Por Nora Veiras Con apenas ocho
meses en la cartera educativa en los estertores del menemismo, la gestión de Manuel
García Solá es difícil que pase a la historia. Pero el abogado chaqueño está decidido
a hacerse notar. Acaba de firmar una resolución para que la semana próxima se cuelguen
de las paredes del Palacio Sarmiento los retratos de los casi ochenta ministros de
Educación que formaron y de-formaron la historia escolar argentina desde el gobierno de
Francisco José de Urquiza en 1856. Un estrecho colaborador del ministro explicó a
Página/12 que la tardía ocurrencia no excluye a los responsables de la política
educativa durante la última dictadura, en la que desaparecieron casi 600 docentes y más
de 2000 estudiantes. La idea es que haya memoria de todos. El único que no estará
es él porque la iniciativa no lo involucra sino que es una toma de posición a futuro, su
sucesor tendrá que decidir si coloca su retrato o los saca a todos, razonó el
asesor de imagen. Una funcionaria del área de publicidad fue la elegida para hacerse
cargo de conseguir las imágenes de los setenta y nueve hombres y la mujer que trajinaron
los pasillos pedagógicos. Este es el único ministerio en el que no existe una sala
o un pasillo con los retratos, justificó el asesor y remarcó que la
obra costará 4 mil pesos. En realidad, el dato no es cierto. Por citar sólo
algunos casos, en la Cancillería sólo adornan las paredes algunos óleos de los
ministros de principios de siglo, en Economía nadie se topó con el rostro lánguido de
orejas prominentes de José Alfredo Martínez de Hoz. Ni siquiera en la Casa Rosada el
presidente Carlos Menem se atrevió a mandar a esculpir el busto del general Roberto
Livingston que tendría que sumarse a la galería de ex presidentes.A principios de 1997,
los diarios anunciaron que Alejandro Agustín Lanusse, María Estela Martínez de Perón y
Jorge Rafael Videla estaban a punto de ser tallados en mármol para ingresar al hall de
los bustos. Según se invocó en ese momento ya habían pasado dos períodos posteriores
de gobierno, el requisito necesario para reconocerles su lugar en la historia. Pero, se
armó tal revuelo que Menem optó por dejar pasar el tiempo. Se adujeron limitaciones
presupuestarias para no mandar a esculpir las estatuas. Por entonces, Graciela Fernández
Meijide y Fernando de la Rúa se habían mostrado partidarios de ubicar a los represores
en un lugar separado. Un espacio que reflejara la diferencia entre el respeto y el
aniquilamiento de la vida y el sistema democrático. Luego se recordó una ley que
habilita el ingreso de los bustos a la galería recién a los treinta años de cumplido el
mandato. Es decir que sólo el reemplazante de Juan Carlos Onganía estaría en
condiciones de acompañarlo.En Educación, el ex desarrollista devenido ultramenemista
García Solá soslayó las diferencias. No hay que ocultar nada. Hay que tener
memoria de quiénes fueron los responsables en cada momento, explicó el asesor de
imagen, molesto por tener que explicar la idea de su jefe a un mes de entregar el mando.
Fue arduo conseguir los retratos hurgando en los desprovistos archivos pero creo que
están todos y se enmarcaron lo más discreto posible, comentó la funcionaria
encargada de la tarea. Seguramente la discreción evitará precisar cuál fue el
aporte de algunos de los señores que colgarán en el coqueto salón Luz Vieyra,
compartiendo cartel con Domingo Faustino Sarmiento. En marzo del 96, Clarín
publicó los archivos secretos de la denominada Operación Claridad. Allí, el
primer ministro de Educación de la dictadura, Ricardo Pedro Bruera, le recordaba a Videla
que la radicalización del accionar opositor de docentes, alumnos y no docentes en
el quehacer educativo y de los elementos actuantes en el ámbito cultural y científico
técnico adquiere una importancia tradicionalmente relevante sobre lo cual resulta ocioso
insistir. Durante su gestión, se formó con el nombre encubierto de Dirección de
Recursos Humanos una dependencia integrada por especialistas en tareas de
inteligencia de las fuerzas armadas. El sucesor de Bruera, el tucumano Juan José
Catalán, firmó la resolución del 27/10/77, Subversión en el ámbito educativo.
Conozcamos a nuestro enemigo, que advertía que el accionar subversivo se
desarrolla a través de maestros ideológicamente captados que inciden sobre las mentes de
los pequeños alumnos, fomentando el desarrollo de ideas o conductas rebeldes, aptas para
la acción que se desarrollará en niveles superiores. Cientos de maestros y miles
de estudiantes secundarios y universitarios fueron las víctimas directas de la
depuración ideológica. Carlos Burundarena, Llerena Amadeo y Richiardo completaron
la gestión que sepultó a la educación en el oscurantismo y la muerte. Ahora sus rostros
compartirán las paredes con Avellaneda, Sarmiento, Jorge Taiana, Jorge Sábato, Antonio
Salonia y Susana Decibe, entre muchos otros.
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