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Tórtolos
Por Antonio Dal Masetto

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t.gif (862 bytes) Manso atardecer en el bar. Con el Gallego discurrimos sobre el sentimiento amoroso. El me dispara con Ovidio, yo le retruco con Stendhal y en tan dulce menester transcurre plácido el tiempo. Un tipo que bebe solo nos interrumpe:

--No pude dejar de oír la conversación, estoy pasando por una situación que me tiene muy confundido, quisiera escuchar la opinión de dos expertos como ustedes.

--Usted dirá, señor, estamos a su disposición.

--La cuestión es así: mi mujer, mi cuñada y yo estamos mirando TV, entra corriendo Carina, mi hija de trece años, y nos dice: "¿Saben que la abuela tiene novio?". "¿De dónde sacaste semejante disparate?", decimos. "Estaba transando con don Gregorio, el papá del quiosquero de la otra cuadra." "¿Cómo transando?" "Sí, se estaban besando en la plaza."

--¿Y usted qué hizo?

--Apagué el televisor y le dije: "Vos estás viendo visiones, mi madre jamás haría una cosa así". "Te digo que la vi, mirá si no la voy a reconocer a mi abuela."

--Discúlpenos, ¿qué edad tiene su señora mamá?

--Setenta y nueve.

--¿Y el señor don Gregorio?

--El atorrante ése tiene ochenta. Me corrió un sudor frío por la espina dorsal, miré la foto de mi difunto padre y pensé: lo único que me queda es asesinar a Gregorio, matar a mi madre y suicidarme --dice el confundido con voz de don Vito Corleone.

--Tómelo con calma, amigo.

--Se estaba hablando de mi mamá, la que me sigue llamando todos los días para decirme: nene, Toto, mi cielo, ¿te estás alimentando bien?, abrigate que hace frío, acordate que sos delicado de los bronquios, ponete la bufanda que te tejió tu mami --dice el confundido, ahora con la vocecita que debió tener a los seis años.

--¿Y su señora esposa qué opinó?

--Me dijo: "Toto, cuántas veces te tengo que repetir que tu madre es una persona muy mayor y que hace rato debería estar en un hogar para la tercera edad. Nos evitaríamos estos escándalos".

--¿Y usted qué le contestó?

--Vos sos una demente, mi madre es mi madre, la que me dio la vida, la que veló mi sueño y consoló mi llanto, la que me cuidó en la enfermedad y me acompañó en las primeras alegrías, sólo pasando sobre mis despojos la van a llevar a un geriátrico --ahora con voz de personaje de Sófocles.

--¿Y su mujer qué le contestó?

--Buscó alianza con su hermana, que hace cuatro años que está divorciada, no consigue novio y se la pasa quejándose de que ya no hay hombres, y me dijo: "¿Con qué cara vamos a caminar por el barrio, señaladas por todo el mundo?".

--¿Y su cuñada qué opinó del noviazgo de su señora mamá?

--Dijo: "Tengo cuarenta años, estoy en la flor de la edad, soy hermosa, no encuentro un Fulano ni para que me invite al cine los miércoles, con la entrada a mitad de precio. Ni hablar de ir a cenar o a bailar. Y esta vieja loca estira la mano y consigue tipos. Este es el mundo del revés".

--¿Y usted qué le contestó a la divorciada?

--Cuando hablás de mi madre limpiate la boca, ella es una señora muy respetable y, si evaluamos juiciosamente la situación, la persona que eligió es un caballero bien serio. Lo tuyo es envidia y resentimiento --con voz de notario.

--¿Y las dos señoras qué contestaron?

--Que yo era cómplice de esos devaneos, que con mi actitud estaba fomentando lo que ocurría. Yo no fomento un carajo. Justo a mí acusarme de cómplice. Todo el que me conoce sabe que soy un tipo de ley --con voz de tanguero de la vieja guardia.

--¿Y su chiquita qué actitud tomó?

--La nena me dijo: "Papá, ponete de acuerdo, ¿estás o no estás contento que la abuela esté enamorada?, siempre me enseñaste que la inteligencia y el amor son las dos cosas más importantes en la vida".

--¿Y usted qué le contestó a la criatura?

--Se me vinieron encima todas las contradicciones: por un lado mi mamá tiene derecho a hacer lo que se le dé la gana, por otro lado me siento un hijo abandonado, por otro me da bronca que mi mujer que es una excelente compañera no se lleve bien con mi vieja, por otro mi cuñada es nada más que una pobre mina que tuvo mala suerte de casarse con un tarado y finalmente yo soy el hijo de mi padre y debo proteger su memoria. Así que miré a mi hija y me pregunté: ¿Qué hago, le doy un bife o la abrazo?

--¿Y qué hizo?

--Nada. En ese momento entró mi mamá, hecha un pimpollo, traía un bolso. Nos dio un beso a cada uno y nos avisó que se iba unos días a las Termas de Río Hondo con don Gregorio. ¿Qué opinan los expertos?

--Que la vida insiste --decimos a dúo el Gallego y yo.


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