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La historia de dos hermanas secuestradas en La Escuelita

En el segundo día de audiencias en Bahía Blanca se pudo reconstruir parte de la historia de Zulma y Graciela Izurieta, dos hermanas que desaparecieron en el centro clandestino del Quinto Cuerpo de Ejército. Graciela tuvo un hijo en cautiverio.

Sergio Voitzuk fue en 1976 uno de los estudiantes de la ENET 1 secuestrados en La Escuelita.Voitzuk dijo que habló con Zulma y que vio a una embarazada que podría ser su hermana Graciela.

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Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes)  “Ando con los malestares propios de los seis meses y medio de embarazo, pero este hijo me da tanta fuerza y tanta fe que soy capaz de soportar todo esto con mucha esperanza. Necesito que estén tranquilos y con fe, que todo va a ir bien. Espero muy pronto poder verlos.” Este es un fragmento de la carta que Graciela Izurieta escribió a sus padres mientras estaba secuestrada en La Escuelita y que fue leída ayer ante la Cámara Federal de Bahía Blanca, en el segundo día del juicio que investiga lo ocurrido con los desaparecidos durante el proceso en jurisdicción del V Cuerpo de Ejército.La carta decía también, “díganle a Zulma que se cuide mucho, no quiero que tenga que sufrir todo lo que he pasado”. Sergio Andrés Voitzuk, quien estuvo detenido durante un mes en La Escuelita, relató ante la Cámara que Zulma Izurieta, la hermana de Graciela, también estaba allí. Y que en un momento en que la venda se lo permitió, vio a una mujer embarazada. Es decir, que las hermanas pudieron haberse encontrado en el centro clandestino. Ambas están desaparecidas. La carta que escribió Graciela y que un guardia hizo llegar a la familia está fechada el 1º de diciembre de 1976. La mujer pedía que su hermana, que estaba en Córdoba, se cuidara. Voitzuk estuvo secuestrado desde fines de diciembre de 1976 hasta finales de enero de 1977. En esa época Zulma ya estaba en La Escuelita. Ella le contó a Voitzuk –uno de los quince alumnos de la Escuela Nacional Técnica Nº 1 de Bahía Blanca que estuvieron en ese centro de detención– que ella y su compañero, de apellido Giordano, habían sido traídos desde el campo cordobés La Perla. Giordano, al parecer de Voitzuk, era militante montonero y había sido trasladado a Bahía Blanca para aclarar si el grupo de estudiantes de la ENET secuestrados a fines de diciembre de 1976 había participado de un ataque a una concesionaria de autos. “Ella (Zulma) me dijo que a nosotros nos iban a soltar porque él ya había dicho que no teníamos vinculación con el hecho”, manifestó ayer Voitzuk. El testigo agregó que escuchaba a Zulma conversar con otra mujer, pero que no podía asegurar que fuera con la embarazada. El hijo de Graciela Izurieta debió nacer a mediados de febrero de 1977. La otra detenida embarazada que fue vista en La Escuelita es Graciela Romero de Metz. Su hijo nació frente a otras secuestradas el 16 o 17 de abril de ese año. El presidente de la Cámara bahiense Luis Alberto Cotter recordó el lunes, al iniciarse las audiencias, que aún no se sabe qué tribunal llevará las causas por apropiaciones de menores presentadas por las Asambleas Permanentes por los Derechos Humanos de Bahía Blanca y Neuquén. Pero el destino de sus madres se investiga en este juicio “por la verdad” sobre lo ocurrido con los detenidos del V Cuerpo de Ejército. Voitzuk y Emilio Villalba, ex profesor de la ENET Nº 1, narraron ayer ante los cuatro camaristas, el fiscal Hugo Omar Cañón, la abogada Mirtha Mántaras y cincuenta espectadores los detalles de sus cautiverios en la Escuelita durante fines de 1976 y principios de 1977. Villalba, hoy un hombre de 65 años de aspecto humilde, hizo un relato fragmentado, por el que constantemente pedía perdón, y no pudo contener las lágrimas al describir cómo había sido torturado. Voitzuk, que es médico, se mostró tranquilo ante el tribunal. Ambos hicieron una descripción del centro clandestino que funcionaba dentro del V Cuerpo del Ejército coincidente con la que realizaron los testigos el lunes.

 


 

A 23 años del asalto a la casa Mariani–Teruggi
Contra las bombas, un limonero

t.gif (862 bytes) El 24 de noviembre de 1976, el bombardeo de varias horas a una casa de la calle 30 mantuvo en vilo a toda La Plata. Fueron el coronel Ramón Camps, a la sazón jefe de la Policía Bonaerense de ese entonces, y el comisario Miguel Etchecolatz quienes comandaron esa hazaña épica de la “cruzada antisubversiva” que dejó los cadáveres calcinados de cuatro militantes montoneros y la incógnita sobre el destino de una beba de dos meses, Clara Anahí Mariani, a quien su abuela Chicha busca desde entonces. Hoy por la tarde, familiares y compañeros de las víctimas les rendirán homenaje en ese misma casa, un sitio que es testimonio y símbolo en la construcción de la memoria.“La Casa Mariani–Teruggi”, como la llaman, tiene las paredes ennegrecidas por el humo y agujereadas por balas y bombazos. Incluso queda, donde estaba aquel día, la vieja “citroneta” acribillada a tiros. El lugar era la vivienda de Daniel Mariani, un economista de 28 años que venía del Consejo Federal de Inversiones; de su mujer, Diana Teruggi (26), y de la hijita de ambos, Clara Anahí. Allí funcionaba oculta una imprenta montonera de envergadura, aunque la actividad pública era una fábrica de escabeche de conejo que en esos días entregaría su primera partida. Salvo Mariani, que aquel 24 había salido (y que caería acribilado meses después), el resto de los militantes montoneros presentes –Daniel Mendiburu, Roberto Porfidio, Juan Carlos Poiris y Diana Teruggi– fueron muertos tras una enconada resistencia que cesó tras una final bomba de fósforo. En el patio del fondo, donde estaba el limonero junto al cual cayó acribillada Diana al intentar huir con su niña en brazos, hoy se plantará otro. Hablarán Osvaldo Bayer, Victoria Sosa Teruggi y Sofía Caravelos (H.I.J.O.S.). Cristina Solano leerá un poema de César Vallejo y Lucas Finocchi entonará la canción que hizo a su prima Clara Anahí. Será a las 16 horas en Calle 30, Nº 1134 (entre 55 y 56), de la ciudad de La Plata.

 

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