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¿Rastros fósiles en dos nuevas rocas?

Vuelven los marcianos

En agosto de 1996, un grupo de científicos de la NASA anunció haber encontrado rastros de vida en una roca marciana, produciendo gran revuelo. Después, la noticia se difuminó, y prevalecieron los dudas sobre la realidad del hallazgo. La hipotética vida en Marte parecía esfumarse. Pero ahora, el problema vuelve a la luz: rastros similares parecen haberse encontrado en dos meteoritos más. La vida en Marte tiene una nueva chance.

Por Mariano Ribas

Hace miles de millones de años, Marte era un escenario casi ideal para la vida: tenía una atmósfera robusta, una temperatura aceptable, y fundamentalmente, era un mundo surcado por caudalosos ríos, lagos y posiblemente, hasta enormes océanos. Agua por todas partes. Más o menos en las mismas condiciones estaba su prima, la Tierra. Lo que pasó aquí, ya se sabe, pero lo que pasó allí, es mucho más difícil de averiguar. Desde aquel pasado remoto las cosas han cambiado en el planeta rojo: hoy en día, es un mundo seco, frío y desolado por donde quiera que se lo mire. El agua brilla por su ausencia y su atmósfera es tenue y frágil. Y aparentemente, no hay nada vivo en su superficie. Pero tal vez lo hubo: en agosto de 1996, un grupo de científicos de la NASA anunció que una roca marciana, encontrada en la Antártida, mostraba claros rastros de diminutas y antiquísima formas de vida. ¿Fósiles de microbios marcianos? Parecía una noticia impresionante. Tanto que, poco antes de morir, el inolvidable Carl Sagan llegó a decir que, si se confirmaba el hallazgo, “sería el descubrimiento más importante de la historia de la ciencia”.

La polémica sobre ALH 840001

Por aquel entonces, los partidarios de la hipótesis marciana decían que la piedra mostraba cuatro claras líneas de evidencia: la presencia de material orgánico, la existencia de carbonato de calcio, la compatibilidad de este compuesto con un muy posible origen biológico y, lo mas atractivo de todo, el hallazgo de llamativas estructuras con forma de gusanitos microscópicos, bautizadas por los investigadores como “formas microfósiles”. Desde entonces, la famosa piedra, llamada ALH 84001, fue analizada una y otra vez. Pero con distintos resultados: muchos científicos dijeron, y aún lo sostienen, que todo lo que se observaba en ella bien podía ser el resultado de simples procesos químicos que nada tienen que ver con la vida y que el meteorito marciano bien pudo haberse contaminado aquí en la Tierra, donde permaneció 13 mil años hasta que fue encontrado.

Ahora, cuando aún continuaba la polémica, un nuevo anuncio viene a fortalecer las sospechas iniciales: hace unos días, durante la 30 Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria, un grupo de científicos de la NASA informó que dos meteoritos provenientes de Marte contendrían microfósiles. Ya no es uno, son tres. Entonces, el asunto ya toma otro color. Bien rojo, claro.

Nakhla y Shergotty

Los dos protagonistas de la nueva fiebre marciana se llaman Nakhla y Shergotty. Son pequeñas rocas que, por su aspecto y estructura, parecen indiscutiblemente propias de Marte. De hecho, se parecen mucho a las que pudieron estudiar in situ las naves Viking I y II, en 1976, y más recientemente, en 1997, la Mars Pathfinder. Según los expertos de la NASA, las dos piedras muestran detalles muy llamativos. Es más, David McKay -uno de los investigadores que hizo el anuncio- dijo que cuando se observa a Nakhla con un microscopio electrónico pueden verse claramente pequeñísimas formas redondeadas y ovaladas dentro de algunas de las grietas de la piedra. ¿Son microfósiles? “Puede ser, pero todavía no lo sabemos” aclara el prudente McKay. Hay un detalle que hace que esta hipótesis sea viable: estos diminutos globitos están repletos de óxido de hierro, algo que ocurre habitualmente cuando los microbios se mueren y sus células se mineralizan. Pero hay algo más: su tamaño. Estos candidatos a fósiles miden unas décimas de micrón de diámetro, casi lo mismo que las bacterias terrestres.

Otro punto interesante es que, a diferencia de ALH 84001 y la más reciente Shergotty, que permanecieron durante miles de años hasta ser descubiertos, Nakhla es un meteorito de Marte que fue recuperado no bien cayó a la Tierra, en Egipto, el 28 de junio de 1911. Por lo tanto, tuvo mucho menos tiempo de contaminarse con posibles microorganismos o sustancias terrestres. Es más, el fragmento de Nakhla analizado por McKay proviene de una capa interna intacta, que fue abierta recién el año pasado, y bajo condiciones de altísima esterilidad. Sea como fuere, todavía hay que estudiar más en detalle a sus posibles microfósiles marcianos para descartar, o no, la posible contaminación terrestre. En principio, Shergotty también presentaría claras evidencias de formas de vida y llamativas características que la emparientan con ALH 84001 y Nakhla. Pero esta roca marciana aún está comenzando a ser examinada.

¿Marcianos de distintas épocas?

La impresionante edad de ALH 84001, unos 4000 millones de años, hacía pensar en hipotéticas formas de vida de similar antigüedad. Pero resulta que las nuevas piedras son mucho más jóvenes: Nakhla tiene 1300 millones de años, y Shergotty “apenas” 165 millones de años. Atando cabos, la conclusión es fácil y sale sola: si los microbios fósiles realmente están allí, en el corazón de esas tres rocas deformes, pertenecerían a distintas épocas de Marte. O dicho de otro modo: la vida en el planeta rojo pudo haber existido durante muchísimo tiempo. E incluso es posible que exista aún hoy, porque por lo que se sabe, Marte no ha cambiado mucho durante los últimos cientos de millones de años. Es cierto que en la superficie del planeta la vida sería muy difícil, o directamente imposible, teniendo en cuenta las condiciones actuales (un frío horrendo, una atmósfera escuálida y una total ausencia de agua). Pero bajo tierra, a apenas un par de metros, las cosas pueden ser muy distintas: es probable que los marcianos existan, y sean diminutos seres subterráneos que conviven con el agua líquida, y con temperaturas más amistosas para la vida.

Para confirmar todo este escenario hace falta algo más que buenas evidencias empaquetadas dentro de pequeñas rocas marcianas. Por eso, las próximas misiones espaciales a Marte buscarán vida -o restos de vida- debajo de su oxidado suelo. Incluso, ya se habla de una compleja misión robot que irá al planeta, juntará muestras, y las traerá a la Tierra -en el 2008- para analizarlas. La gran respuesta comienza a asomar. Y cuando finalmente llegue, el maestro Sagan, o su recuerdo, sonreirá.