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BUENA MONEDA
La crisis como negocio
El volante es muy llamativo, sobre fondo rojo letras blancas, amarillas y negras. Y con una ilustración para el deseo: muchos billetes de 1000 pesos. La invitación es muy tentadora en estos tiempos de malaria: Nadie le da plata tan rápido y tan fácil. Préstamos en efectivo a sola firma. Desde 200 a 1500 pesos promete Efectivo Sí, sin garantes ni garantías, sin gastos previos -apenas 10 pesos para verificación-, con cuotas fijas en pesos y sin descuentos. Pero, ¿no había que pagar 10 pesos de gastos, que para un crédito de 200 pesos es un descuento de nada menos que el 5 por ciento del monto a recibir? Bueno, no hay que ser tan exquisito: ese aspecto no es relevante para una propuesta tan atractiva para aquellos que necesitan dinero que los bancos les niegan. Lo único que no se informa en ese volante tan bien impreso es un pequeño detalle, que apenas importa cuando uno saca un préstamo: cuánto cobran por ser tan flexibles con la billetera.
Puede ser que no tengan a mano un especialista en matemática financiera para calcular la tasa de interés e informarla en los volantes, que atractivas señoritas distribuyen en las estaciones de tren de Once y Constitución. La curiosidad mata al hombre. Entonces, lo mejor es hacer un pequeño ejercicio con una de sus propuestas de crédito. De ventanilla se retiran 1400 pesos -no hay que olvidarse de pagar 10 pesos para gastos de verificación- pactando devolver 123 pesos por mes durante 24. Al final se terminará pagando 2952 pesos. La tasa de interés resultante es del ¡150 por ciento efectiva anual!
Quienes buscan efectivo inmediato no se detienen a evaluar el nivel de la tasa, que además nunca se les informa, sino que calculan si pueden hacer frente a la cuota mensual que pactan en el crédito. Los requisitos para conseguir el dinero en el acto son mínimos: presentar los dos últimos recibos de sueldo, la boleta de un servicio público para certificar que el domicilio coincida con el documento y ser mayor de 21 años. Efectivo Sí no está sola en este lucrativo negocio que se alimenta de la crisis, otras firmas como Credi Fácil, Credi Logros, Crédito Chacarita y varias más se constituyeron en financieras para pobres ante la indiferencia de los bancos. En la Argentina apenas el 30 por ciento de la gente es usuario de bancos, mientras que, por ejemplo, en España trepa al 90 por ciento. Servicios caros y acceso restringido expulsan del sistema formal de crédito a segmentos que están siendo castigados por la crisis, con empleos precarios y salarios bajos.
Esas financieras para pobres se organizan como Sociedades de Crédito para Consumo, cuyos dueños son financistas con capital propio, sin ningún tipo de control por parte del Banco Central. Como esas entidades no toman depósitos quedan fuera del alcance del Central, que por la ley de Entidades Financieras sólo tiene competencia sobre entidades cuando efectúan intermediación financiera (captar ahorro público para luego prestarlo). Y tampoco son vigiladas por Lealtad Comercial, dependencia de la Secretaría de Industria y Comercio, conducida por Alieto Guadagni. El auge de esas compañías fue posible por el empobrecimiento de amplios sectores de la población. Las zonas donde se instalan se relaciona con el perfil de los usuarios: barrios de concentración de trabajadores, que tienen ingresos que no alcanzan. Esas financieras saben que aquellos que tienen poco cumplen. Si no pagan, ya no tendrán ventanilla adonde acudir. Que la tasa que pagan es usuraria es un tema que poco importa. Los pobres no se quejan.
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