Página/12
en Chile
Por Pablo Rodríguez
Desde Santiago
Terminó la
campaña electoral y se nota. A lo largo de la Alameda y de sus continuaciones hacia el
oeste (en la zona de Estación Central) y hacia el este (hacia Providencia y Las Condes),
las plazoletas ya no están inundadas de carteles "a dos aguas" con las leyendas
"Crecer con igualdad" y "A votar por el cambio". Santiago se agrisó
también por el cielo, completamente cubierto durante todo el día. Los tres candidatos
principales (el de la "igualdad", el socialista Ricardo Lagos; el del
"cambio", el derechista Joaquín Lavín; y la comunista Gladys Marín), más
relajados que en los últimos días, recibieron a la prensa por la mañana. Como si fuera
una chanza involuntaria al menemismo saliente, el comando de Lagos ofreció torta y
champagne. Y ahora que ceden los slogans, el alimento de las discusiones políticas son
las especulaciones.
Estas especulaciones se dirigen fundamentalmente a un solo
protagonista: la oficialista Concertación por la Democracia, que va por su tercer
período de gobierno luego de la dictadura de Augusto Pinochet, que terminó en 1990.
Efectivamente, la coalición liderada por la Democracia Cristiana y el Partido Socialista
ganó con holgura las presidenciales de 1989 y 1994: más del 58 por ciento en un caso,
casi el 53 por ciento en el otro. Ahora, ninguna encuestadora se anima a pronosticar que
Lagos ganará en la primera vuelta, o sea, por encima del 50 por ciento de los sufragios.
Es más: alguna consultora, como la Fundación Futuro, afirma que las intenciones de voto
están empatadas para Lagos y para Lavín.
Si el candidato socialista ("no seré el segundo presidente
socialista de Chile sino el tercero de la Concertación", suele decir Lagos) obtiene
por menos de la mitad de los votos, la fuga podrá venir por derecha o izquierda. Por
derecha, algunos votantes democristianos, que no se atreven a votar a un socialista por
más que su partido esté aliado al socialismo (el ex presidente Patricio Aylwin y el
actual Eduardo Frei son "DC", como se dice secamente en Chile). Por izquierda,
puede darse el caso que algunos socialistas, o adherentes al Partido por la Democracia y
al Partido Liberal, castiguen a Lagos por su viraje de larga data hacia el centro
político y elijan a Gladys Marín.
Para Lagos, el problema son los votos DC.
Por eso, en el último tramo de su campaña electoral, intentó convertir esta elección
en una suerte de reedición del plebiscito de 1988, donde Pinochet jugó y perdió la
continuación de la dictadura por otros carriles. Lagos acusó reiteradamente a Lavín y a
sus colaboradores de haber sido la pata civil de la dictadura, para recordarle a los
democristianos que la cara de bebé, la imagen de frescura y cambio y las promesas a veces
cercanas a la de la Concertación esconden a un Mr. Hyde. En esta apelación al
motivo central por el que nació la Concertación (derrotar a Pinochet), Lagos también
calculó que pedir los votos comunistas también podría espantar a los democristianos.
Sabe, asimismo, que si hay ballottage los votos de Gladys Marín se inclinarán en buena
medida hacia él (ver nota aparte).
Por su parte, Lavín no quiere hablar en absoluto de los años de la
dictadura (no es lo que más le conviene), y no cesa de distanciarse de Pinochet. Borró
parcialmente su identidad de derecha, fuerza política que no pudo reunir más del 35 por
ciento de los votos en los últimos años, para liderar una campaña calificada de
"populista". Caminó por las regiones firmando un compromiso en cada una de
ellas para solucionar cada problema específico, apareció en los spots televisivos como
minero, pescador, indígena múltiple (aymará, mapuche, pascuense) y hasta bombardeó las
nubes para hacer llover.
El despliegue de la derecha sirvió, pero tuvo una ayuda muy
importante: la situación económica. Las combinaciones de crisis, sobre todo la
asiática, dejó a Chile en un constante descenso de la actividad industrial y comercial.
Los índices de crecimiento se redujeron a un tres por ciento, la desocupación trepó al
12 por ciento y la popularidad del gobierno cayó abruptamente. Esto hace que los votantes
más jóvenes, a los que las referencias a Pinochet y al plebiscito no afectan demasiado,
puedan engrosar la votación de Lavín.
"Que querés que te diga, para mí, hay segunda vuelta",
confesaba anteayer un hombre a su esposa en medio, y a pesar, del fervoroso y
multitudinario cierre de campaña de Lagos. Es cierto que la Concertación es optimista y
que las más de 200 mil personas que ocuparon la Alameda constituyen una gran
demostración de fuerza. Pero la coalición gobernante aún no está completamente segura
del triunfo en la primera vuelta.
PARA EL ABOGADO JOAN GARCES
Un "Nobel" anti-Pinochet
Su discurso ante el Parlamento de Suecia fue un alegato implacable contra los crímenes de
Estado. Joan Garcés, el abogado valenciano impulsor de los sumarios contra el general
Pinochet, recibió en Estocolmo el premio de la Fundación Right Livelihood, más conocido
como Premio Nobel alternativo. Este galardón fue creado en 1980 por un filatélico
sueco-alemán y desde entonces distingue a personalidades que se han significado por la
defensa de los derechos humanos y a organizaciones empeñadas en la defensa de la
naturaleza.
