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“Esto no elimina la cuestión subjetiva de fondo, aportada por el psicólogo, lo que no quita que se pueda estudiar mucho más objetivamente.”

El resbaladizo espacio de la conciencia humana resulta de gran atractivo para los investigadores, a pesar de la dificultad para moverse con seguridad en él. Algunos de los abstractos términos de la psicología, casi imposibles de asir de una manera firme y que sólo parecen poder definirse con nuevos términos aún más complejos que los anteriores, empiezan a encontrar, según la visión más dura de la neurología, alguna explicación capaz de corresponderse con análisis acerca del funcionamiento del cerebro.

Uno de los grandes misterios de la ciencia es entender cómo puede ese montón de neuronas que se ensamblan en el cerebro humano permitir un entendimiento (signifique eso lo que signifique) de, por ejemplo, estas líneas. Si ya cuesta definir qué significa entender, mejor ni asomarse a métodos de almacenamiento de esa información, su evaluación ética y los sentimientos que pueda generar.

A pesar de la dificultad, algunos investigadores insisten en buscar explicaciones. Una de éstas se encuentra en el “Proyecto Comphumana”, que encierra un modelo posible acerca del funcionamiento neuroquímico. Este proyecto, dirigido por el Grupo de Neurosimulación del Departamento de Ingeniería Química, de la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Avellaneda (U.T.N.F.R.A.), junto a un grupo multidisciplinario (ver recuadro), ya lleva 9 años desde su comienzo, durante el cual echaron mano de estudios neurológicos, psicológicos e informáticos que ensayan modelos acerca del funcionamiento de la psiquis y el cerebro y distintos modelos matemáticos que permiten traducirlo a un lenguaje informático. Aunque resulte extraño el resultado de mezclar peras con manzanas es bastante más sabroso de lo que podría esperarse.

Subjetividad material

La idea de “medir” comportamientos, sostienen algunos investigadores de la materia gris, suena a ciencia ficción. Otros estudiosos, afirman que si algo parecido al inconsciente, la conducta, la moral o los traumas existen, cosa que es bastante segura, tienen que “estar” de alguna manera en el cerebro. La opción, no muy tentadora, es creer en la existencia de un alma o un espíritu escondido más allá de lo que la materialidad pueda sostener. El paso siguiente a esta lógica es mezclar psicología y neurología, conjugada con las matemáticas, para ver qué resultados interesantes pueden producirse.

“Por ejemplo”, dice el licenciado en Física y Química Ladislao Bodnar, “términos como psicosomatización pueden ser explicados neurológicamente. Se hicieron pruebas con personas en situaciones de estrés, como puede ser dando un examen, que es una de las situaciones de mayor tensión que pueden existir, y se les inoculó el virus de la gripe. Los niveles de contagio de estas personas fueron mucho más altos que los del grupo de control. Es más, a partir de esta investigación, pudo detectarse el neurotransmisor que afectaba al sistema nervioso y, a su vez, al inmunológico”. Si bien puede sonar un poco mecanicista o simplista, es razonable suponer que el camino es legítimo.

El precio mayor tal vez sea que el orgullo de sentirse algo más que un montón de células correctamente ordenadas quede aplastado en el camino.

Psicomatemáticas y Ciencia Ficción

Carlos Rossi, investigador en Neurosimulación de la U.T.N.F.R.A. y el licenciado Ladislao Bodnar, director del Departamento de Física de la misma facultad, están, desde hace 9 años, apuntando muy alto: investigan la manera en que funciona el cerebro, para establecer un modelo sobre su funcionamiento que permita comprender procesos como el aprendizaje, la memoria, la creatividad e incluso distintas patologías. Aunque todavía falta mucho por investigar, el “Proyecto Comphumana” ya está encontrando sus primeras utilidades dentro de uno de los campos que parecería más permeable a semejante estudio: la psicología. Lacan, al oír hablar de neuronas y transmisores químicos, seguramente se revolvería en su tumba. Los investigadores parecen haber decidido empezar por el bastión seguramente más resistente y presentaron durante 1999 “Modelo Psicomatemático de Evaluación y Descripción de Pacientes en Psicología Clínica y Psiquiatría” a la sociedad psicológica, a través de distintos congresos y seminarios. Esto se debe a que una de las aplicaciones surgidas del “Proyecto Comphumana” es un modelo que actúa cual licuadora donde se mezclan variables medidas en un determinado paciente y, tras un procesamiento, es capaz de dar un psicodiagnóstico. Oh sorpresa, después de muchos afinamientos y testeos, estos psicodiagnósticos realizados matemáticamente, coinciden en el 90 por ciento de los casos con el realizado por el psicólogo.

