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CONSIDERACIONES PSICOANALITICAS SOBRE EL EXTERMINIO NAZI
Shoah, la destrucción del templo

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El exterminio en los campos nazis no fue sadismo ni locura colectiva; ni siquiera, según los autores de este trabajo, fue una manifestación de racismo, sino “un fenómeno que trasciende toda inscripción”.

Por Perla Sneh y Juan Carlos Cosaka *

No hablamos de “Holocausto”, como suele llamarse al exterminio. Holocausto, que en hebreo se dice korbán olé, es un término bíblico y refiere a un tipo específico de ofrenda destinada íntegramente a Dios. Coagular el exterminio en una significación sacrifical señala a los asesinados por la generalidad del sacrificio (que justifica la acción del verdugo y ubica la muerte de la víctima en un sistema de significaciones) y vuelve a despojarlos de la dignidad de un nombre propio. El término Shoah –que en hebreo designa al exterminio– no remite a sacrificio alguno, sino a la más completa devastación, a la catástrofe, al arrasamiento. Este término se impuso después de la matanza; durante ésta, el término más frecuentemente utilizado era jurbán, que significa reducir a ruinas, en el sentido que tiene en la expresión jurbán Ha’Bait, la destrucción del templo. Decir Shoah, entonces, no es un capricho lingüístico, es una toma de posición: apunta a retomar esa devastación y esa ruina no como algo cancelado en la significación sino como peso que persiste, en toda su ciega opacidad, en la palabra humana.Recurrir a la noción de sacrificio –en tanto lo ofrecido a un deseo puro del Otro como recurso para hacerlo existir– es un modo de otorgar sentido al exterminio. Este modo, aun si se llama “fascinación por los dioses oscuros”, sostiene la adherencia del pleno sentido y convierte a la matanza en la realización del deseo del Otro. Por el contrario, sostenemos que en el desencadenamiento del exterminio hay un punto de absoluta opacidad. Y que eso, como dice Primo Levi, es incurable. Algo del orden de lo irreparable lesionó el mundo humano –es decir, el discurso, la subjetividad– de la mano del novedoso exterminio inaugurado por el nazismo. uuuEl elemento singular que introduce la muerte por gas no es sólo el hecho de la industrialización de la muerte. No se trata sólo del número de personas que debían ser “procesadas”, sino de algo diferente. Como insistían en declarar los jerarcas nazis juzgados después de la guerra: la matanza habría sido “una tarea demasiado pesada para los SS debido sobre todo a la presencia de mujeres y niños en las víctimas”. El exterminio aparece así como una tarea nefasta para el verdugo (aun si existían algunos que, “por idealismo llevaban a cabo las exterminaciones sin beber aguardiente” (testimonio de un integrante de los grupos de tareas que llevaban a cabo la matanza). No se trató sólo de adecuar los medios a la escala cuantitativa, sino de algo más, una cuestión cualitativa que hace a la posibilidad misma de la realización efectiva de la masacre. Para concretar la matanza, se tornó imperativo establecer un ámbito de anonimia absoluta. Esa es la posibilidad que la muerte por gas introduce: la de negar el crimen en el momento mismo de cometerlo. La anonimización de la víctima autoriza la anonimización del asesino y, de este modo, la dilución de su responsabilidad.uuuOtro punto de partida: la llama encendida una noche alemana de 1933 cuando ardieron cientos y cientos de textos. Entre ellos, los de Freud, quien comentó, con amarga ironía, que en algo había avanzado la humanidad: “Antes –dijo– me hubieran quemado a mí”.Sabemos que después, también.Hay un punto donde el nazismo no sostiene esta escansión temporal. El nazismo es una novedad absoluta en la historia humana, una novedad que permanece por fuera del tiempo y de la historia como lo arrancado del decir.Ese antes que se desprende del después queda fuera de la historia y es su condición. Pero cuando el antes no se diferencia del después, la historia queda abolida, pues es su condición expulsar de sí ese antes, expulsión que la funda. De algún modo, la ironía de Freud deja entender