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Todo x 1.99 y algo más

CARTA DESDE MADRID,
o cualquier sitio

Lo que sucedió inmediatamente después de mi último show en BA en setiembre del año pasado fue veloz e irreversible: al día siguiente recibía una llamada que decía “en una semana te esperan en Madrid para rodar Lisboa junto a Carmen Maura y Federico Luppi”. Ese viaje cinematográfico es el responsable oficial de que hoy mi casa esté aquí y mi departamento-estudio porteño este alquilado por ... ¡una pareja de madrileños! (la casualidad le sigue ganando la batalla a la causalidad). Hecha esta aclaración introductoria, y listo para lo que tenga que venir, continúo escribiendo desde mi cocina-puente de operaciones.

Del living llega alternadamente el sonido de Tanturi-Castillo, el piano austero de Melero, el amor de color de Cerati, Jay Jay Johannson y F.A. Sinatra susurrando “Chica de Ipanema”. Tengo delante el Azar hispánico editado por Subterfuge Records (al margen, estamos pensando en reeditarlo allá) y veo un disco distinto: casi no soy yo el que me mira desde la tapa, me cuesta reconocerme. Y es que tal vez soy otro a pesar de que todo el tiempo me descubro repitiendo antiguos ritos y volviendo a desear lo que siempre deseé. Todo parece nuevo, inevitable y lo mismo (y al mismo tiempo).

Me da mucha alegría y orgullo que CINCUENTA MINUTOS DE CANCIONES CAPRICHOSAS concebidas en la privacidad doméstica junto a mi socio-amigo Luis Volcoff sean mi mejor pasaporte y carta de presentación frente al medio musical español. Azar (el azar) me trajo hasta aquí, otra vez a Madrid, como en un viaje sin principio y sin final. La ciudad, las expectativas y las críticas me están tratando muy bien y yo me estoy dejando, como corresponde. Y mientras, continúo siendo un turista escapista (¿o era un viajero?) constante y adicto al jet-lag.

Al mismo tiempo, anticipo nuevas grabaciones, planeo los conciertos españoles y escribo furiosamente letras que sólo puedo encontrar aquí, A DIEZ MIL KILOMETROS DE ALLI, TAN CERCA Y TAN LEJOS, rodeado de incertidumbre, convicción, distancia, ausencia, euforia y melancolía.Algunas noches, cuando no puedo dormir, pienso en mi querida gente argentina: ¿que harán y dónde estarán AHORA MISMO? Y mis cuatro horas planetarias de ventaja me hacen suponer (errónea y deliciosamente) que el TIEMPO ESTA DE MI LADO y que su futuro es mi presente.

En abril estaré un par de semanas por ahí porque se estrenan Lisboa y ¿Sabés nadar?, donde también actué. Me imagino saliendo a RECORRER LA CIUDAD COMO SIEMPRE YO SOÑE.

Suerte y hasta pronto

Birabent


Samalea sigue grabando y escribiendo
Ritual de lo no-habitual

A Fernando Samalea lo obsesionaba cierto libro en la adolescencia. El relato de un matrimonio que viajaba al Matto Grosso, convivía un año con los xavantes y sobrevivía a la experiencia. De hecho, los Fabré eran los primeros blancos en regresar de allí con vida. “Fui especialmente a Montevideo a intentar conocerlos, estaba muy obsesionado”, recuerda Samalea en charla con el No. “Y parte de mi inquietud por escribir cuentos tiene que ver con recuperar esa época que quedó postergada por toda la vida de rock que llevé entre los 20 y los 30 años. Ahora es el momento de aunar todas las inquietudes que tengo: escribir y componer música instrumental.”

El año pasado ya había publicado El Jardín Suspendido, un álbum acompañado de un relato fantástico que grabó en trío con Miguel García (teclados) y Fernando Kabusacki (guitarras). Ahora, con la misma formación, Samalea concibió su segunda aventura: Padre Ritual, otro álbum y otro cuento. Que, en conjunto, son toda una demostración de eclecticismo. Con trece temas instrumentales que suenan a mezcla espontánea de tango, percusiones tribales y drum’n’bass. El relato empieza en la Buenos Aires de los años treinta, con la dictadura militar de Uriburu, la lucha de los jóvenes anarquistas y el fusilamiento del líder ácrata Severino Di Giovanni. En primera persona, Julio Solar narra su escape en motocicleta por Sudamérica, su escala en una Lima llena de fumaderos de opio y revelaciones, y una búsqueda que lo lleva hasta las selvas vírgenes del Matto Grosso. “El camino inverso a las imposiciones sociales”, le gusta decir a Samalea, que tardó casi un año en terminar este disco grabado en Buenos Aires, Río de Janeiro y Woodstock, con las colaboraciones de Natalia Méndez, María Gabriela Epumer, Ramiro Musotto, Nuria Martínez, Zhang Daming y Tony Levin.

Con toda su parte más “laboral” que también lo tiene ocupado (Bel Mondo, el sexteto de tangos de Melingo, A Tirador Láser, los Gauchos Alemanes, la grabación de un nuevo disco de Joaquín Sabina), Samalea piensa en voz alta: “El disco acaba de salir y yo ya estoy con mi cuaderno y mis grabaciones, pensando en el tercer disco-cuento que voy a sacar a principios del 2000”.

PABLO PLOTKIN


Auge, del semillero
Sindicato Argentino del Brit-pop

”Son canciones. Canciones muy lindas.” Esa es la mejor definición -tal vez no la más humilde- que encuentra Luis Cervi, cantante y guitarrista de Auge, para explicar la música de este trío pop que acaba de editar un ep producido por Daniel Melero. “Podés meter más guitarras, más máquinas, puede ser más poderosa, más tenue, más dulce... pero atrás siempre está la canción”, amplía Sebastián Datino, bajista y programador. La formación actual se completó hace un año y medio, con la incorporación del baterista Jonatan Fernández. Así Auge se declara amantes del brit pop (al punto que citan como “clásicos” a Oasis y The Verve), pero sus canciones suenan más a rock británico de los ‘80 y, se nota, se criaron escuchando los discos de Soda Stereo. Melodías pegadizas, pequeñas historias de amor, estribillos ultrapop con asociaciones de palabras tales como “Extra power” o “Funny club”, dosis moderadas de electrónica, y guitarras a ratos oscuras, a ratos ligeras. “Trato de escribir sobre lo que me inspira la música”, dice Luis, el letrista. “Siempre se me cruzan imágenes cuando escucho un sonido, una melodía. Entonces ahí aparecen las frases. En ningún momento hablo de nada social, ni político, por ahora. Son canciones emotivas. En Auge lo que reina son las emociones”, define la voz de esta banda que tendrá su noche más masiva cuando abran el show de Turf en una fecha del Buenos Aires Vivo Bonus Track, el próximo 24 de abril. “Venimos tocando juntos desde chicos, pasando por diferentes bandas”, cuentan los dos miembros fundadores. Después se corrigen: “En realidad, las bandas pasaban por nosotros. Echamos a todos.”

PABLO PLOTKIN