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Jueves 8 de Julio de 1999
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Gustavo Santaolalla predice la invasión latina del siglo XXI

CERCA DE LA REVOLUCION


El primer adelantado del rock en español en Estados Unidos dice que el imperio llevará el ADN latino por el mundo, tal como lo hizo con el hip hop. Entonces, apunta, el oyente medio de cualquier país del planeta tendrá para elegir (en igualdad de condiciones) entre un cd de Divididos y otro de los Red Hot Chili Peppers. Así de simple.

ESTEBAN PINTOS
FOTOS: NORA LEZANO

EL hombre de pelo largo y barba larga que es músico, productor y empresario a la vez repasa futuros lanzamientos discográficos, enumera proyectos propios y menciona una larga lista de nombres impactantes con quienes va a trabajar. Es como que todo el tiempo tiene algo que hacer. Es verdad: todo el tiempo tiene algo que hacer. Cuenta que llegó a Buenos Aires y, antes de juntarse a comer con su mamá, ya le estaban acercando un cd para que escuche. Es el Rey Midas del rock latino y éste es su momento. Ya pasaron por sus manos algunos de los discos capitales del rock hecho al sur del río Bravo: los mejores y más populares de Maldita Vecindad, Prisioneros, Divididos, Café Tacuba, Bersuit Vergarabat y Molotov. Estos, precisamente, son la joya más preciada de su sello Surco Records: ¡Un millón de copias! vendidas entre América, Europa y Japón. Y nuevos proyectos (una recopilación de su carrera como músico solista y productor, la banda de sonido de Plata quemada, la próxima película de Marcelo Piñeyro, lo mismo para la nueva película de Michael Mann, el de Fuego contra Fuego y El último de los mohicanos), nuevos lanzamientos de su sello (un solista chileno, una banda uruguaya) y una pila de cd’s que se llevará a su factoría de música en Los Angeles. Así vive Gustavo Santaolalla, EL hombre del momento para esa corriente difusa, caudalosa y potente que se ha dado en llamar rock latino, el fenómeno musical que amenaza con dominar la primera década del nuevo milenio.
–¿Qué está pasando?
–Son varias situaciones. Estados Unidos es un país cuyo ADN ha cambiado y de la misma manera en que la cultura negra permeó la cultura americana, lo mismo está empezando a pasar con lo latino. Me gusta la frase low riders in Tailand, estos pibes latinos que andan en las calles de Los Angeles con sus ropas y sus autos, pero en Tailandia. Va a pasar: Estados Unidos, con su penetración global, va a llevar esta información latina por todo el mundo. Yo preveo una latinización del mundo en los próximos diez años a través de Estados Unidos. Lo va a llevar como llevó el hip hop, las zapatillas y los pantalones grandes.
–Es como servirse del enorme aparato de difusión cultural del que tanto se habló (mal) en décadas pasadas ...
–Claro, las corrientes inmigratorias existen desde los comienzos del mundo, gente que se mueve y lleva todo consigo. Más allá de esa estructura romana que tiene Estados Unidos, de imperio y todo eso, por otro lado se producen otras cosas que van alterando orgánicamente el proceso de desarrollo del país. Cada vez más el componente latino del norteamericano tipo es más fuerte, aparecen más figuras prominentes en todas las áreas y de eso surgirá algo nuevo seguramente. Que también tiene que ver con una especie de desgaste con la escena musical, del rock concretamente. Digo rock y pienso en todos sus desprendimientos, en esa amplia gama de música joven con elementos denunciantes o contestatarios que empieza a tener un gran porcentaje de reciclado y se vuelve previsiblemente intrascendente. Y de Latinoamérica llega una música que tiene elementos comunes de un lenguaje universal del rock y, se quiera o no, con un color local total. Sale solo ... A todo esto se suma el trabajo de gente (me incluyo), que se ha preocupado porque los discos tengan un nivel competitivo con ese Primer Mundo: que se pueda poner un disco de Café Tacuba y uno de Talking Heads, uno de Divididos y uno de los Red Hot Chili Peppers y que suenen igual de bien. Después decidís cuál te gusta más. Eso trajo una paridad técnica, pero lo bueno es que ahora en lo conceptual y en lo temático nosotros tenemos una ventaja. Tenemos contexto inmediato y esta música se basa mucho en eso, por eso ellos en los sesenta tuvieron una música tan fuerte. Porque el contexto (Vietnam, Kennedy, etc.) ayudó para eso. Hoy en día eso está muy neutralizado. Porque el enemigo no se ve en Estados Unidos. Es muy difícil, si no estás informado del poder de las multinacionales o el manejo de la información por ejemplo. Pero el ciudadano común, el pibe común no lo ve. No es como acá que el enemigo tiene patillas, ¿me explico? Está ahí, tiene nombre, apellido, es ése, aquél ...
