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Por Mariano Ribas

Parece ser que el hombre comenzó a navegar mucho antes de lo que se creía: su debut como especie marinera habría ocurrido en el sudeste asiático, y nada menos que hace 800 mil años. El dato es reciente, pero sus raíces no lo son tanto: todo comenzó hace treinta años, con un aficionado a la arqueología y unas curiosas piedras.

En 1968, el holandés Theodor Verhoeven se encontraba en la isla de Flores, en Indonesia. Y si bien no era un profesional, Verhoeven tenía una sólida formación en arqueología y paleontología, a las que dedicaba buena parte de su tiempo libre. Su hobby lo llevaba de aquí para allá, y de excavación en excavación: así llegó a Flores, y así descubrió los huesos fosilizados de un estegodón (una antigua especie de elefantes). Junto a ellos había unas extrañas piedras, que parecían toscas herramientas. Cuando el holandés averiguó que los fósiles tenían alrededor de 750 mil años, pegó un salto. Es que acababan de abrirse las puertas para un fenomenal descubrimiento científico: si esas piedras eran tan viejas como los restos del animal, significaba que el hombre (por entonces, Homo erectus) había estado allí en aquella época. Pero resulta que el Homo erectus vivía en Asia, y para llegar hasta la isla tendría que haber atravesado un estrecho (conocido como línea de Wallace). Verhoeven resumió todo en una sola idea : los Homo erectus del sudeste asiático fueron navegantes. No había otra manera de cruzar el charco.

Rechazo

Teniendo en cuenta las pistas halladas en la isla, la hipótesis de Verhoeven no parecía disparatada. Pero cuando el holandés la publicó, muchos expertos la recibieron con sonoras carcajadas, nada respetuosas por cierto. Es que hace treinta años, la idea predominante entre los paleoantropólogos era que el hombre recién se le animó al agua hace unos 50 mil años. Y si bien unos cuantos fósiles habían demostrado la presencia del Homo erectus a sólo cientos de kilómetros de Java, los científicos coincidían -mayoritariamente- en que la especie carecía de la organización y el lenguaje necesarios como para armar un cruce en balsas por las turbulentas aguas de la línea de Wallace. Sin embargo, Verhoeven y su teoría del Homo erectus navegante tendrían su revancha.

Nuevos hallazgos, nuevas hipótesis

Desde 1994, un equipo de paleoantropólogos -holandeses e indonesios- viene realizando excavaciones en una zona de Flores, llamada Mata Henge: allí encontraron catorce piezas de piedra, aparentemente talladas, a las que acaban de estimarles una antigüedad de entre 800 y 880 mil años. Y como la técnica utilizada para la datación es de altísima precisión, nadie discute el dato. Sin embargo, todavía no hay consenso acerca de las verdaderas implicancias del descubrimiento. Algunos científicos dicen que las piedras de Verhoeven no son herramientas, sino simples rocas destrozadas. Y que en verdad, el Homo erectus nunca estuvo en la isla. Al fin de cuentas, hasta ahora no se ha encontrado un solo resto humano en la zona. Otros piensan que los erectus pudieron llegar a la isla por casualidad, sobre pedazos de árboles arrastrados por alguna tormenta. O que simplemente el famoso cruce acuático nunca existió, y que la especie llegó hasta Flores mediante algún puente de tierra que la unía al continente asiático, pero que luego desapareció. Como se ve, hay hipótesis de todos los colores.

Buenas evidencias

Sea como sea, hay buenos indicios como para pensar que, efectivamente, las piezas encontradas son herramientas: sus formas son laminares, y hay un aparente trabajo de tallado. Más aún, algunas están hechas de cuarzo, pero resulta que el cuarzo no existe en esa zona, lo que lleva a pensar que las herramientas fueron construidas fuera de la isla. Pero la teoría del Homo erectus navegante no sólo se apoya en unas cuantas piedritas sospechosas: también hay pistas indirectas que delatarían su presencia en Flores: los estegodones pigmeos y las tortugas gigantes que vivían allí, se extinguieron hace casi 900 mil años. Y los culpables podrían haber sido los erectus, que habrían llegado a la zona en la misma época. Probablemente se trató de la primer extinción de especies provocada por el hombre.

¿Una especie sin muchas luces?

El Homo erectus -o la especie que lo precedió- parece haber surgido en Africa hace casi 2 millones de años. Fue la época en que se produjeron los primeros éxodos humanos desde Africa hacia el resto del mundo. La especie fue desparramándose hacia Europa occidental y Asia oriental, donde se instaló hace 1,8 millón de años. Y si bien es cierto que aquellos humanos primitivos pudieron atravesar miles y miles de kilómetros por tierra (e incluso algún estrecho poco profundo), la teoría clásica los pintaba como seres bastante inútiles, apenas organizados socialmente y con habilidades técnicas casi nulas. Y ni hablar de un lenguaje. El erectus parecía estar a años luz de los modelos humanos más recientes, como los mucho más cercanos, y amigos, Neanderthal. Por eso, y siempre según la historia oficial, difícilmente podrían organizar un cruce acuático.

Reivindicación del Homo erectus

Los paleontólogos holandeses e indonesios no sólo respaldan la teoría de Verhoeven: también aseguran que los pobres erectus no eran tan tontos. Aun cuando el mar estuviese muy bajo, estos hipotéticos pioneros de la navegación deberían haber atravesado 25 kilómetros desde Bali hasta la isla de Sumbawa, y de allí otros 20 kilómetros hasta Flores. Semejante travesía requeriría de coordinación social, de cierto lenguaje y de bastante habilidad para construir embarcaciones. No se trata de tirarle flores porque sí, pero si el Homo erectus llegó hasta Flores, debía ser bastante inteligente. Es más, parece que la especie no sólo fabricaba rústicas herramientas: en el sur de China se han encontrado elegantes hachas de mano (“marca erectus”) que serían la envidia de más de un Neanderthal. Todo esto encaja con otros trabajos que demuestran que el Homo erectus fue injustamente menospreciado.

¿Hasta Australia?

Pero la cosa no termina ahí: es probable que los erectus hayan llegado hasta Australia. Una serie de herramientas -aún no datadas- fueron halladas muy cerca de allí, en Timor (otra isla indonesa). Y tal vez desde Timor cruzaron hasta la isla continente. Así, “saltando” de isla en isla, el Homo erectus pudo haberse extendido desde Asia hasta Oceanía. Una flor de travesía que, en realidad, tuvo sus orígenes más remotos con las primeras emigraciones desde Africa, hace 2 millones de años. Los especialistas no se animan a jugar todas las fichas a favor de las aventuras acuáticas de los erectus, pero la idea, sin duda, es apasionante. Y por eso, los trabajos científicos en la zona siguen y seguirán: el hallazgo o no de huesos fósiles de la especie sería determinante. Si aparecen, seguramente habría que reescribir la primera página de la historia de la navegación.