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LA DESTRUCCION DEL OTRO

Después de la condena en la cárcel por violación, después del mordiscón a Holyfield, las acusaciones de fraude a Don King, los rumores de su bancarrota y el examen psiquiátrico al que lo sometió la Comisión Atlética de Nevada, Mike Tyson vuelve a los rings. Su único objetivo: noquear a quien se le ponga delante hasta enfrentar a Evander Holyfield, su archienemigo y actual campeón mundial de los pesos pesado. Antes de la pelea con el sudafricano Botha en Las Vegas el próximo sábado, Tato Pavlovsky se mete en la mente de Tyson y revisita con él las distintas etapas de una vida tan breve y fulminante como los knock outs que supo conseguir.


Por Tato Pavlovsky

(Apenas entrar en el gimnasio, se ve a Tyson en el ring con un sparring blanco. El periodista se queda observándolo sin que nadie repare en él: le asombra el esfuerzo de Tyson por no lastimar al sparring. Alguien se le acerca entonces y le sugiere que espere en el camarín. Dos minutos después aparece Tyson. Le tiende la mano y se sienta frente a él en una silla. También su puntualidad asombra al periodista: en el reloj del camarín es exactamente la hora pautada para el reportaje.)

TATO: Ante todo, Mike, le tengo que agradecer que me haya concedido esta entrevista. Sé que usted en estos momentos está asediado por la prensa internacional a raíz de su pelea con Botha, el sudafricano con quien combatirá el próximo sábado 16 en Las Vegas. Su vuelta al ring es un acontecimiento en el mundo del box.

TYSON: ¿De dónde dijo que es?

TATO: De la Argentina, país amante del boxeo que tuvo varios campeones mundiales. Monzón fue, tal vez, el más grande. Personalmente soy un amante del boxeo: mi padre me enseñó a boxear de niño y ...

TYSON: Le enseñó a destruir, entonces.

TATO: Diría que me enseñó a boxear, que creo que no es lo mismo.

TYSON: Para mí, el boxeo siempre fue la destrucción de otro. Mi misión siempre fue destruir al otro.

TATO: ¿En la vida también o sólo en el ring?

TYSON: Creo que sólo en el ring, pero el doctor Goldberg siempre me dijo que yo era capaz también de destruirme a mí mismo. Como si peleara conmigo mismo y me destruyera. Me costó mucho entenderlo, pero el tiempo me demostró que tenía razón.

TATO: ¿Quién es Goldberg?

TYSON: Mi psiquiatra. Un gran tipo que me ayudó mucho, sobre todo en los momentos más difíciles de mi vida. Me enseñó a ordenarme un poco, a saber quién soy, quién fui ... “Unir el rompecabezas”, decía él. A conocerme mejor (se emociona).

TATO: Hace poco vi un documental donde usted decía que obtenía un gran placer en robar durante su infancia.

TYSON: Es cierto. La sensación de peligro ... O, mejor dicho, de poder sortear el peligro, era emocionante. Me sentía útil. Ser hábil para el robo me daba mucha seguridad y mucho prestigio en el barrio. Era rapidísimo. La clave era mirar fijo a los ojos a los vendedores mientras les robaba. Esa era la táctica, mirar a los ojos. Por otra parte, robar era lo normal en la pobreza de Brooklyn.

TATO:Creo haber leído que a los trece años ya había sido detenido 38 veces.

TYSON: Debe ser así.

TATO:¿En esa época conoció a Cus D’Amato?

TYSON: En el reformatorio se dieron cuenta de que yo podía ser boxeador y me llevaron al gimnasio de Cus, y después él los convenció de que me dejaran vivir con él y su mujer.

TATO: Le escuché decir alguna vez que fue muy feliz durante esa época.

TYSON: Nunca fui más feliz en mi vida. Cus fue todo para mí; me permitió incluso decirle “madre” a su mujer Camille.

TATO: ¿Recuerda qué lo hacía feliz?

TYSON: La sensación de confianza que me daban. Cus me enseñó a boxear, a esquivar, a rotar la cintura y a golpear con toda la fuerza de mi cuerpo. Yo sentía su voz todo el tiempo dándome indicaciones y, cuando subía al ring, su voz también me acompañaba en el transcurso de la pelea. Fue siempre como un padre. Le repito: me daba confianza. Me daba amor, me tenía una gran paciencia en sus enseñanzas. El clima en lo de D’Amato era muy familiar. El box era otra cosa en esa época; Cus y mi madre Camille me dieron el amor y la seguridad que nunca tuve.

