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Madrid ante otra furgoneta bomba

Las autoridades informaron del hallazgo de una nueva furgoneta bomba de la ETA y el clima político se continúa enrareciendo.


Xabier Arzalluz, líder del Partido Nacionalista Vasco (PNV).
Intercambió disparos verbales con el ministro del Interior.

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t.gif (862 bytes)  ¿Fue el segundo gran golpe del gobierno español contra ETA en menos de 48 horas? ¿La guerrilla separatista quiere polarizar más el conflicto aun después de haber conseguido el apoyo de los vascos moderados a sus reclamos independentistas? La ETA no emite palabra. El gobierno insinúa que sí. Sigue en alerta máxima, pero con un triunfo en la mano para ofrecerles a los españoles antes de una Navidad que promete volver a ser sangrienta y espectacular. El lunes, la Guardia Civil interceptó una furgoneta que transportaba casi una tonelada de explosivos hacia la capital española. El aparente destinatario: el resucitado “Comando Madrid” etarra. El objetivo: volver a la lucha armada con el atentado más grande de su historia. Ayer, las autoridades encontraron otra “furgoneta-bomba”. El nuevo destinatario frustrado: el mismo comando con sus intenciones intactas.
“Tenemos que ser conscientes de que en un momento o en otro ETA tratará de volver a hacer daño a la paz y a la convivencia”, adelantó ayer el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. El nuevo hallazgo de las fuerzas de seguridad parece darle la razón. Aunque ETA no diga ni una palabra sobre los atentados que el gobierno le estaría frustrando uno tras otro. El 28 de noviembre, la guerrilla anunció que desde el día tres de este mes no respetaría más la tregua que duró 14 meses. Hubo manifestaciones masivas y rechazos unánimes de parte del oficialismo y la oposición. Pero a 20 días de ese plazo no hubo ni un herido ni una explosión. La explicación, hasta esta semana, parecía lógica: sin disparar un solo tiro, ETA consiguió el apoyo del Pacto de Lizarra –firmado por Euskal Herritarrok (EH, frente electoral etarra), nacionalistas moderados, y el democristiano Partido Nacionalista Vasco (PNV)–, que pretendió evitar la nueva ola terrorista con una ola de concesiones políticas soberanistas, es decir, de independencia vasca.
Pero las “furgonetas-bomba” que ahora amenazan con multiplicarse en las zonas cercanas a Madrid ponen en duda que eso sea suficiente para ETA. La segunda camioneta fue abandonada sobre la autopista nacional número dos, en la localidad de Alhama de Aragón cercana a Zaragoza. Con el antecedente del lunes, lo primero que hicieron los efectivos de la Guardia Civil fue revisar si había explosivos: sí, igual que el día anterior, aunque la cantidad todavía no fue calculada. También igual que el lunes, la Peugeot Boxer estaba cerca del kilómetro 204 de la ruta Madrid-Zaragoza, aunque apartada de la circulación principal. La conclusión de las autoridades fue inmediata: el conductor abandonó la tarea al enterarse del arresto de su supuesto compañero, José María Novoa Arróniz. Cerca de ahí existe una estación de ferrocarriles que también comunica ambas regiones. Segunda conclusión: el terrorista, que sería una mujer, huyó en el tren que pasa por Calatayud. “Esa es la hipótesis de la investigación”, reconoció el director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso.
La otra hipótesis oficial es que ETA habría aprovechado los 14 meses de tregua para reconstruir el “Comando Madrid”, que esperaba volver con el golpe más grande en la historia de la lucha armada vasca: 900 kilos de cloratita y 50 de dinamita capaces de hacer volar un edificio completo y sus alrededores en un radio de 100 metros. El último de los 26 coches-bomba colocados por los etarras en Madrid explotó el 11 de diciembre de 1995 en el Puente de Vallecas. Seis personas murieron y 17 resultaron heridas. La cantidad de explosivos era mucho más modesta que la de ahora: “apenas” 60 kilos.
Fuentes del Ministerio del Interior aseguraron que, esta vez, el blanco era el estadio Santiago Bernabeu, del Real Madrid. Pero el presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Xabier Arzalluz, puso en duda que semejante bomba estuviese destinada a ETA, y disparó directamente contra el ministro Mayor Oreja. “A él le gustaría que hubiese explosiones”, atacó. “Es evidente que rompe la lógica, rompe las normas, los esquemas.Es imposible contestarle porque, al final, uno se da cuenta de que cuando se pierde el norte se pierde el norte”, fue la contrarrespuesta de Oreja.
Mientras tanto, la policía francesa trata de averiguar de dónde salieron los 950 kilos de explosivos de la primera “furgoneta-bomba” descubierta. Los sospechosos son dos vascos y presuntos etarras detenidos la semana pasada, Aitzol Gogorza Otaegui y Patxiku Guimón. El 28 de setiembre, un comando armado de ETA robó más de ocho toneladas de explosivos de una fábrica de Plévin, en la localidad francesa de Bretaña. Y la furgoneta interceptada el lunes fue robada en Grenade, a 15 kilómetros de Mont de Marsan, donde Gogorza y Guimón fueron arrestados. A tanto llega la investigación que la policía publicó en el diario Sud Ouest un llamado a la población para conseguir datos. El primer wanted vasco está en marcha.

 

 

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