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Viviendo al borde

Tráfico de armas, robos, asesinatos y un largo etcétera de delitos son lugares comunes en el mundo del hip hop norteamericano. Coolio, Busta Rhymes, Mystikal y otras estrellas tienen pendientes causas que podrían dejarlos presos, y los Wu Tang Clan están siendo investigados por el FBI. Aquí, una recorrida por el inquietante mundo del rap.

por Mariana Enríquez

El hip hop negro norteamericano es una escena extraña. En la Argentina, por algún motivo, tiene una resignificación cool: ciertamente, no es la música que escuchan los chicos de barrio. Pero en su país, además de ser inmensamente popular, la escena es la expresión de la mayoría negra y pobre, y está surcada de historias policiales: por regla general, los representantes del hip hop fueron gente de ghetto, tuvieron infancias trágicas, la mayoría estuvo en pandillas, más de uno tiene causas policiales previas a la fama... y algunos continúan teniendo problemas con la ley a pesar de su fortuna. En pocas palabras: son chicos pesados.

Hoy, dos años después de los asesinatos de Tupac Shakur y Notorious B.I.G. (ver recuadro), el hip hop está en una suerte de encrucijada. Los problemas legales siguen a la orden del día. Jay Z y Master P. están en el tope de los rankings, los proyectos solistas de los Fugees llevan al rap a las masas, y lo mismo puede decirse del rap-pop de Busta Rhymes y Puff Daddy. Los veteranos Ice Cube, Snoop Doggy Dog y Cypress Hill la siguen peleando. Pero sólo una banda puede reclamar ser la que mezcla innovación con la brutal honestidad de la música negra urbana a la manera de Tupac: Wu Tang Clan, el supergrupo de Staten Island (Nueva York) que en este momento tiene a casi todos sus miembros investigados por el FBI.

Los Wu Tang Clan son 10: Prince (RZA, y productor del combo), Rakeem, Raekwon, Ol’ Dirty Bastard, Method Man, Ghostface Killah, Genius (GZA), UGod, Master Killa y Inspectah Deck. En 1993 sacaron su primer disco, Enter the Wu Tang (36 Chambers), al mismo tiempo que daban a conocer su filosofía: ávidos estudiantes del Islam, de las artes marciales (especialmente en su aspecto mental, o shaolin) y fans de los films kung fu. Los Wu Tang iniciaron una línea de ropa, planean una cadena de restaurantes y trabajan en equipo: todos tienen discos solistas (Sum Records editará pronto Rza as a Bobby Digital in Stereo, de RZA), y su site de internet es la más visitada del mundo hip hop. Los Wu Tang tienen pasados oscuros: Raekwon era dealer de crack, todos los demás pertenecían a gangs y todos estaban viviendo gracias al welfare (ayuda social del Estado) antes de triunfar con la banda. Probablemente por esto las letras de Wu Tang son las más representativas de la vida en las calles: su último disco, Wu Tang Forever, certificó platino. El año pasado, Ol’ Dirty Bastard, uno de los integrantes, empezó a tener problemas legales con pasmosa frecuencia. Ol Dirty, nacido Russell Jones, editó su primer disco solista, Return to the 36 Chambers: The Dirty Version en 1995. Los escándalos policiales del rapper empezaron en junio de 1998, cuando, mientras estaba en un departamento de Brooklyn, le dispararon en un supuesto intento de robo. Un mes después, Bastard marchaba preso en Virginia Beach en una situación a la Cannigia: se robó de un local un par de Nikes valuadas en 50 dólares. En setiembre del ‘98 lo arrestaron otra vez, pero por amenazar al personal de local House of Blues de West Hollywood: lo echaron porque estaba borracho y Ol Dirty los amenazó con volver y pegarles unos tiros. En noviembre las cosas se pusieron más feas: atacó a su ex novia y madre de su hijo de un año. Lo arrestaron cuando trepaba la reja del lugar donde ella estaba trabajando, y salió bajo fianza por la módica suma de 500.000 dólares.

Pero el verdadero problema empezó en enero de este año. Ol’ Dirty iba en auto con un amigo por el barrio de Brooklyn Crown Heights, manejando de cualquier manera, cuando los empezó a seguir una patrulla. Dicen los policías que el Wu Tang paró, se bajó del auto, y empezó a dispararles. La policía devolvió y se inició un tiroteo. Poco después lo arrestaron, con los cargos de intento de asesinato y posesión de armas: pero ODB niega haber disparado, y niega haber tenido un arma. La fianza quedó en 150.000 dólares. Finalmente, la policía no pudo probar ante el Gran Jurado que el rapper haya tenido un arma en su poder. ODB dio una conferencia de prensa donde insultó a los policías y dijo “les voy a sacar toda la plata que pueda”. Su caso fue desestimado. Pero tan sólo 20 días después fue arrestado otra vez, en Hollywood, por usar un chaleco antibalas (está prohibido para los civiles en California). La policía lo supo porque, por enésima vez, lo arrestaron porque andaba con el coche de contramano. Lo soltaron con una fianza de $18.000. “No sé por qué hacen esto, pero no puedo permitir conspiraciones”, dijo ODB esta vez. Si lo condenan, pasará 3 años en la cárcel. No se sabe cuántos pasará adentro si se le suman el resto de los cargos.

