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El bebé 6000 millones llega tarde

Por Por Agustín Biasotti

Los estadísticos de Naciones Unidas deberán apurar unos cuantos cigarrillos más mientras esperan frente a las salas de partos del mundo: contra todas las predicciones, el bebé número 6000 millones llegará con 4 meses de retraso. Como si la impuntualidad fuese su regla, es la segunda vez que este esperado parto se pospone: en 1990 la agencia de Población y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (PNUD) advirtió que ocho años más tarde el imparable crecimiento demográfico cargaría a nuestro superpoblado planeta con 6000 millones de almas (con sus respectivos cuerpos, que son los que pesan y ocupan más espacio), fecha que más tarde fue pateada a junio del presente año. Ahora y según las nuevas proyecciones de la PNUD, octubre parece ser el mes elegido.

Todo hace suponer que la amenaza del crecimiento demográfico se ha detenido, al menos por el momento, mientras que a principios de esta década la población mundial sumaba 100 millones de personas cada año, actualmente suma nada más que 78 millones.

Buenas y malas

Pero, ¿cuáles son las causas que retrasan el nacimiento del ser humano número 6000 millones? Estas se reparten en dos grupos: las buenas y las malas. Mejor empezar, tal como indica la costumbre, por las buenas. La desaceleración del crecimiento de la población mundial que se está experimentando actualmente es posible gracias a la extensión de los métodos anticonceptivos, al mayor acceso de la mujer a la educación y a la planificación familiar. Datos estadísticos pertenecientes a la Fundación Rockefeller ilustran en parte estas tendencias que al menos se cumplen en los países desarrollados: en estos últimos, el acceso a la planificación familiar ha saltado de un 10%, correspondiente a los años 60, a un 50%.

Pasemos entonces a las malas. En 1998, la pandemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Humana Adquirida (SIDA) siguió aumentando el número de sus víctimas. Según Kurt Frieder, presidente de la Fundación Huésped, se calculan 1,3 millones de muertos en el mundo durante el año pasado por esa causa. Un informe de la ONU de fines del año pasado dejó pocas dudas sobre el nivel de impacto del sida en el continente africano. En Botswana, por ejemplo, la esperanza de vida se estimaba en 61 años en 1993, mientras en 1998 llegó a apenas 47 años y las perspectivas a futuro son aún más desalentadoras. Un programa de la ONU sobre sida calculó que en el 2000 ésta será la principal causa de muerte en el mundo en adultos del Caribe y Latinoamérica, aun por encima de los accidentes. Todo, por supuesto, en tanto no se encuentre una vacuna eficaz o un tratamiento que dé resultados positivos.

A no bajar la guardia

Por más que el advenimiento del bebé 6000 millones se haya retrasado una vez más, tampoco hay que cantar victoria. Ya que en cualquier momento, los engranajes que movilizan el crecimiento demográfico pueden volver a tomar velocidad.

En un encuentro sobre población que se llevó a cabo durante los primeros días de febrero en la ciudad de La Haya, el doctor Brundtland, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió que cada año al menos 2 millones de mujeres que no quieren quedar embarazadas no tienen al alcance de su mano la forma para prevenirlo. Mientras que las tasas de natalidad de los países desarrollados han descendido drásticamente como resultado de las tendencias arriba mencionadas, en las naciones más atrasadas cada mujer da a luz ente 4 y 7 hijos.

Como si esto fuera poco, actualmente unos 1000 millones de personas -una sexta parte de la población- se encuentran en edad reproductiva, lo que permite predecir para el año 2050 un importante crecimiento de la población mundial.

Sólo queda esperar que cuando el niño 6000 millones llegue tenga buen peso y goce de buena salud.