–Es curioso porque ese contexto, que va desmejorando progresivamente aquí, produciría eso que ellos compran como original o genuino ...
–Puede ser, pero hay dos cosas. El consumidor lo compra porque lo necesita, porque le sirve, no hay una actitud maquiavélica en eso. Un pibe es un pibe. Y escucha Café Tacuba, y de pronto lo excita. Pero, obviamente, y como lo han hecho con todo el rock and roll –se trata de una sociedad capitalista–, está la búsqueda del beneficio económico a partir de esto, por supuesto.
–¿Y si es una moda? Porque desde acá se ve que meten todo en la misma bolsa, Ricky Martin y Café Tacuba ... Y sabemos que no es así.
–Pero allá se ve también. Creo que acá se hacen esa historia y no es tan así. La gente bien importante de la industria discográfica que yo conozco y respeto, y ojo que hay porque no todos tienen un tridente y dos cuernos (hay de ésos, como en todas partes), tienen conciencia que tipos como Ricky Martin o Enrique Iglesias son la punta del iceberg. Y que debajo hay ocho veces el tamaño de lo que se ve en la superficie. Pero sirve, me parece muy tonto polarizar las cosas y decir “Ricky Martin es una cagada”. Ricky Martin es un súper profesional, que lo que hace lo hace súper bien. Yo estuve el día de los Grammy en el teatro y cuando el tipo tocó eso, fue un momento histórico. Como que todo el mundo percibió que la vida de ese tipo cambiaba en ese momento, estaban siendo testigos de que después de esa aparición todo iba a cambiar para esa persona. Y fue así ... Eso ahora es the hottest thing pero también hay un genuino interés en la música, porque hay una necesidad de la gente de escuchar otra música. Están podridos de lo mismo.
–De todo esto que pasa con lo latino, ¿está incluida la Argentina o estamos muy lejos y para ellos “latino” es México y Centroamérica? ¿Este rock futbolero y barrial dominante no tira un poco para atrás?
–No, para nada. Nuestra carta de entrada es el rock. Pero también digo que hay actitudes y mentalidades muy negativas acá, pero siento que otras, aun en su cosa localista, pueden tener el efecto pinta tu aldea ... Veo que ciertas actitudes de los músicos, de la gente y de la prensa (los pongo a todos en el mismo escenario) no ayudan a que el movimiento crezca. Siento que a veces hay mucho argentinismo en todo eso. Acá todavía se sigue con eso de “transar” y todo eso ... No sé. Como que todos se basan en el modelo de los Redonditos, los Redonditos ... Y los Redondos son un caso absolutamente excepcional, una cosa que tenés que respetar y admirar por lo que es, pero es una cosa. Después cada uno tiene que armar su propio modelo. Veo que hay molestia por el éxito, que si alguien tiene éxito y la gente –como está tan mal–, necesita una identificación con ese grupo en el under, porque es como ellos. Y cuando tienen éxito, sienten que los músicos se alejan de ellos.
–Se habla sobre los grupos que vos producís, los de Surco especialmente, como que suenan “igual”. Es rap-metal, combativo, con raíces folklóricas ... ¿Una fórmula Santaolalla del “éxito”?
–Es un análisis superficial de la realidad. Surco tiene dos años y cualquiera que conozca algo más de mi carrera sabrá que soy una persona de intereses musicales absolutamente variados. El que piensa que Bersuit es lo mismo que Molotov, no escuchó bien. Pero lo que hemos tratado de hacer con Surco es tocar y meternos en algo que está pasando. La música que los chicos hacen en Latinoamérica, en distintos países, sale así. Peyote Asesino nunca se enteró de que existía Molotov y así ... Es algo que está en el aire. Limp Bizkit, Fear Factory, Korn, Puya, son bandas que responden a una realidad. El otro día, no bien llegué, me pararon en la calle dos pibes que me dijeron ¿Vos hiciste el disco con Arbol? Tomá nuestro disco ... Un grupo hardcore del mismo palo, entonces digo: esto pasa por algo, loco. Cuando empezó Sub-Pop, se puso sobre un género que estaba pasando, que era el grunge, con bandas que tenían un lenguaje y una estética en común. Entonces, esto, no lo inventé yo, está ahí, está pasando ... Además, quise que sea un proyecto regional que produzca todolo que sea más o menos original en cualquier género, todo lo que aporte algo interesante. Y tenía que empezar por algún lado, y bueno ... Empecé por una banda, que es Molotov, que ya vendió un millón de discos. Tan mal no empezamos ¿no?
