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El fuego cruzado por la represión en Corrientes deja sus esquirlas

 

Storani acusó a la policía de distribuir armas y desligó del tiroteo a Gendarmería, que a su vez apuntó a grupos de izquierda.

 

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Por Fernando Almirón
t.gif (862 bytes)  El ministro del Interior, Federico Storani, acusó ayer a la policía de Corrientes por la muerte de dos jóvenes durante los enfrentamientos armados en esa provincia cuando la Gendarmería desalojó el piquete que los estatales mantenían sobre el puente General Belgrano. "Un sector de la policía correntina distribuyó las armas de bajo calibre" que se usaron durante el tiroteo, dijo, ratificando la información proporcionada hace una semana por Página/12.

 

El funcionario también señaló como posibles responsables de los homicidios a los grupos de izquierda que acompañaban a los manifestantes, a los que denominó "infiltrados". Antes y después Storani se ocupó de desestimar las versiones que aseguraban que los disparos provenían del sector controlado por la Gendarmería. "Es un razonamiento perverso", advirtió. Adujo que las víctimas fueron alcanzadas por balas calibre 22, que no forman parte del armamento de la fuerza. Sin embargo los gendarmes cuentan con ese tipo de armamento: balas y carabinas 22, las que utilizan para sus entrenamientos de tiro, entre las que se incluye un tipo de munición especial denominada 22 hornet o magnum, ideal para ser utilizada por francotiradores. No se conocen medidas procesales del juez Elías Saade para avanzar en la investigación de las muertes de Francisco Escobar y Mauro César Ojeda.

Los voceros de la Gendarmería parecen estar muy preocupados por los grupos de izquierda Patria Libre y Venceremos, que desde hace meses participan del conflicto correntino a tal punto de instalar una carpa en la denominada "plaza del aguante". Hace dos días, el jefe del destacamento móvil 2 de la Gendarmería nacional, José Antonio Caruso, aseguró que "estos infiltrados nos tendieron una emboscada a nosotros y a la gente que se manifestaba con la intención de provocar un caos". Caruso, que participó en la represión sobre el puente, aseguró además que "los disparos comenzaron cuando la Gendarmería se apostó en la avenida 3 de Abril", fuera de la vía interprovincial que en esos momentos ya se encontraba liberada. Ni una palabra de la policía.

El comandante Caruso reconoce en su defensa un dato importante, que el Gobierno niega: los efectivos se ubicaron después del desalojo sobre la avenida 3 de Abril, donde desemboca una de las salidas del puente y hacia donde fueron empujados los manifestantes durante la represión. Sólo la Gendarmería sabía que ése sería el sector desde donde se impediría a la gente intentar una nueva toma de la vía interprovincial. La Gendarmería ocupó la avenida 3 de Abril, entre la bajada del puente y la calle Chaco, la que los separaba de los manifestantes. Este cronista pudo constatar en la esquina que fue la frontera del combate las huellas del tiroteo en un cartel de chapa de dos metros de alto por un metro cuarenta de ancho. En él se pueden observar claramente siete impactos de bala que quedaron marcados sobre la pintura negra donde un comercio anunciaba sus ofertas en tiza. La dirección de los tiros es más que evidente: pegaron en el lado del cartel que estaba orientado al sector controlado por la fuerza de seguridad. Incluso algunos de los impactos llegaron a perforar de lado a lado el chapón.

El especialista en temas militares y derechos humanos José Luis D'Andrea Mohr le aseguró a este diario que "la Gendarmería cuenta con una dotación de carabinas calibre 22, que utiliza para abaratar los costos de entrenamiento de tiro de su personal". Según D'Andrea Mohr, ex militar, el armamento de los gendarmes posibilita utilizar una munición calibre 22 pero con una potencia diez veces superior a la que se usa normalmente. "Las balas 22 Hornet pueden atravesar una chapa de más de un milímetro de espesor y permiten realizar un tiro recto sin parábola y de alta velocidad. Resulta ideal para operaciones especiales, tales como las de los francotiradores."

Las estadísticas demuestran que la mayoría de las ejecuciones profesionales o magnicidios se llevaron a cabo con munición de bajo calibre. Robert Kennedy fue asesinado de un solo tiro calibre 22 largo. Parece ser la bala elegida por los profesionales.

 

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