Por Laura Vales Después de confirmar que las
maniobras de evasión, contrabando y adulteración de combustible llegan a los 600
millones de dólares, que hay 33 denuncias penales y que otras 30 están en camino, Carlos
Silvani respondió a lo que todos querían saber: No hemos denunciado a Aldo Rico ni
tenemos ninguna evidencia, sostuvo ayer. El titular de la AFIP evitó así
involucrarse en la controversia política surgida alrededor del futuro ministro de
Seguridad bonaerense y sus negocios petroleros. Lo cierto es que el socio de Rico,
Santiago Cúneo, es quien creó y presidió la Cámara de Estaciones de Servicio Blancas,
CEBRA, a través de la cual confiaron los encargados de la pesquisa se
comercializaba el 80 por ciento de las naftas truchas. Ese capítulo sí está
siendo envestigado por la AFIP.
Ayer, el titular de la AFIP explicó algunos de los mecanismos que las petroleras
utilizaban para evadir impuestos. La gran mayoría estiraba la nafta agregándole
distintos solventes, en un ilícito que es prácticamente ganancia pura: como las naftas
tienen una carga impositiva equivalente al 300 por ciento sobre su costo, quien hace
sopa, aumentando su cantidad, embolsa el 300 por ciento del valor de cada
litro despachado. Otras empresas declaraban importar aceite crudo de petróleo, un
producto exento de impuestos, pero en realidad traían gasolina; el combustible terminaba
en las estaciones de servicio blancas, es decir aquellas que venden naftas sin una marca
reconocida.
Siguiendo el rastro de la empresa Destil Oil los hombres de la DGI encontraron que su
domicilio era el mismo que el del ex contador de María Julia Alsogaray, y que sus
principales clientes directamente no existían. En uno de los casos, por ejemplo, se
trataba de un quiosco de barrio cerrado desde principios de año. Otro tanto pasó con
Aceites y Combustibles, en la que el presidente de la empresa era un pintor de brocha
gorda que no tenía la menor idea de que tal firma existía. El hombre apenas pudo
explicar que había entregado su documento de identidad de donde se supone que
sacaron sus datos a otro pintor, que también figuraba en el directorio, para
tramitar un seguro de vida. Cuando se chequeó el listado de clientes de Aceites y
Combustibles, el resultado fue que todos eran falsos; el único domicilio que realmente
existía era el de la embajada de Paraguay.
Las estaciones de servicio de bandera blanca tuvieron un párrafo aparte en la conferencia
de prensa de Silvani. Ellas fueron una de las puntas fundamentales de la pesquisa en la
que se chequeó la calidad del combustible despachado al público. Y en 152 de las
estaciones controladas se encontraron irregularidades para todos los gustos, desde
facturas apócrifas y ventas en negro a la famosa sopa o nafta adulterada.
Nada muy distinto a lo que denunciaron a este diario en noviembre del año pasado Raúl y
Ramiro Palamedi. Los hermanos eran dueños de una estación de servicio en Santa Fe y
decidieron asociarse a Cop Petrol, la petrolera carapintada que por entonces comandaban
Aldo Rico y Santiago Cúneo. La estación se convirtió entonces en blanca y comenzó a
vender nafta sin marca; en menos de dos meses había perdido todos sus viejos clientes y
estaba al borde de la quiebra. Nos terminamos de fundir porque la gente se quejaba
de la mala calidad del combustible, explicaron los Palamedi; siempre
sospechamos de que lo que traían era sopa. Aludían así a los cargamentos de
combustibles que Cop Petrol transportaba hasta Santa Fe desde un oscuro depósito de la
provincia de Buenos Aires.
OPINION
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