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La pareja central de una banda que fue directo del anonimato a las vidrieras de los shoppings (y a vender 15.000 copias de su disco debut, nada mal), se toma un tiempo (y una cerveza) para explicar quiénes son en realidad, qué les pasó en este tiempo y cómo es que hacen lo que hacen. Demasiadas cuestiones existenciales para presentar un diálogo con dos prospectos de estrella rockera argentina para el siglo que viene.

PABLO PLOTKIN

En medio de la abulia de una tarde de sol en la placita Dorrego, en San Telmo, Joaquín Levinton parece el muchachito ideal para protagonizar un comercial televisivo. La sensación se hace inquietantemente intensa cuando, sentado a la mesa de un bar de estilo tanguero-turístico, la voz de Turf recibe un porrón verde de cerveza helada, sonríe atrás de las gafas oscuras y pronuncia, grandilocuente: “Nada como una Heineken”. Pero no hay cámaras. Sólo su partenaire, el guitarrista Leandro Lopatín, ocupado en un suculento plato de comida, y un cronista del No. La excusa de la entrevista podría ser la aparición próxima de su segundo disco -.toda una prueba de fuego para la banda-, o bien un intento por descifrar, al fin y al cabo, de qué hablamos cuando hablamos de Turf. “Llegó todo muy rápido”, empieza Joaquín. “No sólo porque el disco anduvo muy bien, sino porque nosotros cumplimos un montón de sueños. Tocamos con toda la gente que queríamos tocar, incluso llegando a niveles ya mayores, como los Rolling Stones o Primal Scream, que es lo máximo a lo que uno podría aspirar. En un momento tuvimos la sensación de haber cumplido con todo lo que soñábamos a largo plazo. Fue todo muy raro y muy rápido. Concretamente, creo que nos reventó la cabeza.”

-Después de eso, ¿qué hay que esperar del segundo disco de Turf?

Joaquín: Ya no va a haber un “Casanova”, no podemos, ya no estamos tan optimistas. No a ese punto. Este disco va a ser más oscuro. Ojalá tenga mucho optimismo, pero no es ése nuestro ánimo. Hay que tener en cuenta que la mayor parte del material de Una Pila de Vida fue compuesto entre los 18 y los 20 años nuestros. Terminamos la secundaria, no teníamos ni idea... Es una edad... veíamos la música como un hobby, pero nos encantaba hacerlo. La diferencia es que ahora ya no es un hobby: es lo único que hacemos. Ya no hay dudas, somos esto.

-¿Y qué eran antes de Una pila de vida?

Joaquín: Con Lea somos amigos de toda la vida. Tocamos juntos desde siempre. Formamos parte de un grupo de amigos en el que todos tocan y todos tienen bandas. Nos juntamos siempre a zapar y emborracharnos entre amigos. Con él, en un principio, grabábamos cosas muy experimentales: un tema que ocupaba los dos lados de un casete, y continuaba. No tenía mucho sentido salir a mostrar eso.

Leandro: Bueno, recién descubríamos las drogas.

-Y cuando empezaron a hacerse conocidos, ¿qué cosas realmente cambiaron?

Joaquín: Más que un cambio, hubo una especie de confusión. Trajo una sensación externa de cosas que nosotros no somos. Turf pasó a significar algo que no era. Concretamente, Turf no es nada, más que una unión humana. Nosotros también nos prestamos para eso, porque de alguna manera queríamos hacernos conocer y tenemos la teoría de que... Yo no miro televisión, me parece una basura, y no me interesa hacer un buen video, porque la televisión me parece una basura. Pero nos prestamos a actuar: hicimos videos siendo actores. No somos nosotros, pero mucha gente creyó que realmente somos eso. En ningún momento podríamos mostrarnos tal cual somos en un medio en el que inmediatamente después del nuestro van a pegar un video de Ricky Martin, o de cualquier otra garcha. Es como exponer un cuadro en McDonald’s.

-¿Entonces?

Joaquín: Entonces en un punto dijimos “vamos a jugar con esto, vamos a ver hasta dónde se puede llegar”. Y llegamos hasta el extremo, porque fijate que nosotros trabajamos con Levi’s... ¡Teníamos veinte años, éramos un grupo de rock recién salido del underground y estábamos en las vidrieras de los shoppings! Nosotros decíamos “loco, esto es muy gracioso, acá algo está funcionando mal”. Era graciosísimo, estábamos en la vidriera del Alto Palermo. Eso se podía ver de dos formas: una, la de se vendieron a los shoppings. La otra, la nuestra, era reírnos de todo. Dijimos “en vez de ser banda de culto vamos a meternos en la sopa, vamos a engañar a todos”. Y los engañamos.

-Y ahora, ¿cuál es la intención?

Leandro: Ahora estamos tratando de aprovechar más los espacios. Decir cosas más nuestras y mejores. Con un primer disco estábamos embarcados en querer ganarnos un lugar.

Joaquín: Sí, pero también es cierto que en Una pila... había frases heavies: “voy a tomar medicación”, “nube gris”, “todo lo que soy me deja sin aliento”, “gozar y hacer lo que querés”. Un montón de frases así. Pero por ahí en el contexto de los flaquitos que van al hipódromo, se llaman Turf y son cancheritos, pasaron por alto. Bueno, fue algo deliberado que pasaran por alto.