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ANGELA DAVIS, LA MITICA ACTIVISTA NEGRA, ESTUVO EN ROSARIO
La pantera sigue mostrando las garras

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La militante antirracista visitó una cárcel de menores. Dice que Estados Unidos es  un "exportador de la violencia policial".


Por José Maggi
Desde Rosario

t.gif (862 bytes)  A los 55 años, Angela Davis es una impactante mujer negra que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos. "Soy una activista por los derechos de la mujer, por la igualdad racial y contra la guerra", dice a modo de definición. En rigor, no es sólo eso. También es profesora universitaria y escritora. Fue afiliada al Partido Comunista e integrante del Movimiento de Liberación Negra, así como del mítico grupo Panteras Negras, que en los sesenta se rebeló contra la brutalidad policial de la que era víctima la gente de su raza. Llegó el viernes a Rosario, donde estuvo apenas 24 horas. En ese lapso, junto con miembros de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, visitó unidades de detención de menores de esta ciudad. "Los Estados Unidos tienden a exportar la violencia policial", dijo a Página/12, en relación con la doctrina de la "tolerancia cero". "Muchas fuerzas policiales del mundo se entrenan en los Estados Unidos. Pero cuando se ve que en mi país hay dos millones de personas detenidas y que las prisiones se han convertido en la solución de los problemas sociales, es muy peligroso usarlo como modelo", definió.

Angela Davis nació en Alabama en 1944, donde se educó en la escuela pública hasta su adolescencia, cuando se mudó a Nueva York para estudiar en un instituto definido por las autoridades escolares como "un nido de rojos". Allí descubrió un enfoque progresista de la educación. Tiempo después, graduada con premio extraordinario, obtuvo una beca para viajar a Europa. En París conoció a Herbert Marcuse, con quien estudió filosofía en La Sorbona.

El contacto con el marxismo la sedujo. "Era el verano del '67. En mi viaje de regreso a los Estados Unidos me detuve en Londres para asistir a un acto en el que iban a hablar varias personalidades, entre las que destacaban Marcuse y Stokely Carmichael. El público era de teóricos marxistas, filósofos, sociólogos y psicólogos, activistas políticos radicales, hippies y militantes del Poder Negro como yo. Me contacté con muchos de ellos y entre conferencia y conferencia, pasé el tiempo con los seguidores de los disertantes. Los acompañé a mitines en los guetos londinenses y les ayudé en alguna ocasión a reunir a la gente. Aprendí que, mientras la respuesta de los negros al racismo fuese puramente emocional, no iríamos a ninguna parte. Como tampoco nos llevarían a ninguna parte, a la larga, las peleas menores o los esporádicos y ciegos estallidos de cólera de quienes caían bajo las porras de la policía, en Alabama", recuerda Angela.

"Lo que tenía claro es que, para alcanzar sus objetivos finales, la lucha por la liberación de los negros tendría que formar parte de un movimiento revolucionario que englobase a todos los trabajadores. También me parecía claro que este movimiento debía ir hacia el socialismo. Y sabía que los negros, los obreros negros, tenían un papel importante a jugar en la vanguardia de la lucha general."

Angela fue condenada a la pena capital por secuestro y asesinato, pero fue liberada después de la movilización de organizaciones progresistas de todo el mundo. "Ese fue un indicador de cuál es la fuerza que puede tener la gente cuando se organiza", dice. Por eso, ahora trabaja por la liberación de Mumia Abu Yamhal, condenado a muerte en Pennsylvania por un crimen que --aseguran sus defensores-- no cometió. Por ese caso, hay un movimiento internacional que trabaja para evitar su ejecución.

--¿Usted fue una presa política?

--Sí. Estuve presa porque pertenecía al Partido Comunista y al Movimiento de Liberación Negra. También formaba parte de Los Panteras Negras, movimiento que tuvo como mayor contribución la de denunciar la brutalidad policial. Paradójicamente, aún hoy hay miembros del grupo en prisión y la brutalidad policial sigue siendo un problema en la comunidades negras y latinas.

