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L
U G A R E S
Cámara
Gesell
¿Qué
lugares eligen los escritores una vez traspuesto el umbral de su casa?
Contesta Guillermo Saccomanno, autor de El buen
dolor.
Por
Laura Isola
Guillermo
Saccomanno no puede elegir otro lugar que no sea Villa Gesell porque desde
hace cinco libros diez años es para mí el lugar
ideal para escribir. Trasladarse a su departamento frente al mar
implica algo más que recorrer los cientos de kilómetros
que lo separan de Buenos Aires: La mayoría de mis textos
son urbanos. La presencia de la ciudad en tanto espacio físico
y conjunto de problemas se deriva de mi experiencia en Buenos Aires. Sin
embargo, en Gesell puedo tomar distancia y perspectiva para escribirlos.
El capítulo Gesell en la vida de Saccomanno se divide en dos etapas:
en los primeros tiempos, el autor de El buen dolor se exiliaba
a escribir en la Villa: Fue y, en gran medida sigue siéndolo,
un lugar de retiro, donde puedo leer sin interrupciones, no tengo televisión
y llevo una vida más austera. Aunque no se conformó
con estar en Villa Gesell como un anacoreta, apartado de todo, y siguiendo
la máxima Todo lugar al que se llega es un territorio a conquistar
que aprendió de Antonio Dal Masetto-, se lanzó a la
batalla de apropiarse de ese pueblo con aire de Twin Peaks.
Entonces, Gesell empezó a formar parte de su literatura: es el
viaje que se cuenta en la novela El buen dolor, es el pueblo con mar de
sus cuentos en Página/30 y, también, el best seller de cada
verano que es El viejo Gesell, su libro sobre la historia del ciudad balnearia.
Ese lugar reflexiona Saccomanno ahora en Buenos Aires
me permite hacerme cargo de la esquizofrenia que padezco. Hay muchos escritores
que se reparten entre el campo y la ciudad: John Berger, por ejemplo,
tiene su casa en el campo y pasa medio año en cada lugar.
Sentirse dividido entre dos espacios no le preocupa a Saccomanno porque
siempre está el mar. El mar significa amplitud, es lo más
parecido a una inmensa página en blanco. Como lector me interesan
los trabajos sobre el mar, desde Michelet hasta Moby Dick. Sin embargo
yo no me meto mar adentro. Prefiero la orilla, el borde, el límite,
porque creo que es el espacio intelectual donde siempre se mueve el escritor.
Otra de las reivindicaciones de la experiencia gesellina tiene que ver
con una interpretación ideológica: Luego del aluvión
de turistas, Villa Gesell se vacía y parece un gran hotel sin huéspedes.
Desde aquí puedo presentar batalla literaria y oponer el localismo
a la globalización. Como decía Pavese, toda literatura con
nervio tiene algo de provinciano.
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