y siguió adelante.
“Desde entonces ha cambiado totalmente la opinión de la gente,” explica Owen. “Es alentador ver el interés en los casos de censura actuales por parte de la juventud. Tenemos que ver el efecto de los nuevos nacionalismos, entender que en Rusia hay problemas nuevos, que son censurados: la pobreza, el fracaso de la educación, la gente que duerme en las calles. Publicamos una versión de Index en ruso”. “Queremos seguir siendo la voz de los que no son escuchados ni leídos, igual que lo fue Index on Censorship en sus comienzos, pero frente a los problemas de hoy.”

* Andrew Graham-Yooll fue director de Index on Censorship entre 1989 y 1993.

 


Una oportunidad perdida

Por Timothy Garton Ash *.

Cuando cayó la Cortina de Hierro que separaba a Europa en dos, la Unión Europea adoptó una resolución a mi parecer desacertada. En el Tratado de Maastricht se acordó la introducción de la Unión Económica y Monetaria Europea para el 1º de enero de 1999. La consecución de este proyecto, tan difícil como arriesgado, supuso de hecho un descuido de las extraordinarias oportunidades que ofrecía y también de los riesgos que entrañaba, el fin del comunismo. Los europeos parecíamos los habitantes de una casa en la que habíamos vivido por cuarenta años separados por un muro. En la mitad occidental de la casa habíamos realizado muchas reformas y modernizaciones, habíamos pintado las paredes, instalado cables y cañerías nuevas, mientras que la parte oriental se deterioraba incesantemente. Entonces cayó el Muro. ¿Qué hicieron los políticos? No se les ocurrió otra cosa que pensar que la mitad occidental necesitaba de un nuevo y moderno sistema de aire acondicionado asistido por computadora. Mientras que los europeos occidentales discutíamos los detalles técnicos de las nuevas instalaciones, la otra parte de la casa se derrumbaba definitivamente y se registraban los primeros focos de incendio. Mientras dábamos las últimas pinceladas a las cláusulas de Maastricht, Sarajevo se incendiaba. Para usar la jerga burocrática de Bruselas, dimos prioridad a la profundización en detrimento de la ampliación de la Unión. Postergamos la adhesión de las nuevas democracias en Europa central y oriental, hasta que perdieron las esperanzas. Fracasamos en la política exterior común, hasta en nuestro “patio trasero”, Yugoslavia, por lo que Estados Unidos tuvo que intervenir.

* Historiador y autor británico, especializado en Europa oriental.


OPINION

El fracaso del capitalismo

Por Patricio Echegaray *

La caída del Muro de Berlín fue un fenómeno de enorme repercusión negativa para toda la cultura progresista y revolucionaria del planeta. Fue el comienzo de la derrota del llamado socialismo real, que culminó en 1991 con la desarticulación de la URSS y la clausura de la experiencia abierta por Lenin y los bolcheviques en 1917. Este acontecimiento que sumió a la izquierda y a los sectores progresistas en una situación de derrota y desorientación constituyó en realidad el fin de la Guerra Fría que, en verdad, fue una tercera guerra mundial librada por vías ideológicas y económicas a través de los medios de comunicación y la carrera militar. Estas vías fueron los instrumentos principales del imperialismo norteamericano para desestabilizar las construcciones socialistas, a lo cual hay que sumar importantes limitaciones y errores de estos proyectos. La caída del Muro consagró el éxito de la contrarrevolución conservadora encabezada por Reagan y Thatcher, el fin del mundo bipolar, y la consagración de una fuerte hegemonía capitalista norteamericana con su modelo económico neoliberal con hiperconcentración, hiperexclusión e hiperespeculación. Consagró un nuevo modelo de dominación, donde se combinan la manipulación de la subjetividad humana en base a las manufacturas del consenso, junto al brutal intervencionismo militar de Estados Unidos en cualquier lugar del planeta donde se vean afectados sus intereses coyunturales o estratégicos. A diez años de aquellos sucesos, sin duda el mundo resultante es más injusto, más inseguro, con más problemas y menos esperanza. Cunde la crisis económica con depresión, inflación y recesión. La cifra de hambrientos, según la Unesco, ha trepado a 800 millones, 1000 millones de analfabetos, 4000 millones de pobres, 250 millones de niños que trabajan regularmente, 130 millones de niños sin acceso a ninguna educación, 100 millones de personas que viven en la calle, 11 millones de menores de 5 años que mueren cada año por desnutrición, pobreza y enfermedades prevenibles o curables. Se produce un crecimiento constante de las diferencias entre ricos y pobres: las 250 personas más ricas del mundo tienen ingresos equivalentes al 50 por ciento de la humanidad de menores ingresos (3000 millones de personas). A todo esto hay que sumar los problemas ecológicos: destrucción despiadada de la naturaleza. Estamos ante un enorme fracaso del capitalismo y de su modelo más maduro, el neoliberal.

* Secretario general del Partido Comunista argentino.

 

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