--¿Justifica hoy la respuesta violenta de Los Panteras Negras?

--Habría que comparar y entender lo que fue la brutalidad policial en esas épocas, y hay que decir que pocos justifican estos movimientos violentos. Sin embargo, los movimientos más importantes fueron realizados por las masas, como el movimiento por los derechos civiles liderado por Martin Luther King, que fue un movimiento de no violencia, y muchos otros que vinieron detrás. Pero hay que considerar primero la violencia del Estado que la utilizó para mantenerse, para que nada cambie.

--En la Argentina se han propagandizado las bondades del denominado régimen de "tolerancia cero" con el delito, aplicado en Nueva York. ¿Cuál es su opinión?

--Creo que el gobierno de los Estados Unidos, incluyendo a gente como el alcalde Rudolph Giuliani, tiende a exportar la violencia policial. Muchas fuerzas policiales del mundo se entrenan en los Estados Unidos. Pero cuando se ve que hay dos millones de personas detenidas en este país, y que las prisiones se han convertido en la solución de los problemas sociales, se comprueba que es muy peligroso usar a los Estados Unidos como modelo. Ellos le llaman a esto Complejo Industrial Policial, y están mostrando una cultura totalitaria que proveen los Estados Unidos. La prisión es el paisaje dominante de esta cuestión social, y los policías son entrenados en la violencia y la represión. Yo quisiera tener la esperanza de que la Argentina no tomara como ejemplo, como modelo, el que propone Giuliani.

--¿Cómo se manifiesta hoy el racismo en los Estados Unidos?

--Creo que el racismo está mucho más conectado con las condiciones de explotación del capitalismo. Creo además que hay que terminar con los dos al mismo tiempo. Aunque hace mucho que no soy miembro del Partido Comunista, todavía estoy involucrada en los movimientos socialistas anticapitalistas.

 

RECORRIDA POR UNA CARCEL DE MENORES
"Los tratan peor que a los animales"

 

Por J. M.
Desde Rosario

t.gif (862 bytes) Mariana Hernández Larguía y María del Carmen Maidagan, abogadas de la Coordinadora de Trabajo Carcelario, guiaron a Angela Davis por los vericuetos del penal de menores de la seccional cuarta. La periodista Susana Pozzi fue la traductora del recorrido, que finalizó en la seccional 10ª. "Es muy triste", afirmó Angela mientras observaba los rostros de la veintena de chicos detenidos en el penal. El presidio es una pieza de cuatro por cuatro con una claraboya en el techo, con sólo una canilla de agua fría a un metro del piso que se utiliza como ducha y una letrina. Dos pequeñas piezas de dos por dos son los dormitorios donde descansa tirados sobre unas frazadas mugrientas una docena de menores. En el otro extremo, otra habitación de cuatro por tres oficia de dormitorio para otros seis chicos.

Angela se interesa por la salud de algunos de ellos. En un rincón, Luis, de 15 años, dice que está cansado de pedir que lo vea un médico, y muestra su cabeza que aloja varios perdigones de escopeta, que están allí desde antes de que fuera detenido. En toda la habitación del centro no hay donde sentarse y el piso está permanentemente mojado.

Angela dice haber visto cárceles similares "sólo en México", y pregunta en repetidas oportunidades "por qué todo es tan viejo". Y se asombra al enterarse de que ninguno está con sentencia.

"Las condiciones en los penales son un indicador de cuán vasto es el problema de las prisiones en el mundo", opina. Y reclama que "la gente que comete crímenes no debe estar privada de sus derechos humanos y no merece ser tratada peor que animales".

"Estoy perturbada por todo esto y realmente me duele", asegura. "Pero, por otro lado, estoy muy feliz de encontrar gente que está comprometida en brindarles ayuda a estas personas, que luchan para que se les den mejores condiciones de vida. En los Estados Unidos --agrega-- hay mucha gente que trabaja por esto, al igual que en otras partes del mundo lo hacen Amnesty Internacional e International Pinal Reforms".

 

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