Aunque las matemáticas son el reino de la objetividad, esto no significa que la subjetividad haya desaparecido ni mucho menos. Las variables procesadas por el modelo son provistas por la evaluación que el psicólogo hace del paciente, la cual, obviamente, no pierde su subjetividad.

Semejante procesamiento de la psicología suena extraño y recuerda a las psicomatemáticas de la serie de novelas iniciada con “La Fundación” de Isaac Asimov que le quitaba sorpresa al futuro previendo comportamientos en los humanos. Pero no es para tanto. Según explica Carlos Rossi: “Lo que necesitábamos era tener el estado psíquico de una persona en números y gráficos para poder manejarlos. Lo que hicimos fue un modelo standard. A este modelo le ingresamos seis factores que el psicólogo o psiquiatra evalúa sobre el paciente poniéndole un puntaje. Estos son parámetros universales que se evalúan en las distintas escuelas como la psicoanalítica, conductista, psicopedagógica, sistémica, y que nosotros tomamos. Estas variables fueron ‘medidas’, con un importante grado de subjetividad por parte de los psicólogos de las distintas escuelas, en los pacientes. Todos los terapeutas tenían al menos 15 años de experiencia y no conocían qué hacíamos nosotros con esas variables. La idea era ver si el modelo matemático que habíamos hecho devolvía como resultado, a partir de la información recopilada por el psicólogo, lo mismo que él veía. Después de muchas pruebas logramos un margen de coincidencia de más del 90 por ciento con los diagnósticos de los psicólogos. Para poder llegar a esto tuvimos que comprender primero muchos de los mecanismos del funcionamiento del cerebro.”

Después de años de discutir qué es un psicótico o un paranoico, parece bastante inverosímil que una computadora pueda dar un diagnóstico preciso. Pero, como agrega Rossi, en realidad “esto no elimina la cuestión subjetiva de fondo, aportada por el psicólogo, lo que no quita que se pueda estudiar mucho más objetivamente.” De hecho ya hay un software disponible y que ha sido presentado con mucho éxito tanto en congresos de psicología como de informática (ver recuadro) y que promete transformarse en una suerte de tablita de conversión para intercambiar diagnósticos entre distintas escuelas.

Conciencia y firmware

Semejante utilización de la informática para “medir” matemáticamente procesos subjetivos sigue pareciendo una idea bastante improbable. Deja una sensación de que el hombre es sólo una suma de neuronas que se conectan mecánicamente y en la que éste es sólo un producto ya determinado neuroquímicamente, lo que resulta si no inverosímil, al menos bastante dañino para la propia imagen. “No es tan así.” explica Ladislao Bodnar, “El cerebro tiene propiedades emergentes que no están en ninguno de sus componentes. La conciencia no está en las redes neuronales, pero surge de alguna manera en la mezcla de todo el proceso neuronal e incluso lo modifica. Es decir que existen las conexiones neuronales que producen un pensamiento y éste, a su vez, modifica esas conexiones que lo habían producido. Para ser más claros, pongamos un ejemplo: si querés memorizar algo y lo repetís constantemente ese proceso que está a nivel de conciencia produce un cambio a nivel químico y neuronal que es el de establecer lazos más fuertes entre las neuronas que están para recordar eso. Cuando el hombre nace, tiene el cerebro prácticamente virgen y sólo sabe hacer algunas funciones básicas como respirar, digerir, etc.. Durante el proceso del aprendizaje, es decir de su relación con el entorno, ese cerebro se va moldeando y modificando las conexiones entre sus poblaciones neuronales (grupos de neuronas encargados de procesar determinadas informaciones).” “Es decir que un estado del cerebro genera una conducta que, a su vez, modifica ese estado inicial. Por eso, decir que el hombre no tiene más conciencia que la que sus neuronas determinan es simplista y la cuestión es, en realidad, mucho más compleja”. Si se logra una comprensión del funcionamiento del cerebro, aunque sea rudimentaria y se logran reproducir algunas de estas características emergentes, es posible establecer avanzar algo en la comprensión del funcionamiento del cerebro. “De lograr sistemas autónomos similares en informática todavía estamos muy lejos. Lo que podemos hacer es lograr comprender algunas cosas acerca de cómo funciona el cerebro e imitar algunos resultados. La gran diferencia entre el cerebro y las computadoras es que en las máquinas tenemos un hardware y un software que ya están determinados y no cambian o lo hacen mínimamente. El cerebro, en cambio, es una interacción entre eso que podríamos llamar software, que es lo aprendido, y el hardware, el cerebro. Esta interacción produce algo totalmente distinto y flexible que llamamos firmware, inimitable informáticamente.”

