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CONVERSACION CON SERGIO WIDDER
"Ahora el desafío es aprender a vivir en la diversidad"

Es el representante en el país del Centro Simon Wiesenthal. Aún no tiene 40 años, pero su trabajo ya ha dado frutos: deportó asesinos croatas y alemanes refugiados, descubrió --y desarticuló-- en Internet un sitio de venta de literatura nazi, ganó un premio por un corto publicitario antiskinhead. Del antisemitismo en la Argentina, de los atentados a la comunidad judía y de las relaciones con el menemismo y los primeros contactos con el futuro gobierno aliancista conversó con Página/12 en una extensa entrevista.

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Por Sergio Kiernan
t.gif (862 bytes)  --¿Cuándo empezó a trabajar el centro en la Argentina?

--El centro empezó a trabajar en la Argentina en el año 1992. En febrero de ese año el presidente Menem decide abrir los así llamados "archivos nazis" y hace una ceremonia en la Casa de Gobierno a la cual es invitado, entre otras tantas personalidades, Shimon Samuels, director de la oficina europea y de relaciones internacionales del centro. Samuels viajó a Buenos Aires para participar en esa apertura y para estar entre los primeros que iban a tener acceso a ese material. Estando aquí, yo me entero de su presencia y el lugar donde él estaba hospedado. En ese momento, yo estaba terminando mi carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires. Le mandé al hotel una carta en que me presentaba, ponía mis antecedentes y le expresaba mi interés de trabajar con el centro, junto a un paper que había escrito para la facultad, donde hablaba de la crisis de la República de Weimar. Entregué la carta en el hotel un día a las 9 de la noche, y al día siguiente a las 7 de la mañana me llama Samuels invitándome a tener una reunión con él en 45 minutos. Obviamente, fui corriendo. El ya se estaba por ir y necesitaba alguien que hiciera una especie de seguimiento de qué iba pasando con el tema de los archivos. Como una especie de "corresponsalía", por llamarlo de alguna forma. Después, por una beca, viajé con una delegación a Polonia y a Israel en un programa que se llama "marcha por la vida". Es un viaje donde se visitan lugares vinculados con lo que fue la vida judía en Polonia y, por otro lado, con el exterminio que llevaron a cabo los nazis.

 

--¿Por qué le interesaba tanto el Centro Simon Wiesenthal?

--A mí me interesaba desde hace mucho tiempo el tema del antisemitismo, y por otro lado la figura de Wiesenthal, la figura pública, el símbolo. El hecho de la persecución durante tantos siglos, la búsqueda de chivos expiatorios en la historia de la humanidad, que los judíos durante siglos fueran el foco de tantos odios religiosos, y el hecho de ser judío, me despertaba una sensibilidad particular con el tema. Yo en ese momento no lo racionalizaba tanto. Hoy, después de siete años de trabajar sobre este tema, veo --y no es que me dé cuenta ahora-- que no es un problema que afecta a una minoría sino que es un problema que afecta al conjunto de la sociedad. Por eso creo que una de las virtudes que tiene el trabajo del centro es que es un trabajo desde una organización judía pero no para la comunidad judía, sino para la sociedad en su conjunto. Es hacer llegar un mensaje en favor de la convivencia, de la tolerancia, a toda la sociedad democrática. Entendiendo que, cuando aparece el antisemitismo o el discurso de la intolerancia, lo que está en riesgo no es una minoría, los judíos, los negros o los gays, sino que está en riesgo la base misma de la democracia, que es la tolerancia, el respeto, la convivencia, el respeto a la diferencia. Una de las cosas más importantes que pasaron en estos últimos años es que la cuestión de la igualdad viró sobre otro eje, que es la importancia de las diferencias y el respeto a esas diferencias. Es obvio que todos somos iguales en tanto seres humanos y también es, creo, obvio, que cada uno tiene un ámbito de pertenencia, con historia, con tradiciones, con una cultura, que lo hace diferente de otro. Ni mejor ni peor. El desafío que tenemos es aprender a convivir en la diversidad. Es un aprendizaje, no es algo que ocurra naturalmente. Justamente, lo que hay que hacer es poder superar los prejuicios.

--Volvamos a Polonia, usted se fue a Polonia con la beca...

