Por Claudio Zlotnik
Poco queda de lo que fue alguna vez. La crisis internacional ha ido menguando el interés de los inversores extranjeros en los mercados emergentes y, poco a poco, los activos de los países en desarrollo han disminuido su participación en las carteras de los fondos estadounidenses y europeos. Ese comportamiento de los brokers, cada vez más intenso a medida que fue avanzando la crisis, ha ido reduciendo el giro en la plaza argentina. Del boom de hace dos años sólo quedan recuerdos y desilusión. Y las perspectivas no son alentadoras.
La devaluación del real a mediados de enero no hizo más que profundizar esa tendencia que se venía dando desde el inicio de la crisis en Asia. En la City, el consenso es que los inversores internacionales mantendrán su reticencia por lo menos hasta que se defina la política económica que implementará Fernando Henrique Cardoso para rescatar a Brasil de su atolladero.
Después de las pérdidas que bancos y fondos de inversión extranjeros contabilizaron por la debacle en Rusia, son pocos los que se dejan tentar con los deprimidos valores de los activos argentinos. Con Brasil sostenido entre algodones temen que se repita la historia.
Atrás quedó el boom pos Tequila, cuando los fondos de inversión se subieron al carro de la expansión económica y apostaban fuerte en el recinto local. En cambio, ahora, los administradores de esos mismos fondos no quieren colocar al menos unas monedas en la rueda sabiendo de antemano que la economía no crecerá este año, además de que es una incógnita el impacto que tendrá la crisis brasileña en el sector productivo. De hecho, el volumen de negocios se encuentra en sus mínimos históricos.
Prueba del desinterés son los datos que acaba de publicar en Londres el Instituto Internacional de Finanzas (IIF). El flujo de capitales privados hacia los países emergentes será este año de 140 mil millones de dólares, por debajo de los 150 mil millones del 98 y a los 260 mil millones de hace dos años. Del total previsto para este año, América latina recepcionará algo más de la tercera parte: 54 mil millones, la mitad de lo recibido en 1997.
Durante el año pasado, la inversión extranjera en las bolsas latinoamericanas resultó de apenas la décima parte de lo que había sido en 1997: 2400 millones contra 24 mil millones de dólares. En el 96, en pleno auge, el flujo de inversiones bursátiles había trepado a los 35.700 millones. Con Brasil a los tumbos no hay motivos para pensar en una recuperación para 1999: en los primeros dos meses del año, los volúmenes en el recinto están estancados en mínimos desde el Tequila y los negocios se restringen a los papeles de las empresas más grandes.
En reemplazo de los mercados emergentes, como el argentino, los brokers despliegan su poderío por el primer mundo. Esa es una explicación al continuo avance de Wall Street que, contra todos los pronósticos, sigue su curso ascendente.