Psicomatemática aplicada

La utilidad de este proyecto, como todos los de ciencia básica, es importante. En principio los investigadores están logrando abrirse paso en uno de los lugares que podría suponerse más resistencia: los psicólogos. Al respecto cuenta Carlos Rossi que con el “Modelo Psicomatemático de Evaluación y Descripción de Pacientes en Psicología Clínica y Psiquiatría” ya ganaron varios premios internacionales. Respecto de la función específica del software que utiliza la psicomatemática, Rossi explica: “Lo que buscamos es comprender los correlatos de determinadas patologías sobre las redes neuronales que las procesan, es decir la simulación de los procesos cognitivos superiores. Es el único simulador que abarca cuestiones psicológicas y neurológicas en un solo simulador. Para ello tuvimos que desarrollar nuestras propias fórmulas matemáticas, ya que ninguna de las creadas hasta el momento servían para los resultados que nosotros estábamos buscando”. Uno de los obstáculos que debe salvar el proyecto es que no hay ningún otro standard mundial y ser los Indiana Jones del área es una tarea que hace todo doblemente difícil. Para evitar que algún otro meta mano en sus ideas, en lugar de un látigo, Bodnar y Rossi están pensando en publicar un libro con los resultados que obtuvieron hasta ahora, y utilizarlo como una suerte de derecho a la propiedad intelectual.

Otras de las ramas que pueden salir de este árbol llamado “Proyecto Comphumana” es informática, aunque estos nuevos sistemas de hardware que aprenden y evolucionan a la manera biológica ya están siendo investigados por otros grupos en el mundo. Un chip que logre aprovechar los nuevos algoritmos que imitan la forma de pensar del cerebro permitiría velocidades y resultados increíbles. Por ejemplo, en lo que hace al almacenamiento de información el sistema que utiliza el cerebro humano es mucho más poderoso que el de la computadora, porque no repite información. Cuando algo cambia el cerebro agrega el cambio a lo que ya estaba sin agregar toda la información de nuevo.

Abismo

Los modelos que intentan explicar el funcionamiento del cerebro humano siguen avanzando. Algunos son un poco más rígidos y miden y computan. Otros aseguran que el reino de la psiquis está hecho de metáforas y sólo otras pueden explicar su ambigüedad. El “Proyecto Comphumana”, aunque cercano a la inteligencia artificial, está abriendo su propia brecha dentro de esta inmensa caja negra que es el cerebro por su parte más escabrosa, la que cruza a través de las emociones y la motivación. Como todo trabajo pionero el esfuerzo es doble, porque no sólo hay que luchar contra la parquedad del objeto de estudio para revelar sus secretos, sino también contra los prejuicios y sólo el tiempo dirá si el camino es el correcto. Lo que piden los investigadores es objetividad y, como repiten muchas veces a lo largo del reportaje, “a las pruebas hay que remitirse”. El éxito obtenido hasta el momento es auspicioso y el imposible parece, al menos posible. Si se siguen logrando resultados, tanto en este proyecto nacional como en los de otros países acerca del funcionamiento del cerebro, tal vez el hombre deba asumir que realmente no tiene mucho más que su materialidad tangible y concreta para explicar su propia subjetividad. Signifique esto lo que signifique.