"El asesinato en masa, la tortura generalizada, el terrorismo selectivo, el terror
indiscriminado, han sido utilizados de modo sistemático en todos los continentes como
instrumentos de política interior o exterior. Y lo siguen siendo." Con estas
palabras, Garcés, que colaboró con Salvador Allende y milagrosamente pudo abandonar el
Palacio de la Moneda cuando las tropas de Pinochet lo asaltaron en septiembre de 1973,
pidió ayer un compromiso para desarrollar el Estado de derecho en el ámbito
internacional, "ya que es la forma económicamente menos costosa, y socialmente más
rentable, de prevenir y sancionar los crímenes contra la humanidad".
HABLA LA
CANDIDATA COMUNISTA
Gladys, el voto PC
Por P. R.
En las
elecciones legislativas de 1997, Augusto Pinochet se permitió una chanza. "Voté por
la Gladys", dijo el entonces jefe del ejército chileno. Mañana, el ex dictador no
podrá hacer bromas desde Londres. Hasta la propia derecha se distancia de él para
intentar ganar los comicios. Y Gladys Marín, candidata presidencial por Chile de Verdad
(básicamente, el Partido Comunista), está dispuesta a duplicar los votos de "la
izquierda extraparlamentaria", como se la llama, respecto de las presidenciales de
1994. En medio de la agenda cargada de todo candidato, Marín recibió a Página/12 en su
comando electoral para explicar por qué la derecha creció a expensas de la
Concertación. Y por qué, a pesar de eso, no apoyará a Lagos si hay ballottage.
--¿Cuántos votos piensa reunir mañana?
--Vamos a estar cerca del siete por ciento o
un poco más. Para una izquierda muy, muy alternativa al sistema, como ésta, es una gran
base.
--¿Cuáles son las razones por las que la
derecha crece para esta elección mientras la Concertación baja?
--La Concertación ha hecho la política de
la derecha durante todos estos años. Con la llamada "política de los
consensos", la Concertación gobernó junto a la derecha y le regaló la condición
de segunda fuerza para lograr la estabilidad política luego de Pinochet. Pero el otro
aspecto fundamental es la realidad económica, que no se debe sólo a razones externas
sino a fallas estructurales del sistema, que llevan a la pobreza y a las cesantías. Un
ejemplo: bajó el precio internacional del cobre, una de las principales exportaciones
chilenas. De acuerdo. Pero por la operación de las trasnacionales hubo una
sobreproducción del cobre, que es una de las causas de la baja.
--¿Cuál es la traducción de este dato a
propuesta económica? ¿Que las trasnacionales no deben operar en Chile?
--No. Pero hay que provocar una
redistribución de los ingresos del país. Hay que elevar los salarios y las jubilaciones
a través de la generación de nuevos impuestos. Hay que elevar el impuesto a las
utilidades de las trasnacionales. Hay que volver a instalar un impuesto que nació en la
época de Frei Montalva, el padre del actual presidente: el impuesto al patrimonio, que no
es otra cosa que un impuesto a las grandes fortunas. Paralelamente, se debe reducir el IVA
para los productos de la canasta familiar y elevarlo para los productos suntuarios.
--Usted señaló las fallas de la
Concertación. ¿Pero por qué estas fallas son capitalizadas mayoritariamente por la
derecha?
--La propaganda de la derecha fue enorme,
mucho más grande que la de la Concertación. Es lamentable que haya sectores populares
que apoyan a Lavín.
--¿El hecho de que Pinochet esté lejos
de Chile lo favoreció a Lavín para distanciarse de él sin perder votos de su propia
derecha?
--Sí y no. Lo favoreció pero también
indica que parte de la derecha quiere sacarse realmente de encima a Pinochet. No toda la
derecha es fascista.
--Sin embargo, el discurso de Lagos
identificó completamente a la derecha actual con la de la dictadura.
--O sea, puso las cosas en los mismos
términos que en el final de la dictadura. Esto quiere decir que la Concertación ha
fracasado. Tiene que darse cuenta de que por esta vía seguirá perdiendo votos. Es una
fuerza agotada.
--¿Considera que existen sectores de la
Concertación que podrían, con este diagnóstico, acercarse a la izquierda que usted
representa?
--Sí, claro que existen. Por otra parte, es
la única forma de que se revitalice. Nosotros estamos buscando una nueva mayoría
nacional, y para eso necesitamos a la Concertación. Y la Concertación nos necesita.
--Eso parece en los antípodas de la
negativa de Lagos para pedir sus votos en un hipotético ballottage y de su negativa a
dárselos. ¿La izquierda no apoyará en esa instancia a Lagos?
--Habrá mucha gente que me votó a mí y que
votará después a Lagos. Yo no le doy órdenes a nadie. Pero la Concertación tiene que
saber que, si ocurre esto, se enfrentará con el mismo escenario difícil en los próximos
años. La Concertación debe cambiar porque a la larga terminará perdiendo. |
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