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Las piedras en el camino de la cuenta regresiva para Palestina

Las últimas negociaciones para llegar a un Estado Palestino empezaron ayer. Pero las ideas israelíes difieren de las palestinas.

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El País
de Madrid

Por Ferrán Sales
Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes)  Israelíes y palestinos iniciaron ayer oficialmente, en la ciudad autónoma de Ramala en Cisjordania, las últimas negociaciones del proceso de paz. Las declaraciones protocolarias de los responsables de los dos equipos al abrir las conversaciones pusieron en evidencia que se parte de posiciones diametralmente opuestas, lo que hace presuponer las transacciones más duras y difíciles de estos últimos seis años. Sobre la mesa, pendientes de debate y resolución, se encuentran el futuro Estado de Palestina, el estatuto definitivo para Jerusalén, los problemas del agua, de los 150 asentamientos y los tres millones y medio de refugiados palestinos, que reclaman, como en su día lo hicieron los judíos, "el derecho al retorno".

"Venimos aquí con un objetivo para el futuro. Un objetivo sincero que enfoca el fin verdadero de un conflicto, que dura desde hace un siglo", aseguró ayer el ministro palestino de Comunicación, Yaser Abed Rabbo, en el acto de apertura de las negociaciones finales. Reivindicó además el derecho de los palestinos a constituir su propio Estado, junto al de Israel, para que las dos comunidades "vivan en paz en el interior de sus fronteras reconocidas, seguras y abiertas".

Esta fórmula aparentemente protocolaria utilizada por el responsable del equipo negociador palestino en la apertura de las negociaciones supuso ya de entrada una rotunda descalificación a la propuesta de los israelíes, que en las últimas semanas están planteando la necesidad de construir un muro kilométrico y electrificado entre las dos comunidades, abierto sólo a través de pasos seguros y vigilados.

Las distancias entre palestinos e israelíes se hicieron más ostensibles minutos después, cuando en el mismo acto los representantes israelíes, encabezados por el embajador Oded Eran, anunciaron que utilizarían como punto de referencia para la negociación la resolución 242 de las Naciones Unidas, dictada el 22 noviembre de 1967, después de la Guerra de los Seis Días, en la que se conminó de forma aparentemente ambigua a Israel a retirarse de los territorios ocupados. "La 242 está aceptada como base de negociación, aunque es evidente que la parte palestina tiene su propia interpretación y nosotros la nuestra", alertó el embajador Eran, reafirmándose así en la conocida postura sionista por la que la orden de la ONU no atañe a los territorios de Cisjordania y Gaza, obviando el preámbulo de la citada resolución en el que se señala de manera textual "la inadmisibilidad de la adquisición del territorio por la guerra".

La sesión de ayer de Ramala, que duró poco menos de dos horas, tuvo como principal objetivo analizar y resolver algunos problemas estructurales de los equipos negociadores y acabar de pulir un calendario del que se empezó a hablar la semana pasada en la cumbre de Oslo. Los dos equipos volverán a encontrarse en el mismo escenario --Gran Hotel Park de Ramala-- el próximo jueves, para proseguir la semana próxima las negociaciones, esta vez en territorio israelí.

Los observadores políticos aseguran, sin embargo, que las verdaderas negociaciones finales del proceso de paz las efectuarán directamente el presidente palestino Yasser Arafat y el primer ministro Ehud Barak, en un marco diferente al de Ramala. Esta hipótesis se ha reafirmado en las últimas horas después de que se anunciara un encuentro inesperado entre Arafat y Barak, en París, donde los dos se han desplazado para asistir a la cumbre de la Internacional Socialista. Como si no faltara nadie para la cita de París, se encuentra también en la capital francesa el presidente egipcio Hosni Mubarak, el eterno mediador del proceso de paz en Cercano Oriente. Mubarak permanece desde hace una semana internado en un hospital parisino, aquejado de una infección en el oído.

 

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