–¿Y qué garantiza el crédito “Producción: Gustavo Santaolalla”?
–Cuando me siento con un artista con el que voy a trabajar, le digo: “Mirá, todas las compañías grabadoras son una mierda. Son todas malas, y `Surco’ no ha tenido el tiempo de demostrártelo pero ya te lo va a demostrar” Y el mono se queda totalmente desarmado ... Lo que quiero decir es que hay muy pocas que se puedan prometer, entonces les digo que voy a cuidar sus canciones, que vamos a tratar de hacer el mejor disco posible. Mucho más que eso, no. Lo demás, que se van a hacer famosos, que van a sonar en las radios y que vamos a poner miles de afiches en la calle, no lo puedo prometer. El artista siempre quiere un buen producto.
–Pero la leyenda dice que aun con bandas difíciles (argentinas) pudiste trabajar sin problemas y salió todo bien. Una suerte de domador en los estudios ...
–Sólo les pido que hagan un ejercicio de recordar por qué están haciendo lo que hacen, cómo fue la primera vez que tocaron, cuándo entraron por primera vez a un estudio. Cuando llegamos a esta conciencia, lo que tenemos que hacer es ponernos en foco para que salga bien.
–No ponés horarios para levantarse, ni exigís disciplina. No sos Bilardo ...
–No, me gusta más Pekerman ... A los Bersuit, por ejemplo, no los salvé yo. Se salvaron porque ellos quisieron salvarse, buscaron personas para que cubrieran el rol que ellos necesitaban. Y el show del otro día fue impresionante por eso. Unos tipos que estaban muertos, que estaban tirándoles tierra encima y ahora todo bien. Yo me siento muy bien, porque siento que me usaron bien, me siento útil. Y me siento mal cuando me usan mal. Lo que uno hace es ayudar a hacer lo que ellos quieran hacer, yo nunca podría haber hecho eso con Divididos si ellos no hubieran tenido ganas de hacerlo. El asunto es cómo motivas a la gente para que se confronte con su música, y si son honestos, les va a salir. Con Divididos pasamos por todas, y salimos adelante.
–Es llamativo cómo podés combinar tu rol de músico y productor, y el de empresario. Eso en la Argentina no es muy común dentro de este ambiente. Vos venís de otra época y ahora te sentás a negociar con tipos que manejan millones de dólares y todo eso ... ¿Rompés con un estereotipo?
–Lennon decía, cuando empezó con aquello de Give peace a chance y los bed-in, que era una campaña de publicidad. Lo tenía muy claro, fue clave empezar a darse cuenta de que el arte está relacionado con el comercio. Otro tipo clave para mí fue Andy Warhol, porque también supo combinar esos elementos. Yo aspiro, a mí manera, a lograr eso. Rompí con muchas cosas desde que empecé. Cuando hacíamos música folklórica con Arco Iris nos trataban de grasas, después fue a vivir en comunidad y llevé una vida sin drogas, me fui del país ... Siempre a contrapelo: ya pertenecer a esta cultura rockera es estar a contramano de la sociedad, pero todavía vas a contramano dentro de la cultura rockera. Acá hay muchos prejuicios, los músicos, los grandes artistas, los fans y los medios han sido responsables del retraso que a veces se nota. En México, y con menos tiempo, avanzaron mucho más. Porque se dieron cuenta más rápido de que para hacer buenos discos hacían falta productores, eso es un concepto: todos los grupos del rock mexicano trabajan con productores. Es como hacer una película, no podés hacer todo vos. Necesitás un buen equipo, no podés ser arquero, delantero y director técnico al mismo tiempo. Una cosa es componer canciones, otra cosa es montarlas o arreglarlas, otra es tocarlas en vivo y otra cosa es grabarlas y convertirlas en un disco. Son procesos distintos que requieren participación de las personas adecuadas. Y esa idea acá, aunque parezca mentira, todavía no existe. Muchos terminan acercándose al productor, nada más que para que los haga famosos.