--Me voy de viaje que son quince días y a mi regreso me quedo una semana más o menos en París trabajando con Samuels para ver qué desarrollar a partir de esta primera "corresponsalía". De regreso en Buenos Aires, empiezo a trabajar con la idea de instalar una oficina permanente del Centro Wiesenthal y con una idea para una etapa posterior, de ampliar el alcance hacia el resto de la región. En Buenos Aires empiezo a recibir material del centro sobre las actividades, los programas, y me entero de que existe una muestra que se llamaba "The courage to remember". Esto fue en el año 1992. Entonces yo propongo que la hagamos en Buenos Aires cuando se cumplían los 50 años del levantamiento del ghetto de Varsovia. No pudimos hacerla en abril del '93, la hicimos durante el año 1993 finalmente en el Centro Cultural Recoleta. La muestra se llamó "La valentía de recordar". Fue el título que le pusimos en castellano. Fue una actividad que superó totalmente las expectativas más optimistas que podíamos tener. Vinieron cerca de 25 mil personas, de acuerdo con la información que nos dio la propia gente del centro cultural, y vinieron alrededor de 175 delegaciones de colegios, de escuelas. Los fuimos registrando. Había un teléfono dedicado especialmente a recibir llamados de escuelas. Y no vinieron más porque no hubo más días de exhibición. El 75 por ciento de estas delegaciones provenía de instituciones que no eran judías. Ese fue para nosotros uno de los logros más importantes. La muestra abarcaba el período 1933-1945, cómo fue la historia del nazismo y el Holocausto entre esos años. Entonces, pensar que la muestra sólo iba a ser visitada por gente de la comunidad judía y por escuelas judías era encerrarse en un grupo que es el que más puede estar sensibilizado y consustanciado con ese tema. El verdadero desafío, lo que a nosotros nos importaba, era que este mensaje trascienda a los judíos. Y por eso fue muy importante; de hecho, hoy el centro recibe invitaciones para dar charlas, conferencias, para realizar algún tipo de actividad de todo tipo de colegios primarios, secundarios especialmente, y terciarios.

--¿En el '93 ya se abrió la oficina en Buenos Aires?

--Después de esa actividad, nos dijimos "bueno, ahora definitivamente tenemos que desarrollar el proyecto de la oficina latinoamericana. Desde entonces hasta ahora hemos hecho eso. Hoy el centro, si bien la base está en Buenos Aires, y la gran mayoría de la actividad se concentra aquí, hay ya también alguna actividad que estamos desarrollando en Uruguay, en Brasil, Paraguay, Venezuela, Chile. En Chile es uno de los países donde --fuera de Argentina-- más cosas estamos haciendo; porque hay temas puntuales, coyunturales, que merecen nuestra atención, pero que no deben quedarse en la coyuntura. Hay una convocatoria desde hace 20 meses para realizar un Congreso Neonazi internacional en Chile en abril del 2000. Cuando nosotros supimos de esto, le mandamos una carta al presidente de Chile, donde planteábamos la preocupación del centro, que tenía que ver no solamente con el hecho del congreso en sí, sino que en una democracia nueva --como es el caso de Chile--, un país que está tratando de fortalecer las instituciones después de un período como fue la dictadura de Pinochet, la realización de un congreso de estas características no iba a favorecer mucho a la democracia chilena. Ni adentro ni hacia el resto del mundo. Además, ofrecimos nuestra colaboración para asesorar en materia de legislación antidiscriminatoria, y en actividades o programas de educación para la tolerancia. En un primer momento no hubo respuesta de parte del gobierno chileno a esta carta en particular, pero sí hubo mucha repercusión por esta acción centro en la opinión pública chilena. Hoy hay en la Cámara de Diputados de Chile declaraciones del gobierno que dicen que lo van a prohibir. De hecho, yo tuve reuniones con gente del gobierno de Chile y con diputados y senadores de Chile, estuve en el Parlamento de Chile, me invitó formalmente la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, para que expusiera allí la posición del Centro Wiesenthal. En esa reunión yo les entregué a los legisladores un documento, que hicimos en base a legislación antidiscriminatoria de otros países de la región, particularmente de Argentina, Brasil y Uruguay, y los antecedentes que hay en Chile para la sanción de una ley antidiscriminatoria. Esos antecedentes tienen que ver con que está previsto en la Constitución de Chile y en tratados internacionales ratificados por Chile, que ese país va a reglamentar una política antidiscriminatoria. Lo importante también era que esto debía entenderse, no como una cuestión que era puramente chilena, sino que tiene que ver también con una confluencia regional: la integración no debe pasar sólo por lo económico. Si hay otros países de la región --democracias que están fortaleciéndose, todas son democracias jóvenes, en definitiva-- hay que establecer también cooperación o confluencia en estos temas políticos, porque esto también forma parte de la integración. También tuve reuniones con el secretario general de la Presidencia de Chile, José Miguel Insulza, y con el vicecanciller, Mariano Fernández Andoategui. Con ellos hablamos de la convocatoria al congreso neonazi y de la legislación antidiscriminatoria --que va más allá del tema de la reunión de neonazis, que es un tema de coyuntura--. Lo que yo noté en Chile es que mucha gente está pensando en la sanción de la ley en función de la convocatoria al congreso neonazi y eso sería plantearse un horizonte muy limitado. Es un tema puntual que tal vez no necesita de una ley antidiscriminatoria para ser confrontado. Una ley de estas características es un primer paso en un trabajo mucho más amplio y a más largo plazo que tiene que ver no solamente con acciones de denuncia y de sanción, sino también de prevención.