que ese antes ardió en las mismas llamas que consumieron sus textos.Pero, además, ese antes y ese después señalan una dirección. Al decir de Heine: antes de quemar gente, se queman libros. Porque sabemos también que esas llamas no fueron extinguidas. Sus brasas llegaron desde la noche alemana a la mañana argentina donde el aliento castellano las reavivó en una feroz reproducción del después de ese antes. Y nosotros, que no vivimos el exterminio, nos reencontramos con él. La novedad del exterminio surgiendo en nuestro idioma –N. N. (Nec Nomine), traslado, chupadero, grupo de tareas, guerra sucia, excesos– requiere, por tanto, su recorte específico; no sólo por lo que arraiga en lo no cancelado, sino por ubicar aquello que –al modo de lo que Freud, en Recordar, repetir, elaborar, llama “real, objetivo y actual”– no cesa de instalarse.Por eso, otro punto de partida es precisamente aquel en que el psicoanálisis ha clausurado, tradicionalmente, la cuestión: el odio fraticida y el narcisismo de las pequeñas diferencias, punto sobre el que se asienta toda consideración del racismo que se pretenda psicoanalítica. Esta lectura, de más está decirlo, no nos es ajena. Sin embargo, ubicamos en ella una brecha, puesto que es necesario recortar ahí la especificidad de un fenómeno del que esta teorización del racismo no da cuenta. Más aún, da cuenta de su –quizás inadvertida– obturación en la teoría.En el racismo hay inscripción de filiación aun en la desmentida –por medio del amor– del odio fratricida (me afilio en oposición a ese ser odiado). El otro es incluido en tanto lo excluido del lazo filiatorio y es esa exclusión lo que le otorga existencia. En ese sentido, el nazismo no afilia sino que homogeniza en un sistema, estableciendo la inexistencia de todo horizonte que lo exceda o que lo objete. En el nazismo, en toda su “originalidad”, vemos surgir un fenómeno que trasciende toda inscripción: la esencia de su mecanismo –la dimensión absolutamente abstracta del lenguaje nazi– radica precisamente en el exterminio de toda filiación de discurso.uuuNo pocas veces la consideración del nazismo se ha hecho en términos de psicosis (colectiva o individual) o perversión (entendida en su vertiente más popular: el sadismo), es decir, cuestiones que remiten a los bordes de la estructura, a “constelaciones extremas” de la misma. Por el contrario, nuestra lectura es que no se trata de cuestiones en el borde de lo humano sino de algo que se inaugura y se despliega en el lugar mismo donde la estructura es abolida y que esa abolición no cae por fuera de lo humano, es decir, no cae por fuera de aquello de lo que es capaz el lenguaje. El exterminio no es tema de la psicopatología sino de la ética. Y enfrentar su incurabilidad, su presencia innegable, requiere un hacer fuera del “saber hacer” burocrático, hacer fuera o contra la gramática; por así decir: “hablar mal”.uuuPartimos de la consideración del lenguaje, porque la particular utilización de que éste hace el nazismo muestra que puede funcionar en dirección atentatoria del discurso –es decir, del sujeto– como tal y, sin embargo, crear al mismo tiempo un intenso y peculiar lazo social.Para elucidar el modo en que funciona este lazo debimos retomar la noción de lo fraterno (y el concepto de semejanza/diferencia), es decir, los avatares de la filiación (que, por definición, es discursiva) cancelada como discurso por el lenguaje nazi.Esta cancelación marca la historia y esta marca es desmentida; es decir, registrada por la vía de su desconocimiento. Pero más allá de esto, algo de esta marca permanece sin registro en el estatuto de lo que llamamos fenómeno; un “más allá” que no está reprimido, ni desmentido, ni forcluido sino que es actualización de lo que llamamos nadificación. Consecuencia de este recorrido es la interrogación del fenómeno, su vigencia”estructural”, su arraigo en nuestra vida cotidiana y su posible (o no) articulación con conceptos fundamentales como fantasma y pulsión. * Miembros de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Textos extractados del libro La shoah en el siglo (Editorial Xavier Bóveda), de próxima aparición.

