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OPINION
Estados alterados
Por Raúl Kollmann

La trama de la permanencia en la Argentina de la viuda de Escobar revela la existencia de dos Estados paralelos: uno, oficial-oficial; el otro, oficial-clandestino. ¿Puede el Estado argentino albergar a la esposa del narcotraficante más poderoso del mundo? Sí, puede. Tal vez haya una razón estratégica, un gesto en beneficio de la lucha contra la droga, sacando del teatro de operaciones colombiano a personajes que pueden significar la continuidad del Cartel de Medellín. Puede ser un favor que se le haga a Colombia y, como es habitual, a Estados Unidos. Dicho sea de paso, ni Chile, ni Alemania, ni Brasil, ni España, ni Japón aceptaron el papel de refugio. Y, de todas formas, llama la atención la forma en la que supuestamente se hizo la operación. El presidente Menem dice que el Gobierno sabía que la señora estaba en la Argentina y que la protegieron. Fue una decisión tomada por el Estado oficial-clandestino. No hay un funcionario que salga claramente a decir cuáles fueron los términos del acuerdo y por qué se hizo. Es una decisión tomada en la Casa Rosada sin respeto alguno por las instituciones. A tal punto que el otro Estado, el oficial-oficial, sostiene que la señora se les coló en forma clandestina, con documentos que no corresponden a su identidad. Un alto funcionario de la SIDE le dijo a este diario que tenían a la señora ubicada desde 1996, en el country Las Praderas. Otra vez se trata del Estado oficial-clandestino: no sólo no explican en función de qué orden la dejaron tranquila, sino que la SIDE oficial-oficial niega haber visto a la señora alguna vez. Por su lado, el Estado oficial-oficial le dio la radicación y la aceptó con los brazos abiertos como inmigrante, eso sí, con capital. La Policía Federal dice que uno de sus agentes sagaces vio a la señora en un coche y a partir de aquel encuentro fortuito se inició la investigación. Se trata del Estado oficial-clandestino en acción. En lugar de decir nítidamente cuál es la verdad de la historia, hacen una gambeta inverosímil.El Estado colombiano también debe dar explicaciones. Transcurrieron seis días desde la detención de la viuda de Escobar y el gobierno de Bogotá no da una versión categórica. Todo indica que los documentos de la señora son oficiales-oficiales, pero no lo dicen. Tampoco aclaran la cuestión del dinero, que fue motivo de arduas negociaciones entre el Gobierno y la señora, negociaciones que todavía continúan. Hasta ahora, por el lado colombiano, también funciona a pleno el Estado oficial-clandestino.Como corolario, están las sociedades uruguayas, las cuentas en Montevideo, Suiza o Caimán, reducto de movimientos de dinero que nadie sabe bien de dónde sale. Es la cumbre del Estado oficial-clandestino global. Mientras tanto, el Estado oficial-oficial habla de déficit fiscal, lucha contra la corrupción y el lavado de narcodólares.En síntesis, y como siempre, el caso de la viuda de Escobar revela que el Estado oficial-clandestino es de los funcionarios y el oficial-oficial es una pantalla para tratar de entretener a la gilada.

 

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