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Globalización y medio ambiente

Nueva ola de inmigrantes

Por Sonia Santoro*

Así como la Argentina de principios de siglo recibió oleadas de inmigrantes que venían a “hacerse la América”, sobre el fin del milenio sus aguas se han visto invadidas por millones de moluscos extranjeros.

La diferencia radica en que la presencia de los mismos, más que crecimiento económico, implica cuantiosas pérdidas para el país. El nombre de la nueva especie visitante es Limnoperna fortunei. Se trata de un mejillín de agua dulce, de no más de tres o cuatro centímetros, que proviene de los ríos de Asia. En 1991 se registró su presencia en el Río de la Plata, en una playa del partido de Berisso. Y desde entonces, por sus características de especie invasora, se ha reproducido y diseminado aceleradamente.

Ese año, por ejemplo, se registraron de 3 a 4 individuos por metro cuadrado en el balneario Bagliardi, al sur de La Plata, y en 1993 llegó a picos de 80.000 por metro cuadrado. En la actualidad se encuentra distribuida en el Río de la Plata, desde Zárate hasta Punta Piedras, y en el río Paraná inferior.

Según un informe de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEyN), el crecimiento explosivo está provocando graves problemas en las plantas energéticas e industriales que necesitan agua de los ríos afectados. Ya provocó problemas a las plantas Atucha, Aguas Argentinas, Siderca, Central Puerto y San Nicolás. Esto se debe a que coloniza toda superficie dura, desde cañerías y rejillas hasta cascos de barcos.

El doctor Demetrio Boltovskoy, profesor asociado de la FCEyN de la UBA, comenta que está asesorando a la planta nuclear Atucha I, donde la colonización de cañerías de agua de refrigeración por parte del bivalvo está provocando serios problemas de taponamiento de filtros. “Por un lado -explica Boltovskoy- estamos estudiando el ciclo de reproducción del Limnoperna para ver en qué época se reproduce con más intensidad. Por otro, estamos viendo qué tóxicos se pueden utilizar para eliminarlos sin dañar el medio ambiente, teniendo en cuenta la necesidad de que sean viables económicamente para la empresa.”

Cómo llegan

Una pregunta que cabría hacerse es cómo una especie originaria de los ríos de Asia apareció en las aguas del Río de La Plata. Los especialistas coinciden en que se debe a que en 1991 se incrementó el intercambio comercial entre nuestro país y los orientales China, Taiwán, Filipinas, Malasia e Indonesia; ya que ese comercio se realiza principalmente por vía marítima.

Los barcos cargan agua de lastre en el puerto de partida y luego la desagotan en el puerto de destino, con la que desembarcan también todo tipo de flora y fauna acuática del puerto de origen -incluyendo, por ejemplo, virus y bacterias-. De esta manera habría ingresado este mejillín exótico al Río de la Plata.

Según los especialistas, en su momento hubo un deficiente control de las embarcaciones y actualmente, sólo siete años más tarde, es imposible eliminarlos. La segunda pregunta sería, entonces, quién debería impedir que se continúen diseminando estos moluscos. En la Argentina la introducción de organismos vivos está reglamentada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (resoluciones 902/94 y 903/94). Lo que sucede es que la introducción del molusco no es intencional. Y ante la rigidez de la norma, las autoridades optan por considerar que es muy difícil implementar un control efectivo del ingresode las especies invasoras. Y se limitan a bregar por una mayor asignación de recursos para el sector.

También en el Norte

Desde 1987, EE.UU. ha sufrido la invasión del “molusco cebra”, cuyo comportamiento es similar al del Limnoperna Fortunei. El mejillón apareció en 1986 en los grandes lagos de Canadá y sólo diez años más tarde se lo encontró en el Golfo de México. Se calcula que hasta el momento el impacto económico para ese país es de cinco mil millones de dólares anuales.

Por eso Boltovskoy señala que, además del control por parte de las autoridades, hay que hacer educación pública: “Explicarle a la gente que si traslada un bote de un lugar a otro se fije que el fondo esté limpio, que no lleve agua de un lugar a otro y que no se lleve a estos moluscos como carnada porque todo eso contribuye a propagarlos”. Lo cual, de todas formas, parece un juego de chicos frente al alto poder multiplicador de las especies y al lento trabajo de las autoridades.

Otras especies

Limnoperna Fortunei no está sola en estas aguas. En la década del 60 se introdujeron las especies Corbícula fluminea y Corbícula largillierti, también provenientes de Asia, las cuales ya ocupan los ríos Paraná y Uruguay.

A diferencia del bivalbo que crea problemas en la Argentina, estas almejas viven en suelo arenoso o barro. Pero si hay algo que tienen en común son los inconvenientes que provocan: las tres afectan la biodiversidad local y acarrean graves perjuicios económicos. En EE.UU., donde la presencia de Corbícula fluminea se registró en la década del 30, es calificada como “peste de agua”. Desde entonces ha provocado bloqueo de canales de riego, acumulación de valvas vacías en tanques, contaminación de materiales de construcción (arena y grava) y obstrucción de filtros en plantas potabilizadoras de agua, entre otros.

Tal vez sería hora de que las autoridades dejaran de molestar a los inmigrantes humanos y se pusieran las patas de rana para hacer una razzia en el Río de la Plata.

* Cátedra de Periodismo Científico, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.