Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
secciones

Premio latinoamericano para un museo argentino de ciencia

Puerto Ciencia: conocer y crecer

Por Leonardo Moledo
y Joaquín Mirkin

El Museo Interactivo de Ciencia, dependiente de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), ha ganado el premio bianual otorgado por la Red POP (Red latinoamericana de popularización de la ciencia y la tecnología), probablemente el más importante en el rubro. Y no es poca cosa. Al fin y al cabo, lo que había comenzado como una experiencia universitaria en la Facultad de Ingeniería de la UNER en 1996, se ha transformado hoy en un interesante proyecto de enseñanza científica �interactiva�. Entre los objetivos del proyecto, se encuentran promover la alfabetización del conocimiento y el contacto no formal con la práctica y la experiencia científica. Hace escasos dos días Futuro dialogó con el Ing. Agustín Carpio, director del proyecto, y con el Ing. César Osella, integrante del equipo del museo: �Lo novedoso de este museo es que el visitante ve, explora, toca, mueve, cambia, observa lo que sucede y vuelve a experimentar�. Lo cierto es que el Museo de la UNER se transformó así en un espacio no sólo de divulgación científica sino también en una técnica novedosa de enseñanza científica �a través del contacto con el experimento y el fenómeno mismo� y en el cumplimiento de inserción que la universidad misma debe tener en su entorno social. A continuación, algo de lo mucho que se habló, y algunas curiosidades, como el hecho de que �conviene que los museos de ciencia sean chicos�. �Bueno, ya vio que pusimos lo del premio, hicimos todo el elogio preliminar, ahí tienen las fotos. Ahora cuéntenme algo sobre este museo de la UNER que lleva ya tres o cuatro años. ¿Cuál es la diferencia con otros museos de ciencia?
Carpio: �En este museo lo que nosotros buscamos es que la experiencia que la gente tenga sea netamente interactiva. Que la gente pueda accionar con la experiencia, pueda sacar conclusiones, pueda interactuar con principios científicos. O sea un nuevo concepto de museo, que no sea algo estático, sino dinámico. Y además el museo tiene guías que son alumnos de la facultad. Lo que se busca es que la gente entre a jugar con principios científicos de uso cotidiano.
�Pero que el museo sea interactivo, que no sea estático y que sea dinámico lo dicen todos los directores de todos los museos, entonces ¿cuál es la diferencia?
Carpio: �Bueno que el nuestro es verdaderamente interactivo. Y además...
�Y además ¿qué?
Osella: �Que fue íntegramente desarrollado dentro de la universidad. �Pública.
Carpio: �Se entiende. Depende de una universidad, y la Universidad Nacional de Entre Ríos es la única que tiene este tipo de museos interactivos.
�No es para alegrarse.
Carpio: �Y, no, pero sí para inspirar a otras universidades. Porque es cumplir un poco con lo que es la misión de la universidad. Una de ellas, por lo menos: extensión, educación no formal. Nosotros tratamos de ir con la ciencia adonde está la gente, si la gente no puede venir al museo. Tenemos el museo fijo y el museo itinerante.
�Y el itinerante, cómo es?
Osella: �Bueno, el itinerante tiene muchas de las muestras del museo fijo en escala más reducida que las podemos transportar como lo hicimos durante las vacaciones de invierno en la República de los Niños. Pero además salimos a las poblaciones, digamos, vamos a los pueblos más pequeños, a las ciudades más chiquitas o a las ciudades más pequeñas y también a las ciudades no tan chicas como en este caso, La Plata. Nuestro museo recorrió 40 ciudades en los últimos años entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. Aparte, tenemos la enorme ventaja de que es un museo chico... �¿Y eso es una ventaja?
Carpio: �Sí. Los museos tienen que ser chicos.
�No entiendo.
Carpio: �Es una nueva tendencia que está cobrando fuerza. Un museo de ciencias tiene que ser algo que se renueve. Si uno tiene un museo gigantesco, de 23.000 o 26.000 m2 que exige además un gran mantenimiento, una persona está dos horas y después se pudre.
�Pero no porque sea grande.
Osella: �No, no, porque hay un límite de atención. En el caso del Museo de la UNER, que tiene 800 m2, el visitante no alcanza a estar más de dos horas, dos horas y medio, jugando. Tiempo más que suficiente para que el chico este ahí, se vaya, y vuelva. Porque lo que nosotros queremos es que el chico vuelva año tras año. Y para eso hay que renovar lo que se muestra. Si el chico o cualquier visitante vuelve y encuentra las mismas experiencias, no vuelve más.
�Y si renuevan un módulo o una experiencia, ¿qué hacen con la anterior?
Carpio: �La pasamos a otro museo.
�Si los hubiera o hubiese.
Osella: �Esperemos que deje de ser subjuntivo. La idea que nosotros tenemos dentro de la universidad es armar una red de museos, la experiencia que montamos un año en un lugar determinado, al otro año la queremos mudar a otro lugar. Y después a otro. Al cabo de tres o cuatro años, la experiencia que sacamos en un museo determinado luego tiene otro público. Porque los chicos siguen creciendo, siguen viniendo. En Colombia lo están haciendo: una red de museos en distintas ciudades de Colombia y la van renovando y la van rotando entre sí.
�Y de paso, es una experiencia de rotación.
Carpio: �Algo así.
Osella: �Y otra cosa: la concepción que nosotros tenemos es que el diseño sea muy trasparente, con los elementos constructivos a la vista, sin cajas negras. En los grandes museos, muchas veces hay una cosa muy grandilocuente que aleja al visitante del concepto que uno quiere poner de manifiesto. Es decir distrae la atención la escena misma, lo rimbombante del módulo y se desdibuja el concepto científico que se quiere poner de manifiesto. Otro asunto es la sencillez de los materiales.
�A ver, cuéntenme.
Carpio: �Hacemos cursos de capacitación para maestros y profesores de distintos niveles, pero no son cursos de capacitación tradicional en los que se enseña más física, más química, más biología, más contenido. Lo que enseñamos es cómo se puede enseñar ciencia a bajo costo, con pocos elementos, fabricando el equipamiento. Y esto también es un aprendizaje. Hay maestros que hoy en día no se animan a usar nuevas tecnologías por miedo a romper o a no saber utilizar. Y pueden enseñar principios científicos con elementos comunes, que se encuentran en las ferreterías o en cualquier negocio. Hacer un museo cuesta poca plata. Los equipos interactivos para enseñar ciencia pueden ser muy baratos y sencillos.
�O sea que ustedes son sencillos, transparentes, recorren los pueblos con su museo itinerante... casi parecen políticos en campaña...
Osella: �Somos científicos.
�No se me ofendan.
Carpio: �A veces pienso que si los políticos supieran un poco más de ciencia sería mejor.
Osella: �Por lo menos, el presupuesto para ciencia, técnica y educación sería mayor.
�Eso seguro.