 

--¿El estado natural de la gente es el prejuicio?

--Y... yo creo que uno tiende a ser prejuicioso. No quiero hacer filosofía, pero creo que hay que aprender a superar el prejuicio porque el prejuicio tiene que ver con el desconocimiento del otro. Yo en ese sentido creo que sí, que todos, que yo también, tenemos un espacio en que en algún momento pasamos por alguna actitud de prejuicio. Uno tiene que aprender a conocer, abrirse a conocer al otro. Aprender a respetar y a convivir en la diversidad.

 

--¿Cómo se hace?

--Por un lado promoviendo una actitud de apertura, por otro aprendiendo las lecciones de la historia, cómo el prejuicio y el odio entre grupos sociales han llevado a terribles tragedias en la historia de la humanidad. El trabajo del Centro Wiesenthal se lleva adelante a partir de lo que llamamos las "lecciones históricas del Holocausto". Tomando el Holocausto como el ejemplo extremo de la crueldad del hombre hacia el hombre motivada por el odio o por el prejuicio. A partir de ahí tratamos de construir otra cosa con distintas acciones que tienen que ver con la investigación histórica, la denuncia, la búsqueda de la justicia, la promoción de actividades educativas, desde niveles micro hasta actividades masivas, desde una actividad con veinte alumnos en un aula, hasta una muestra de contenido histórico visitada por miles de personas. Una campaña de prevención a través de medios de difusión como la que realizamos con el corto Skin Hitler.

--¿Qué tal es Argentina como alumno?

--Es difícil medirlo. Hay una tendencia a decir "qué fantástico, qué bueno que estuvo esto". Es como si hubiese un imperativo social de decir "bueno, esto está bien, tengo que ser abierto a estas cosas". En Argentina me parece que, particularmente después de lo que ha pasado en el '92 y en el '94 con los dos atentados, el antisemitismo --por decirlo de alguna forma-- no está bien visto socialmente. La clave de un estudio para medir realmente los niveles de antisemitismo, de tolerancia o de prejuicio en la sociedad, hay que hacerlo con instrumentos que puedan traspasar esa barrera del deber ser.

 

--O sea la gente contesta lo que cree que hay que contestar...

--Lo que debe ser y no necesariamente lo que es. Pero, bueno, esto no sólo pasa en este tema. Lo que pasó con las últimas encuestas en las elecciones reflejó eso. Muestra que todo estudio de estas características es parcial y bastante acotado y no siempre es del todo exacto.

--¿Eso no es un avance?

--Es un avance a medias. Porque no significa una real apertura, una real predisposición. Yo no digo que el trabajo del centro pretende erradicar por completo el prejuicio y el odio, porque una cosa es lo que uno quisiera y otra cosa es trabajar en el mundo real. Desde ya que el ideal sería que no hubiera este tipo de problemas. Pero el problema está, existe y hay que seguir trabajando. El desafío pasa por seguir llegando cada vez a más gente y creo que existe una base para eso. Una de las actividades más importantes que hicimos fue una respuesta al encuentro neonazi que tuvo lugar en el Colegio La Salle, en agosto de 1998. Cuando nos enteramos, le mandé una carta al rector del colegio, el doctor Néstor Ribet, en la que le exponía la preocupación del Centro Wiesenthal, nuestra convicción de que se los había engañado, que ellos no sabían para qué esos salones del colegio se iban a utilizar. Ellos dijeron que habían sido engañados y nosotros creímos en su buena fe, pero dijimos que más allá de eso existía una responsabilidad del colegio frente a la sociedad y frente a la propia comunidad educativa. Una responsabilidad que no significaba culpa, sino dar una respuesta a lo que había pasado. El colegio ya había dado un primer paso porque espontáneamente hicieron una denuncia en la Justicia Federal. Nosotros le propusimos al colegio hacer una actividad para sus alumnos, coorganizada con el Centro Wiesenthal, y estuvieron de acuerdo. Hicimos esa actividad, que consistió en la presentación de un documental acerca de qué fue el nazismo y el Holocausto, seguido de una charla donde los alumnos del colegio escucharon el testimonio de Jack Fuchs, un sobreviviente de un campo de concentración nazi. En esa charla participaron también Alberto Zuppi, un abogado que participó en los juicios de extradición de dos nazis que vivían en la Argentina y que ahora están presos en Europa, Schwuamberger y Priebke. Zuppi también es abogado de Memoria Activa y es un egresado del Colegio La Salle. Zuppi podía ser cualquiera de los alumnos que estaba allí. Me pareció muy bueno que pudiera participar alguien como él.

