Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

 

El titular de la AFIP dijo que no denunció al carapintada “ni tenemos ninguna evidencia”. Pero sus sabuesos investigan a su ex socio, Santiago Cúneo, creador de la cámara de estacioneros sospechada de adulteraciones.

El titular de la AFIP, Carlos Silvani, no se metió en la polémica.
Dijo que no denucnió penalmente a Rico. Pero investiga a su socio.

Silvani no hizo cargos contra Rico, por ahora

na04fo01.jpg (10603 bytes)


Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Después de confirmar que las maniobras de evasión, contrabando y adulteración de combustible llegan a los 600 millones de dólares, que hay 33 denuncias penales y que otras 30 están en camino, Carlos Silvani respondió a lo que todos querían saber: “No hemos denunciado a Aldo Rico ni tenemos ninguna evidencia”, sostuvo ayer. El titular de la AFIP evitó así involucrarse en la controversia política surgida alrededor del futuro ministro de Seguridad bonaerense y sus negocios petroleros. Lo cierto es que el socio de Rico, Santiago Cúneo, es quien creó y presidió la Cámara de Estaciones de Servicio Blancas, CEBRA, “a través de la cual –confiaron los encargados de la pesquisa– se comercializaba el 80 por ciento de las naftas truchas”. Ese capítulo sí está siendo envestigado por la AFIP.
Ayer, el titular de la AFIP explicó algunos de los mecanismos que las petroleras utilizaban para evadir impuestos. La gran mayoría estiraba la nafta agregándole distintos solventes, en un ilícito que es prácticamente ganancia pura: como las naftas tienen una carga impositiva equivalente al 300 por ciento sobre su costo, quien hace “sopa”, aumentando su cantidad, embolsa el 300 por ciento del valor de cada litro despachado. Otras empresas declaraban importar aceite crudo de petróleo, un producto exento de impuestos, pero en realidad traían gasolina; el combustible terminaba en las estaciones de servicio blancas, es decir aquellas que venden naftas sin una marca reconocida.
Siguiendo el rastro de la empresa Destil Oil los hombres de la DGI encontraron que su domicilio era el mismo que el del ex contador de María Julia Alsogaray, y que sus principales clientes directamente no existían. En uno de los casos, por ejemplo, se trataba de un quiosco de barrio cerrado desde principios de año. Otro tanto pasó con Aceites y Combustibles, en la que el presidente de la empresa era un pintor de brocha gorda que no tenía la menor idea de que tal firma existía. El hombre apenas pudo explicar que había entregado su documento de identidad –de donde se supone que sacaron sus datos– a otro pintor, que también figuraba en el directorio, para tramitar un seguro de vida. Cuando se chequeó el listado de clientes de Aceites y Combustibles, el resultado fue que todos eran falsos; el único domicilio que realmente existía era el de la embajada de Paraguay.
Las estaciones de servicio de bandera blanca tuvieron un párrafo aparte en la conferencia de prensa de Silvani. Ellas fueron una de las puntas fundamentales de la pesquisa en la que se chequeó la calidad del combustible despachado al público. Y en 152 de las estaciones controladas se encontraron irregularidades para todos los gustos, desde facturas apócrifas y ventas en negro a la famosa “sopa” o nafta adulterada.
Nada muy distinto a lo que denunciaron a este diario en noviembre del año pasado Raúl y Ramiro Palamedi. Los hermanos eran dueños de una estación de servicio en Santa Fe y decidieron asociarse a Cop Petrol, la petrolera carapintada que por entonces comandaban Aldo Rico y Santiago Cúneo. La estación se convirtió entonces en blanca y comenzó a vender nafta sin marca; en menos de dos meses había perdido todos sus viejos clientes y estaba al borde de la quiebra. “Nos terminamos de fundir porque la gente se quejaba de la mala calidad del combustible”, explicaron los Palamedi; “siempre sospechamos de que lo que traían era sopa”. Aludían así a los cargamentos de combustibles que Cop Petrol transportaba hasta Santa Fe desde un oscuro depósito de la provincia de Buenos Aires.

OPINION

 

PRINCIPAL