El resto de la pandilla Wu Tang no la pasa mejor. Por lo menos dos miembros de la banda están investigados por el FBI... supuestamente involucrados en tráfico de armas. La investigación se centra en una cadena de venta de armas que se iniciaría en Staten Island (patria de Wu Tang) y terminaría en Ohio, donde vive la familia del productor RZA. A todo esto, otro miembro, Ghostface Killah (nacido Dennis Coles) empezó recientemente sus seis meses de cárcel por un robo que cometió en 1995. Poco después, apareció en la corte por un cargo de posesión de armas que arrastraba desde 1997. No está claro si él también participaba del supuesto tráfico de armas. Lo que sí está claro es que el ex manager de Wu Tang, Walter Lee, está siendo procesado por delitos federales: en agosto de 1998, lo arrestaron por asaltar un depto en Manhattan con armas de guerra.

La investigación a Wu Tang (y probablemente la persecución a ODB) nace a partir del asesinato de amigos de la banda: en noviembre de 1997, Wisegod Allah, manager de la banda paralela de Wu Tang, Killer Army, fue asesinado por una pandilla llamada Crips... en Ohio. Al mes siguiente, un amigo de la banda, Robert Johnson, fue asesinado en Staten Island, aparentemente durante una tentativa de robo.
Y si bien Ol Dirty y Wu Tang tienen los prontuarios más impresionantes, hay otros personajes del mundo del hip hop que no se quedan atrás.

Como Coolio (nacido Artis Leon Ivey Jr.), que también tiene una historia pesada. El es de Los Angeles. A los 15 años ingresó en los gangs, y empezó a consumir y vender crack. “En esa época o estabas en un gang o eras una víctima”, cuenta. La revelación llegó cuando vio a dos gangstas matando a martillazos a un chico: entonces Coolio se convirtió, empezó a estudiar la historia de los negros en América, comprendió lo que estaba pasando y abandonó las pandillas. Pero quedó pegado al crack y la cocaína. Llegó a pesar 50 kilos. La recuperación llegó a la manera gangsta. Su hermano Spoon le puso una pistola en la cabeza y lo amenazó: si no dejaba la cocaína, lo mataba. Coolio obedeció: se mudó al norte de California y se metió en un programa de bomberos forestales con otros ex adictos. Poco después firmó para el sello Tommy Boy, y grabó canciones como “Fantastic Voyage”, que es una suerte de “Imagine” rapero. Coolio se convirtió en el adalid del rap positivo: por eso lo acusan de vendido, y de elegir esa imagen de joven recuperado para lograr que sus videos roten en MTV. En 1996 logró un número uno con el tema “Gangsta’s Paradise”, que está en la banda de sonido de Dangerous Minds, la película protagonizada por Michelle Pfeiffer. El tema era un dúo con Notorious BIG, el rapper que fue asesinado meses más tarde.

En setiembre del año pasado, lo detuvieron por manejar a contramano (es imposible no señalar que si manejaran correctamente, los rappers tendrían menos problemas). Tenía un poco de marihuana en el auto y un arma descargada con 11 cartuchos. Ahora está cumpliendo diez días de carcel por ese delito y el juez lo sentenció a presenciar una autopsia sobre un cuerpo baleado. En diciembre del año pasado ya lo habían condenado a seis meses de probation por otro delito del síndrome Cannigia: robó 1000 dólares de ropa en una boutique de Stuttgart (Alemania).

Busta Rhymes, rapper superexitoso de Brooklyn (When Disaster Strikes), fue arrestado en diciembre pasado, otra vez por manejar de cualquier modo. Adivinanza ¿qué tenía en el auto? Respuesta: una 45 cargada y marihuana. Ese mismo mes editó Extinction Level Event (The Final World Front), su último disco. En el set de su nuevo video con Janet Jackson dijo: “Me voy a mantener lo más derecho que pueda y que todo vaya bajo la mejor luz. No me han acusado de ningún crimen. Y mientras no demuestren lo contrario soy un hombre inocente”. Si lo encuentran culpable puede estar 7 años en prisión.