--En Argentina, ¿cuál es el principal núcleo generador de problemas en cuanto a prejuicios y a discriminación?

--No sé si se puede hablar de prejuicio en general, o de focos de prejuicio, de lugares donde subsisten prácticas prejuiciosas. En las instituciones como las Fuerzas Armadas o fuerzas de seguridad, yo creo que hay un proceso de cambio, que tiene que ver no sólo con la cuestión del antisemitismo. Voy a tratar de hablar sin dar juicios de valor. El hecho que haya un general Balza, que públicamente dice "no vamos a aceptar la obediencia debida para encubrir crímenes aberrantes", para encubrir tortura, robos de niños, que se atreve a decir que hubo una participación institucional en la represión ilegal, va más allá de lo que cada uno pueda pensar sobre las leyes de Punto Final, de Obediencia Debida, de los indultos, y marca un cambio en el discurso --algunos pueden decir que es un cambio hacia afuera y hacia adentro sigue todo igual, no lo sé-- que es visible. Hay una búsqueda de integración a una sociedad democrática y a otras formas de vinculación del Ejército con el poder político y la sociedad. Pero no quiero eludir la pregunta, creo que probablemente el hecho de que hayamos podido realizar una actividad como la que realizamos en el La Salle también es una muestra de que en estos últimos años hubo una mayor apertura en la sociedad. Sigue habiendo prejuicio y antisemitismo, pero el prejuicio no sólo es contra los judíos, también lo hay contra los coreanos, los bolivianos, los paraguayos, los chilenos. Hay que recordar la historia de los "indocumentados" y los "inmigrantes ilegales". Es un lenguaje bastante peligroso para ser utilizado desde las instituciones políticas. La utilización por parte de Ruckauf, de un discurso religioso mezclado con la política dentro de la campaña, tampoco ayuda en la construcción de una sociedad pluralista. Es curioso, porque Ruckauf fue uno de los impulsores de la creación del Inadi. Entonces ¿quién es Ruckauf? ¿El que apoya al Inadi y cree que deben existir organismos como ése, o el que tiene un discurso intolerante, como el que utilizó en la campaña contra Graciela Fernández Meijide?

--Entonces: ¿en la sociedad argentina hay un progreso en el tema de la discriminación?

--En ciertos aspectos hay un progreso. También es cierto que en los últimos años hubo hechos de antisemitismo muy graves, para empezar los dos atentados. Después, hechos puntuales, que si revisamos un archivo, van a aparecer en cantidades increíbles. Profanaciones a cementerios judíos por decenas, no solamente en La Tablada y Liniers, también en el interior del país. Amenazas, provocaciones neonazis, congresos como el del colegio La Salle, otros congresos en la Librería Marista, las declaraciones de Pierri refiriéndose a Roman Lejtman como un "judío piojoso", lo de Bariloche, donde una fiscal fue tratada como "judía de mierda" por un juez de esa ciudad, los skinheads que fueron liberados, la editora de videos nazis que nosotros encontramos a través de Internet, cuyos titulares hoy están procesados... Pero, a pesar de todo esto, hay una tendencia a una mayor apertura y a entender que el deber ser democrático tiene intrínseco los valores de pluralismo, de tolerancia. Es un pequeño avance.

--El centro Wiesenthal participa de la Ceana, la Comisión de Estudio de las Actividades Nazis en Argentina creada por el Gobierno. ¿Qué opina de sus actividades?