TATO: Decían que a veces él lo consentía demasiado, frente a ciertas conductas suyas que provocaban rechazo en la comunidad.

TYSON: El me quería porque siempre me comprendió. Fue la única persona que me entendió siempre, pese a todo y contra todos. Quería a Mike Tyson tal como era yo desde mi infancia pobre en Brooklyn hasta todos mis grandes arrebatos. Todavía hoy, a veces, cuando estoy desesperado, siento que su voz me acompaña y me tranquiliza.

TATO: ¿Qué sintió cuando murió Cus?

TYSON EN JAPON

“No recuerdo nada de la pelea con Douglas en Japón. En un momento me vi en la lona y, como en un sueño, sentí la voz del referí contándome. Pero pensaba que la cuenta era para Douglas, no para mí. Cuando llegué a mi rincón, le pregunté a mi manager en qué round lo había noqueado.”

TYSON: Nunca me sentí peor en mi vida, me vi absolutamente solo en el mundo. Con Cus se fue, además, el boxeo que yo amaba. Después de su muerte todo se volvió borroso, vertiginoso. En su gimnasio nos conocíamos todos tal como éramos. Después, mi vida fue un verdadero torbellino donde ya no puedo reconocerme ni puedo reconocer a nadie. Es más: no tengo ya confianza en nadie. Sólo confío en mi mujer y en mis hijas. A veces, cuando me veo en TV, pienso si ése que está hablando en la pantalla diciendo tonteras soy yo. Muchas veces no entiendo lo que digo, no me reconozco. Hoy, a los 32 años, no comprendo bien cómo estoy aquí parado frente a usted que viene ... ¿de dónde viene usted?

TATO: De la Argentina.

TYSON: De la Argentina. Y me hace preguntas y yo le respondo. Pero siento que usted habla con el personaje Tyson, ese invento de los medios. El de las grandes peleas, el de los grandes escándalos, los grandes éxitos y los grandes fracasos, el que va a pelear con Botha. Mientras tanto, yo me quedo alejado y observando la entrevista que usted le hace a Mike Tyson ... ¿me entiende?

TATO: Creo que sí.

TYSON: Hubo un momento en mi vida a partir del cual las cosas que me pasaban sucedían a mi pesar, a demasiada velocidad, totalmente fuera de mi control.

TATO: Una cosa que me impresionó en el documental es cuando su ex mujer, la actriz Robin Givens, comienza a hablar mal de usted durante una entrevista televisiva. Usted estaba a su lado y sobrellevaba esas duras declaraciones con una mirada muy tierna. Yo pensé: “Cómo quiso a esa mujer este tipo”.

TYSON: Es cierto, la quise con locura. La gente decía que me sacaba el dinero; yo nunca pude saberlo bien. En el fondo, yo odio el dinero, porque el dinero me dio todo y me sacó todo, el dinero me hace desconfiar del mundo. Esa es una de las peores cosas que a uno le pueden pasar.

TATO: ¿Cuál es su mayor virtud?

TYSON: No olvidarme nunca de mi origen pobre, de lo que sufrí en mi infancia y de lo que sufren los negros en mi país. Eso me ha creado un gran resentimiento. Pero lo considero una virtud. Holyfield es, en cambio, el negro bueno que quieren los blancos, el modelo aceptado por los blancos.

TATO: ¿Quiénes fueron sus ídolos?

TYSON: Sony Liston, Jack Johnson y Roberto “Mano de Piedra” Durán.

TATO: Siempre hay algún blanco en su vida.

TYSON: Cus era blanco. Su mujer, mi madre, es blanca. Hay algunos blancos buenos y también algunos negros malos.

TATO: Déme un ejemplo de algún negro malo.

TYSON: Holyfield, el hombre más tramposo que he conocido en un ring, el que la juega siempre de víctima y de bueno. Observe la primera pelea: lo único que hacía era empujarme y pegarme cabezazos, hasta cansarme y agotarme. No es un buen tipo, nació en la trampa. En la segunda pelea me metió un cabezazo, me partió la ceja, el referí lo vio y no le descontó puntos. Yo no lo podía creer. Pensé: “Este tipo me quiere romper la cara a cabezazos y el referí lo va a dejar”. Entonces perdí el control.

TATO: Y lo mordió.

TYSON: Lo mordí. Me volvió loco con sus trampas.

