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Escondidas astronómicas

Galaxias azules... y disfrazadas

Por Mariano Ribas

Son galaxias a las que les gusta disfrazarse. Y durante mucho tiempo, lograron engañar a los astrónomos. Pero finalmente fueron descubiertas: son un puñado de “galaxias azules”, que estaban catalogadas como simples estrellas de nuestra propia galaxia. Es que realmente parecen estrellas, aun cuando se las observa con los telescopios más poderosos de la Tierra. Sin embargo, su falsa y modesta apariencia estelar no pudo burlar las meticulosas técnicas de la astronomía moderna.

Sorpresa cósmica

A veces, las cosas no son lo que parecen. Y para la ciencia, superar la trampa de las apariencias ha sido una constante a lo largo de su historia. Recientemente, un grupo internacional de astrónomos ha vuelto a confirmar la regla. Todo comenzó hace un año, cuando la cúpula del enorme Telescopio Anglo Australiano (ubicado en el Observatorio de Siding Spring, Australia) se abrió para iniciar una jornada de trabajo. La idea era observar cuidadosamente un grupo de estrellas a las que nunca se les había prestado mucha atención. Y para eso, el equipo de científicos -.ingleses y norteamericanos- acababa de acoplar al telescopio un fabuloso chiche nuevo: el 2 DF, un instrumento que permite analizar la luz de cientos de objetos a la vez, en un área de 2 grados en el cielo (cuatro veces el tamaño de la luna llena). Poco antes del amanecer, el aparatito ya había digerido la imagen de unos mil objetos que, hasta ese momento, se pensaba que eran vulgares estrellas de la Vía Láctea. Pero en medio de ese montón de puntitos de luz había siete particularmente sospechosos. Y cuando los astrónomos se sentaron a estudiar sus espectros luminosos, pegaron un grito: esas “estrellas” no formaban parte de esta galaxia, sino que parecían estar a distancias increíbles, de entre 500 millones y 2 mil millones de años luz.

Desenmascarando galaxias

Primera conclusión: había algo raro. Segunda conclusión: parecían estrellas, pero no podían serlo. El brillo de los siete enigmáticos objetos era bastante respetable, al punto tal que durante años habían sido confundidos con estrellas cercanas. Ninguna estrella, por grande que sea, puede verse tan brillante si está a mil o dos mil millones de años luz de distancia (salvo que sea una supernova, una estrella que explota). A semejantes distancias, sólo pueden percibirse galaxias enteras, y no despistadas estrellas sueltas. Por ahí andaba la cosa: después de un tiempo, los astrónomos descubrieron que no eran estrellas, ni de aquí ni de allá, sino que acababan de tropezar con siete galaxias, hechas y derechas. Tan lejanas que se ven como simples puntos, incluso para el descomunal ojo -de casi cuatro metros de diámetro- del Telescopio Anglo Australiano. Pero había algo más: su luz era muy azulada. Se trataba, ni más ni menos, de “galaxias azules”: agrupaciones estelares bastante exóticas, que hasta hace apenas unos años eran ignoradas olímpicamente por la astronomía.

Islas de estrellas azules

Los astrónomos pensaban que las galaxias azules parecían una especie exclusiva de los confines del universo: todas las que se conocían parecían estar a varios miles de años luz de distancia. Y por eso la sorpresa fue doble, porque no sólo se habían descubierto nuevas galaxias (disimuladas entre el campo de estrellas de la Vía Láctea), sino que también este puñado de esquivos ejemplares azulados estaba mucho más cerca que sus parientas. El aspecto puntual de éstas y aquéllas no sólo se debe a que están muy lejos, sino también a su tamaño: son galaxias bastante chicas, y muy compactas, de “apenas” 5 a 10 mil años luz de diámetro (la nuestra mide unos 100 mil). Y su signo característico es la superpoblación de estrellas jóvenes y muy calientes, que emiten generosas dosis de luz azul (de ahí su color y, obviamente, su nombre).

Futuras búsquedas

El hallazgo de estas galaxias traviesas dispara automáticamente una pregunta: si aparecieron siete revisando apenas un pedacito de cielo, ¿qué pasaría si el rastrillaje fuera mucho mayor? Es muy probable que haya infinidad de galaxias azules anónimamente desparramadas por todo el firmamento, islas de estrellas desconocidas hasta ahora simplemente porque lucen como tímidos puntos de luz. ¿Pero cuántas? Los mismos astrónomos, que anunciaron el azulado descubrimiento, se pusieron a hacer cuentas al respecto. Y calcularon que si se realiza una lenta y minuciosa búsqueda telescópica, que abarque todo el cielo, podrían detectarse la friolera de 200 mil galaxias azules más. Ahora, esta estimación ya se está poniendo a prueba.

Esta historia de las galaxias azules es mucho más que un gran juego de disfraces cósmicos. En realidad, lo que se está intentando averiguar es la forma en que están repartidas las galaxias en el espacio. En definitiva, es un capítulo más en la historia del reconocimiento humano del universo.