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OPINION
AMIA y derechos humanos
Por Herman Schiller

En Página/12 del sábado pasado aparece una nota que me involucra. Esa nota contiene algunos datos correctos y otros, especialmente en la primera parte, que resultan confusos.
En ese sentido quiero aclarar lo siguiente: no soy empleado de la AMIA ni tengo vínculo alguno con esa institución como podría suponer, a lo mejor, alguien que no hiciera una lectura correcta del artículo.
Sí, es cierto que he sido llamado a algo así como una consulta para crear una comisión de derechos humanos de la AMIA. Iniciativa, dicho sea de paso, que si fuera posible concretar sin condicionamientos y alto espíritu autocrítico, podría convertirse a mi juicio en un acontecimiento inédito y positivo.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen y, tal como lo expresé en la reunión del miércoles 24 en Pasteur 633 donde estuvieron presentes numerosos familiares de detenidos-desaparecidos, no voy a aceptar nada que signifique un blanqueo a los trágicos errores del pasado.
El apresuramiento en informar a los medios, ha convertido una conversación informal, que todavía es apenas un proyecto indefinido, en un hecho consumado.
No puede haber justicia sin verdad. El papel nefasto cumplido por buena parte del ámbito institucional judeoargentino durante la dictadura debe ser denunciado y sacado a la superficie con toda claridad. Y sin temores, aunque ello genere nuevos desgarramientos internos y ahonde las divisiones.
Sin este requisito básico de verdad y justicia no voy a participar en ninguna comisión.
Al actual presidente de la AMIA,
que parece bienintencionado y está peleando en medio de muchas contradicciones, le
pedí que no tuviera miedo en hacer más atrevida su audacia y, con ese objetivo, le sugerí para esa eventual comisión 15 personalidades de origen judío, que son muy conocidas en el país por su espíritu combativo en esferas del periodismo independiente y de los derechos humanos.
Se puede, quizás, iniciar una nueva etapa, pero si el cambio tiene límites y se pretende guardar la basura debajo de la alfombra, no cuenten conmigo. Eso sirve no sólo con respecto a la etapa dictatorial, sino también por los senderos sinuosos recorridos por algunos sectores del liderazgo comunitario en tiempos recientes.
El ritualismo es sólo una parte de la vida. Los profetas del antiguo Israel, que fueron auténticos transgresores y supieron enfrentar al poder político de su tiempo, anteponían la ética al culto.
No basta con ubicar los cadáveres de los desaparecidos y enterrarlos ceremoniosamente en un cementerio para lavar la conciencia de los responsables. Queremos además saber quiénes fueron los asesinos y quiénes fueron los cómplices que en la comunidad judía callaron las atrocidades.
También en el frente interno judeoargentino exigimos juicio y castigo a los culpables.

 

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