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Historias y novedades sobre el café

Por M. R.

Una mañana cualquiera, de un día cualquiera del año 850, y en el noreste africano, un pastor observó que muchas de sus cabras mostraban una extraña conducta: corrían, saltaban y parecían muy nerviosas. Al principio, el hombre sospechó que sus animales estaban enfermos, o que simplemente se habían vuelto locos. Enseguida descubrió que sus cabras habían estado comiendo los amarillentos granos de unos arbustos de la zona. El pastor inmediatamente intuyó una relación causa-efecto entre los pequeños frutos y la locura de sus cabras. Entonces, con arriesgado espíritu científico, se lanzó a comprobar su latente hipótesis. Juntó unos cuantos granos y se los comió: no eran gran cosa, pero tampoco estaban tan mal. Eso sí, eran bastante duros, y por eso decidió hervirlos en agua para ablandarlos un poco. Luego, los probó, y no sólo eso, también bebió un sorbo de esa agua, ahora algo oscurecida por los granos. Al cabo de un rato, el pastor africano sintió cierta euforia, y sonrió al darse cuenta de que su sospecha era correcta. Pasaron muchas horas antes de que pudiera dormirse. Este episodio, detalle más, detalle menos, ocurrió en Etiopía, más precisamente en la provincia de... Kaffe.


Una bebida estimulante

La historia del pastor, las alegres cabras y las mágicas bolitas amarillas fue el puntapié inicial en la historia del café, hoy en día, quién lo duda, una de las bebidas más populares del mundo. Esta infusión siempre se caracterizó no sólo por su buen sabor y su excelente capacidad para convertirse en excusa de más de un encuentro, sino también por sus efectos sobre el organismo. Y si no, pregúnteles a las cabras. Como es bien sabido, la planta del café (el cafeto) posee, en casi todas sus variedades, generosas cantidades de cafeína, un alcaloide que actúa directamente sobre los sistemas nervioso –estimula la actividad cerebral– y circulatorio. Esta sustancia no es exclusiva de la planta de la que deriva su nombre: también está presente en el elegante té, y en la compañera y criolla yerba mate. Sin embargo, y debido a su mayor presencia, lo habitual es asociar a la cafeína con el café. Y al café, con los efectos de la cafeína: ¿quién no ha pensado en una buena taza de café cuando por h o por b hay que quedarse despierto toda la noche?


Sabor y cafeína

Pero también, y por distintos motivos, hay quienes gustan tomarse un cafecito sin tener que tomarse la cafeína. Por eso se inventó el café descafeinado, que se obtiene gracias al tratamiento de los granos –sin tostar– con agua muy caliente o fuertes corrientes de vapor. Otra variante, menos usual, es la extracción del alcaloide mediante dióxido de carbono. Estos procesos generalmente dañan los granos, y no sólo eliminan a la cafeína, sino también a algunos de los compuestos químicos responsables del sabor. Por eso, el resultado no es el mejor: café sin cafeína, sí, pero bastante “lavado”. Pero ahora, la ingeniería genética está a punto de cambiar la historia de la milenaria bebida negra: muy pronto habrá café sin cafeína... y de buen sabor. Al menos ésa es la flamante promesa de un grupo de genetistas de la Universidad de Hawai: hace unas semanas, y en un invernadero hawaiano, estos científicos plantaron los primeros cafetos –de tipo comercial– libres de cafeína. Y dentro de un año podrán “probarse” los resultados.


Café genético

 Si bien es cierto que existen ciertas clases de cafetos salvajes carentes del alcaloide, será la primera vez que esto ocurra –de modo artificial, claro está– con la variedad conocida como Coffea arabica, la especie cafetera más conocida: de ella proviene el 60 por ciento del café que se consume en el mundo. Hace poco, estos investigadores norteamericanos dieron con la clave del asunto: identificaron el gen maestro de la planta que fabrica una enzima, la xantosina-N7-metil transferasa, que es la que desencadena la producción de la cafeína. Y entonces, “silenciaron” al gen con otro que obtuvieron de una bacteria (la Agrobaterium tumefaciens) y que bloquea su función. Este trabajito de ingeniería genética permitirá que los ejemplares de Coffea arabica tratados produzcan granos con tan sólo un 3 por ciento de la cantidad normal de cafeína. Y con todo el sabor del café común. Si ésta les sale bien, los científicos de Hawai ya tienen planeada la próxima jugada: inventar el té sin cafeína. Al fin de cuentas, no les será tan complicado, porque el gen que controla su producción es el mismo en ambas plantas. Por ahora, sólo se trata de un experimento, pero los genetistas cafeteros se tienen mucha confianza. Y es probable que a principios del año 2000 su criatura comience a desparramarse por todo el mundo: el café rico y sin cafeína está en camino.