TATO: ¿Está arrepentido?

TYSON: Dije que sí pero, en el fondo, nunca sentí tanto placer como cuando tuve en mi boca su pedazo de oreja.

TATO: ¿Lo volvería a hacer hoy?

TYSON: Mi psiquiatra me mataría. No, no lo volvería a hacer: fue un comportamiento autodestructivo. Pero no me arrepiento de haberlo hecho. Holyfield gritaba como una mujer (se ríe).

TATO: ¿Qué piensa de Don King?

TYSON: Prefiero no contestar esa pregunta. Es el hombre que maneja mejor el negocio del box en el mundo. El gran productor. Y en ese mundo yo me pierdo. Y lo necesito. El me entiende. Lo horrible es que me pierdo y lo necesito al mismo tiempo. Ahora vuelvo a pelear, pero no soy el mismo, ya no soy el mismo. Quiero a mi mujer, Monica Turner, y a mis hijas. Hoy no soy el mismo, quiero preservar mi hogar. Estoy seguro de que, si Cus viviera, estaría contento si me viera con mi familia.

TATO: Dígame algo de su pelea con Douglas en Japón, cuando perdió el título.

TYSON: No recuerdo, no recuerdo nada de ese combate. Creo que lo subestimé, no me entrené bien. En un momento me vi en la lona y, como en un sueño, sentí la voz del referí contándome. Pero pensaba que la cuenta era para Douglas, no para mí. Cuando llegué a mi rincón, le pregunté a mi manager en qué round lo había noqueado. Estaba perdido, esa noche.

TATO: ¿Cuánto durará la pelea con Botha el próximo sábado en Las Vegas?

TYSON: Un round, lo que se merece el público que pagará para verla. Sólo dos minutos de pelea, eso es lo que tendrán. Porque todos pagan para ver a Mike Tyson el asesino, el destructor. Eso es lo que tengo que ser dentro del ring. Ese es el negocio, y yo entro en ese negocio.

TATO: ¿Le da pena Botha?

TYSON: Ganará dinero, no me da pena. Sólo quisiera que no se tirara, que pelee como un hombre.

TATO: Dempsey, Joe Louis, Rocky Marciano, Cassius Clay ... ¿Cuál fue el mejor de todos?

TYSON: Dempsey pegaba fuerte pero sólo con golpes cortos. Joe Louis era un gran boxeador y un gran pegador, pero era flojo de mandíbula. Marciano pegaba como una mula pero era lento. Y, para mí, Clay sólo fue maravilloso en su primer período, antes de negarse a ir a Vietnam. El Clay maravilloso fue el que destronó a mi ídolo Sonny Liston. Nunca me gustó el que se quedaba contra las cuerdas: el que le ganó a Foreman, por ejemplo.

TATO: ¿Cuál cree que es su mayor virtud como boxeador?

TYSON: Nunca en la historia hubo un peso pesado que pegara tan fuerte y tan rápido como yo. Observe el video de la pelea con Michael Spinks. La derecha de knock-out no la vio nadie. Fue un directo tan rápido y tan largo que me sorprendió a mí mismo.

TATO: ¿Qué es lo que más quiere en su vida?

TYSON: Mi hogar y el boxeo.

TATO: ¿Y lo que más odia?

TYSON: A Holyfield y el boxeo.

TATO: ¿Alguna esperanza?

TYSON: Dejar tendido a Holyfield por toda la cuenta.

TATO: ¿Lo cree posible?

TYSON: Quiero destruir a Holyfield, para eso me entreno todos los días, con esa meta en la cabeza. No vuelvo, como dice la gente, sólo por motivos económicos, sino también por motivos personales.

TATO: ¿La violó a Desireé?

TYSON: Entró en mi cuarto desnuda. Hay una cultura negra del amor que ella traicionó en el juicio. Usted es blanco y nunca lo va a entender. Creo en Dios y no le miento.

TATO: Muchas gracias, Mike. Ha sido muy sincero durante toda la entrevista. Pero me siento desleal en no decirle que, además de periodista de box, yo soy médico psiquiatra.

TYSON: Lo supe de entrada. Tiene la misma mirada de Goldberg.

TATO: Gracias otra vez por su sinceridad. Y suerte en su vida, que bien lo merece.

TYSON: No se olvide de poner en la nota que fui el campeón de peso completo más joven de toda la historia del box y que eso se lo debo a Cus D’Amato.