Mystikal, un artista menos conocido (aunque su últimos discos, Ghetto Fabolous y Unpredictable, vendieron más de un millón de copias) fue arrestado en Louisiana por cargos de posesión de marihuana. Lo sacaron del auto porque lo vieron fumándose un porro y ahí le encontraron el arma, (¿en serio?), una 9 mm. “Fue Dios diciéndome ‘no la pases tan bien, enfríate’, fue lo que tuvo para decir. Fianza de 10.000 dólares.
Pero lo más fuerte en lo que va del año es el asesinato de Big L (nacido Lamont Coleman): lo encontraron muerto a tiros en Harlem, el mes pasado. Hay varias teorías: aparentemente, sería por una venganza (Big L tenía un hermano preso) o porque en una canción hablaba de una chica... que tenía novio. Los crímenes pasionales no son raros en el mundo del hip hop.

Big L todavía no era famoso: había editado un disco en 1995 Lifestylez Ov Da Poor & Dangerous (“Estilos de vida de los pobres y peligrosos), y el año pasado había tenido cierto éxito under con Ebonics. Y recientemente se había convertido en miembro de una banda estilo Wu Tan Clan pero del Bronx llamada DITC, que incluía a Fat Joe, Lord Finesse, Showbiz and A.G. y Diamond D. Ahora la banda editará su primer cd, Luv, como tributo a Big L. Y todos sus discos serán reeditados. Algo similar a lo que sucede con Tupac Shakur: hoy siguen saliendo temas inéditos del rapper asesinado, al punto que muchos creen que está vivo. “Big L será una leyenda”, dijo Fat Joe. Todo hace suponer que Big L será vengado. La saga continúa.


De paseo a la muerte: 2Pac y Notorious B.I.G.

Tupac Amaru Shakur decidió escaparse por unos días de Los Angeles. Estaba harto de los productores y los chupamedias, así que abandonó el set de filmación de su último video y voló a Las Vegas para ver la pelea por el título mundial de todos los pesos entre Mike Tyson y Bruce Seldon. Lo acompañaba un séquito de gigantes y Marion Suge Knight, el multimillonario dueño de Death Row Records, la compañía que editaba los discos de 2Pac y que domina la producción del rap de la costa oeste norteamericana (California). La etiqueta de hip hop que representa a los niggas del otro lado del mapa, del Brooklyn neoyorquino, se llama Bad Boy Entertainment, de Sean Puffy Combs (Puff Daddy), y su artista más vendedor en esos días era Christopher Wallace, alias Biggie Smalls, alias Notorious BIG. Además de la disputa por el reinado industrial del rap, el antagonismo entre las dos empresas acarreaba una herencia de años: la guerra de pandillas entre los negros estadounidenses del East Coast y los del West Coast. Por si fuera poco, Shakur rappeaba a los cuatro vientos sus encamadas con la bella cantante de rythm & blues Faith Evans, la mujer de Notorious BIG.

Esa noche, cuando Tyson por fin noqueó al pobre de Seldon, 2Pac y su gente partieron en una caravana de diez autos rumbo al club nocturno que tiene Knight en Las Vegas. En el camino, un Cadillac blanco se filtró en la fila. Cuando el tránsito se detuvo, dos hombres bajaron, se acercaron hasta el coche en que iba Shakur, y dispararon. El rapper recibió cuatro balazos; a Knight apenas le rozó uno. Menos de una semana después, el 13 de setiembre de 1996, 2Pac murió en el University Medical Center. Hasta el momento, su vida había tenido todos los ingredientes del mal sueño americano: infancia corta y dramática, arrestos frecuentes, superestrella de hip hop de la noche a la mañana, problemas permanentes con la ley por armas y drogas... asesinado a balazos a los 25 años. “Escribir sobre rap hoy en día es como ser un reportero de policiales, pero sin las suficientes evidencias”, observó poco después del crimen el periodista David Toop en la revista inglesa The Face. Las hipótesis más recurrentes sobre el homicidio, claro, hablaban de la disputa sangrienta entre gangstas del East Coast y West Coast. Pero el caso aún sigue sin resolverse. Hay quienes dicen que en realidad no murió, que sus discos póstumos muestran una curiosa evolución y referencias inquietantes al asesinato de Notorious BIG, seis meses después de su muerte.

En marzo del ‘97, Biggie estaba en Los Angeles, en un viaje de prensa que había hecho por la inminente edición de un nuevo álbum, proféticamente bautizado Life After Death... Till Death Do Us Part (La vida después de la muerte... hasta que la muerte nos separe). De noche en un suburbio, después de la ceremonia de los Soul Train Music Awards, alguien descargó su arma sobre las 280 libras de Biggie. Murió casi al instante. Las teorías acerca del autor del crimen no fueron pocas. Se mencionó a un guardaespaldas del propio rapper, pero la más firme, desde luego, hablaba de un ajuste de cuentas de los gangsta de LA. El funeral en Brooklyn fue como a él le habría gustado: miles de vecinos y fans pugnado por ver el ataúd, saltando sobre los coches estacionados y peleándose con la policía. Hubo diez detenidos.

PABLO PLOTKIN