--La creación de un organismo como la Ceana es un paso muy importante. El modelo de una comisión como la Ceana puede ser tomado como modelo por otros países de la región, y de hecho, lo hemos propuesto. En el viaje que hice a Chile, donde estuve reunido con gente del Congreso y del Poder Ejecutivo, propuse --y llevé un documento con una propuesta-- para que se creara en Chile una comisión al estilo de la Argentina, adaptándola al contexto chileno. Lo mismo hemos hecho con Paraguay. Creemos que estas investigaciones deberían hacerse con comisiones, que tocaran alguno de los temas que desarrolló Ceana, en Uruguay y en Brasil. El tema de las actividades nazis en Argentina abarca un espectro tan amplio que hay temas que se deberían profundizar. Todavía no tuve acceso al último informe de la Ceana, pero ya el año pasado, en la reunión de clausura del encuentro internacional que hubo en Buenos Aires, dijimos al canciller Di Tella que probablemente alguna de las unidades que componen Ceana tengan que seguir varios años e investigar en otros archivos. Creemos que esto tiene que continuar, particularmente lo que tiene que ver con criminales nazis que llegaron a la Argentina después de la guerra, y con los fondos y los bienes robados por los nazis en Europa, parte de los cuales es probable que hayan llegado a la Argentina. Esto se lo hemos manifestado también al presidente electo, Fernando de la Rúa.

--¿Qué esperan del nuevo gobierno?

--Hemos tenido algún diálogo informal con gente de esta área de la Alianza que comparten nuestra visión y esperamos que esto se pueda continuar. En particular lo que tiene que ver con estas unidades. No puedo decir que la respuesta de la Alianza haya sido buena, lo que puedo afirmar es que hemos tenido charlas informales con gente amiga que integran la Alianza y ellos comparten nuestra postura.

--¿Quedan criminales de guerra nazis viviendo en la Argentina?

--Cuando en 1994 se lo encontró a Erich Priebke y me preguntaban si con él se cerraba el capítulo de los nazis en la Argentina, yo respondía que todavía, a pesar de los años transcurridos, no estaba cerrado. Tres años después aparece Dinko Sakic. Pocos meses después el centro encontró documentos que involucraban a la esposa de Sakic en crímenes contra la humanidad. Hoy yo creo que el capítulo de los criminales nazis en la Argentina sigue abierto. Y que justamente por eso hay que redoblar los esfuerzos, porque ya pasaron casi 55 años del fin de la guerra y esta gente es muy mayor. Porque quien era joven en esa época hoy tiene por lo menos entre 80 y 85 años. Por eso hay que continuar con el trabajo que hace la Ceana, y como el que hace el Centro Wiesenthal, fuera de los ámbitos de gobierno.

 

POR QUE SERGIO WIDDER

Cómo se hace para capturar nazis

Por S.K.

t.gif (862 bytes) Debe ser una de las vocaciones más raras que se puedan tener: capturar criminales de guerra nazis, combatir sus ideas, vigilar sus pasos. Y, en el camino, tener al gobierno de turno en el radar para ver cómo se conduce en esta agenda. No es el tipo de vocación que se tenga de chico, como la de bombero o doctor, pero es una que se entiende en un estudiante de ciencias políticas que se sabe judío y se siente muy judío. Digamos, con una memoria y una experiencia personal de lo que es la discriminación y el nazismo, una conciencia especial de su importancia.

Sergio Widder es una persona ubicua en la comunidad judía argentina y una referencia entre los que se interesan o trabajan en el campo de la discriminación. Buena parte de su trabajo parece ser conocer a todo el mundo y que todo el mundo lo conozca, como esos diplomáticos que saben que nada reemplaza el contacto personal a la hora de lograr cosas. Widder logró unas cuantas: deportar alemanes y croatas de aquellos que asilara Perón, estar en la primera fila de la apertura de los archivos de esos tiempos cómplices, desarmar sitios de Internet donde se vendía "literatura" nazi y neonazi, ganar un Clío con un corto antiskinhead.

Tal vez más importante, Widder logró que el Centro Simon Wiesenthal figure en el mapa político local, que sea un lugar para denunciar y una entidad para contar a la hora de combatir la discriminación. Hace ya tiempo que el trabajo de Widder trascendió a la comunidad judía y tiene buen tránsito con otras minorías y con todos los que se dan cuenta de que la discriminación no funciona exclusivamente para las minorías. Este elemento estuvo presente desde el comienzo. Su primer acto como representante del centro fue una exposición sobre el Holocausto que, Widder recuerda con orgullo, atrajo a 25.000 personas y a 175 delegaciones de escuelas, "75 por ciento de colegios no judíos".

Y Widder todavía no tiene ni cuarenta años.

 

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