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El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

Ideas-fuerza

Se usa bastante la expresión “idea-fuerza”, no siempre con conciencia de su significado. A veces se supone que designa una idea con vigor propio, otras una idea que encierra un proyecto importante. Tampoco se sabe de dónde viene. Conozco a un chanta que, como es usual en los chantas, dice: “esa la inventé yo”. Lo concreto es que la palabrita comenzó a circular en 1890, con el libro El evolucionismo de las ideas-fuerzas, de Alfred Fouillée (1838-1912). Las ideas-fuerza son fuerza ellas mismas, y su carácter intensivo es capaz de mover “a un pueblo con el empuje de cualquier otra fuerza”. Son pensamientos que desencadenan acciones. En el país tomó esa noción el médico y ensayista José María Ramos Mejía, en un libro clásico de la sociología argentina, Las multitudes argentinas (1899), y la aplicó a la categoría emancipación. También el jurisconsulto Rodolfo Rivarola, en Diccionario manual de instrucción cívica y práctica constitucional argentina (1934), donde la aplicó a independencia argentina y emancipación sudamericana. ¿Hay ideas-fuerzas en la economía? El uso del espacio apareció con la noción de desierto, generadora de sensación de impotencia y también de crueles planes de supresión del aborigen: “el desierto nos vence”, escribía Avellaneda en 1862. Las instituciones públicas aparecen con la idea de Estado: “En Buenos Aires me acordaba de Berlín, porque veía por dondequiera el perfil jurídico y de gendarme de las instituciones públicas”, escribió Ortega (1929). Las fluctuaciones económicas se cifran en la palabra crisis: “palabra que todos le repetían con acento febril, refiriéndole el desastre, el hundimiento ocurrido aquel mes, la ruina de mil familias hasta ayer opulentas” (Martel, 1890). La formación de capital humano se expresa con el término educación, elaborado por Belgrano y Sarmiento. La implantación de industrias nuevas y defensa de las existentes, por la idea de proteccionismo, expuesta por Pedro Ferré, Vicente Fidel López y Carlos Pellegrini. Asimismo, las ideas de convertibilidad, plan e inflación tuvieron peculiar fuerza en esta joven nación, de apenas dos siglos de vida, cuya sociedad anheló desde siempre crecer con estabilidad, igualdad y justicia.


Estadística

La estadística es, con la matemática, uno de los auxiliares más potentes de la ciencia económica. Su desarrollo en el país se remonta a los esfuerzos de Manuel Belgrano. Este, en sus memorias del Consulado se propuso describir cada año una de las provincias del virreinato. Su primera memoria (1795) estuvo formada por proposiciones generales, no por descripción de provincia alguna, “por no hallarme aún en condiciones suficientes”. Su declaración “No conozco el país” no sólo marcaba una carencia propia, sino la carencia de datos de parte del gobierno virreinal: “entretanto conozca con más fundamento mi patria ... mientras no tenga otros conocimientos que los que me asisten”. Promovió censar la economía rioplatense a fin de orientar la labor gubernativa, un “Plan Estadístico”, que anunció en su memoria de 1804. El mismo encabezó un esfuerzo prolongado hasta 1810. En 1808 los trabajos preparatorios proseguían, con apoyo del virrey Liniers. Se instaría a los curatos de las provincias que componían el virreinato a suministrar dos tipos de “planos”: planos geográficos y planos estadísticos. Sobre estos últimos, en la comunicación a los responsables locales se les pedía llenar con la mayor exactitud posible las casillas, voz que sugiere que por “plano (estadístico)” se entendía “plana”, o más precisamente “planilla”. Belgrano trabajó en 1808 en el “borrón del exemplar del plan estadístico”, y el “modelo”, impreso en 1809, se remitió a gobernadores y clérigos a cargo de curatos, a fin de que en él “con la menor incomodidad posible se apuntasen por los encargados las noticias útiles”. Se autorizaba “agregar todo lo que les pareciera oportuno acerca de las noticias pedidas”. Un año después, el Correo de Comercio publicó “Estadística”, artículo donde se instaba a los curatos a devolver el modelo “que imprimió el año pasado”, y a no temer que los datos suministrados se usasen para exigir contribuciones. Rivadavia concretó dos objetivos de Belgrano: enseñar Economía Política y compilar estadísticas. El largo viaje de ambos en 1815 fue propicio para un trasvase de proyectos. Rivadavia creó el Registro Estadístico, el 13 de diciembre de 1821. Su decreto distinguía entre la perfección teórica de la economía política y su aplicabilidad práctica. El papel del conocimiento estadístico era ofrecer datos a la economía política que la hicieran aplicable.