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Paseo Con Ciencia *

“Un día en que no aprendo nada es un día perdido”, Auguste Lumiere.

Por E.M.

En Valle Hermoso, provincia de Córdoba, frente a la estación de ferrocarril, las sierras ocultan un original paseo en el que, el muchas veces esquivo pensamiento científico se recorre en tranvía. En unas cuantas hectáreas se encuentra condensada una mezcla de física, botánica, recreación, astronomía, historia y otras delicias por el estilo. Una familia porteña comenzó con este proyecto hace ya varios años y después de mucho trabajo logró un resultado que hace pensar que, en la lucha por que la ciencia sea interesante, la creatividad no es una virtud menor.

Ciencia en Punilla

Osvaldo Pedro Ferreiro, un ex profesor de matemática y física de 61 años, comenzó en 1992 a armar un lugar donde la ciencia no fuera lo mismo que un pizarrón lleno de una jerigonza inentendible. Para construirlo eligió el tranquilo valle de Punilla, en donde encontraría el espacio necesario y un ambiente relajado que ayuda a la reflexión sobre distintos fenómenos.

Desde el comienzo del proyecto de ciencias el cómo fue tan importante como el qué, por lo que todos los detalles fueron cuidados. Un tranvía de tipo “jardinera” (abierto a los costados), diseñado especialmente para el lugar, es el que transporta al público por las distintas partes del paseo, a través de distintos tipos de árboles con su nombre visible. “Muchos de los árboles que aparecen en chacareras o zambas en realidad fueron traídos de la India o China y poca gente lo sabe”. La construcción del tranvía estuvo a cargo de la familia (dos hijas y un hijo, todos profesionales o técnicos), con la ayuda de un herrero amigo. Osvaldo Ferreiro y su hijo tenían experiencia en el tema, ya que habían colaborado con la reconstrucción del tranvía 652 que actualmente recorre Caballito gracias a la Asociación Amigos del Tranvía.

Otra de las estrellas del paseo -justamente- es el planetario. La construcción fue realizada, también, por la familia Ferreiro, pintura, alfombra, entrepiso, cableado, montaje musical, texto, etc. La colocación de las 300 microlamparitas que simulan el cielo mereció un trabajo especial, ya que además de la colocación exacta en el falso firmamento, también fue necesario calibrarlas y darles el color exacto que tienen las originales. “Todo fue hecho con mucha profesionalidad”, asegura el ex profesor.

La etapa de los porqué

El menú científico se completa con la tercera etapa, ubicada en un edificio que data de 1870 y que fue especialmente reacondicionado durante dos años para el paseo respetando sus características originales. En su interior se logró una circulación continua de 100 metros de largo por seis de ancho, que permite colocar las cien experiencias de la física de todos los días a sus costados (¿Cuántos colores hay realmente en la pantalla de una TV? ¿Por qué tenemos dos ojos? ¿Cómo es posible levantar a una persona soplando? ¿Cómo hacen los bailarines para rotar tan velozmente? etc.). Las respuestas aparecen en experimentos muy bien explicados.

El resultado es una mezcla de paseo al aire libre y la estimulación de la capacidad para observar y asociar fenómenos: es decir, lo que es en realidad la ciencia.

“En 1998 alrededor de 100 escuelas porteñas en viaje de estudios o de egresados fueron al paseo y la evaluación de los chicos fue muy positiva”, cuenta Ferreiro, orgulloso.

Disfrutar y aprovechar

“Finalmente digamos que en la idea de Paseo Con Ciencia hay algo de rebeldía. Pensamos que no es posible enseñar las ciencias sin realidades. Es más, debería comenzarse por ellas como empezó la humanidad. Las piedras, por ejemplo, no caen por la ley de gravedad. La ley de gravedad vino después y es lo que el hombre tuvo que pensar para generalizar y prever la realidad. Los niños y los jóvenes son grandes observadores pero medianos razonadores. Las realidades de la naturaleza son modelos para aprender a razonar”, reflexiona el profesor, como seguramente lo debe haber hecho durante sus años de docencia.

* El teléfono de Paseo Con Ciencia es (03548)470610