 


 

EN CARCELES DE “MAXIMA SEGURIDAD”
“Victimizan a menores”

El Foro de Instituciones de Profesionales en Salud Mental denunció al gobierno bonaerense por enviar a adolescentes a la cárcel de máxima seguridad de Magdalena, “violando la Constitución Nacional y exponiéndolos a situaciones de victimización”.El comunicado de la Comisión de Niñez y Adolescencia del Foro de Instituciones de Profesionales en Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires –firmado por Betty Korsunsky y Silvia Morici– expresa su “consternación ante la ‘solución’ en el tratamiento de menores en conflicto con la ley penal”, consistente en “enviarlos a la Unidad 35 de máxima seguridad en Magdalena”. Para el Foro, ello “será exponerlos nuevamente a situaciones de victimización como las ya sufridas en su proceso penal”.Los profesionales destacan como “paradójico” que “el convenio firmado entre el ministro de Justicia y Seguridad y la Presidencia del Consejo del Menor de la Provincia de Buenos Aires dice estar fundamentado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, cuando dispone enviar menores a una cárcel que es de máxima seguridad para mayores, violando así el artículo 76 de la Constitución Nacional”.El Foro está integrado por más de treinta instituciones, entre ellas la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, la Asociación Psicoanalítica Argentina, la Asociación de Terapia Sistémica, la Asociación de Terapia Cognitiva, la de Psicoterapia de Grupo, la de Musicoterapeutas, la de Psicopedagogía, la de Terapia Familiar, la de Servicio y Trabajo Social.

 

POSDATA

Adicciones. "Reducción de daños: políticas y prácticas en Canadá y Europa", por Benedikt Fischer, de Toronto. El 2 a las 9 en Hospital Fernández, Cerviño 3356. Gratuito.
Milenio. Jornada "Patologías de cierre de milenio", el 27 a las 10 en Colegio de Psicólogos de Quilmes. 4257-3641. Gratuito.
Subjetivaciones. Jornada "Subjetivaciones contemporáneas", de Ateneo Psicoanalítico en Facu de Psico, H. Yrigoyen 3242, el 27 de 9 a 13. Gratuito.
Etnopsico. "Etnopsicoanálisis", por Tobie Nathan (Universidad Paris VIII), el 1º a las 20 en Vicente López 2220. Gratuito.
Becas. Concurso para aspirantes a becas de posgrado en la Sociedad de Terapia Familiar. 5962-4306.
Padre. Ateneo clínico "Padre-hijo. Masculinidad e intersubjetividad", con Mabel Burin, Norberto Inda e Irene Fridman. Foro de Psicoanálisis y Género de APBA. Hoy de 20 a 22; Avda. de Mayo 950, 1º. Gratuito.
Psiquiatras. Congreso de la Asociación de Psiquiatras (APSA), del 30 de marzo al 2 de abril en Mar del Plata. Fecha límite para envío de abstracts: 10 de diciembre. 4393-3059. http://www.apsa.org.ar.
Violencia. Encuentro Interinstitucional de Equipos Asistenciales "Violencia y clínica psicoanalítica", el 27 a las 9 en Agrupo. 4951-6083.
Generaciones. "Rapsodia en agosto: violencia social y vincular entre generaciones", por Elena Aguiar, el 28 de 13.30 a 15 en Asociación de Psicoterapia de Grupo, Arévalo 1840, 4774-6465. Gratuito.
Lacan. "Dimensión de la experiencia analítica. La hipótesis de Lacan". El 27 de 10 a 19.30. Fundación del Campo Lacaniano. 4861-8679.
Deseo. "Las fórmulas del deseo", jornadas del Centro de Investigación y Trabajo Analítico, con Germán García, Jorge Chamorro, Osvaldo Umérez. 26 y 27 en La Plata. (0221) 427-3647.
Cielo. "Alta en el cielo", ateneo con Beatriz Serio y Enrique Millán en Nuevo Centro, el 30 de 20.30 a 22. 4953-4326. Gratuito.
Oncología. Taller de encuentro interdisciplinario en oncología, el 27 de 9 a 13 en Facultad de Medicina, Paraguay 2155, 16º. 4811-4829.


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