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El
lenguaje perdido
de las grúas
Por
PABLO TRAPERO
Lo
que más me sorprendió luego del estreno de Mundo Grúa
fue que, por suerte, la película comenzó a circular por
ámbitos ajenos al cinematográfico. Me gusta que la película
no se limite a ser un ejercicio apreciado por gente cercana al cine.
Cuando empecé este proyecto, tenía en claro que quería
hacer una buena película (de más está decir que nadie
planea hacer algo malo adrede). Sabía eso y que quería una
película que por momentos se confundiera con una cámara
oculta. Para eso, necesitaba que el motor de Mundo Grúa fuera un
hecho cotidiano en la vida de una persona cualquiera. En este caso, elegí
a un desocupado que busca desesperadamente trabajo. Y me propuse seguirlo.
Por eso, así como existen las películas de acción,
el policial, el western, etcétera, ésta es una película
de personaje. Todo gira alrededor de Rulo. La trama siempre queda
supeditada a lo que le sucede a él. El personaje es la trama.
Rulo consigue trabajo como operador de grúas. Durante toda la película,
algunos parecían estar esperando que la cámara dejara a
Rulo y que, de pronto, hubiera un accidente, algo grande. Pero no hay
grandes acontecimientos en Mundo Grúa. Distraerían la atención
de lo que está ocurriendo. Quizá por eso a la salida del
cine más de uno me dijo: Gracias por no hacer que una pala
le rompiera la cabeza a un obrero. Y eso es lo mejor que me podían
decir. Ése era el clima que quería crear: la tensión
que genera algo que está a punto de estrellarse y, sin embargo,
sigue cayendo pero nunca se rompe. Ésa es la idea del título:
un mundo en el que todo está colgando de un hilo pero no hay nada
sobre la tierra.
Ahora debo confesar algo: la película estuvo tan acompañada
por tantas críticas favorables que en la semana del estreno tuve
miedo de que la gente se desilusionara cuando la fuera a ver. Es algo
que a mí me pasa seguido, cada vez más, y calculo que a
muchos les debe pasar lo mismo: uno va con tantas expectativas que es
casi imposible no salir defraudado. Por suerte, casi todas las críticas
omitían el humor como un elemento importante de la película.
Entonces la gente iba preparada para ver una película de fuerte
contenido social y se encontraba con un plus inesperado que le permitía
ver las cosas de otra manera.
La película sigue en cartel. Estrenó hace casi un mes. Tengo
que reconocer que no esperaba que la vieran tantos. Después de
todo, es la historia de un desempleado, con actores desconocidos, de un
director desconocido, con un ritmo que tampoco es comparable con la montaña
rusa a la que estamos acostumbrados. Incluso la misma realidad argentina
podría haber jugado en contra. Pero terminó haciéndole
un favor a la película. La ayuda a conseguir cierto clima documental.
Todavía no sé cuánto mérito se lleva la película
y cuánto el absurdo de este país.
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