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El nuevo disco doble de Café Tacuba

Ojalá que
llueva café


 

No tienen baterista (los cuatro componen, se tocan todo y se turnan para cantar). Llevan vendidas más de dos millones de placas. Son admirados en Europa, Japón y Estados Unidos. Son la mejor banda de pop-rock de Latinoamérica. Sin embargo, en la Argentina siguen siendo los autores de un hit. Con el lanzamiento de Revés/Yosoy, su nuevo disco (dos, en realidad: uno instrumental y otro de canciones), los mexicanos de Café Tacuba demuestran por qué son el nuevo fenómeno musical del continente.

Por ESTEBAN PINTOS

Café Tacuba es la mejor banda de pop-rock de Latinoamérica del momento y pocos en Argentina (que también es Latinoamérica) lo saben. ¿Por qué? En parte por la desconexión de siempre y en parte porque el perfil de la banda se diferencia poco aquí del de otros artistas de otras intenciones. La profundidad de la música y la estética de Café Tacuba merecen muchísimo más que un espacio en el tope de los rankings radiales, pero el efecto que tuvo para la banda aquel infeccioso hit de Leo Dan que incluyeron en su disco Avalancha de éxitos (la canción “Cómo te extraño, mi amor”, cuyo estribillo decía: “Ay, amor divino, pronto tienes que volver a mí”) dejó en un silencioso segundo plano los enormes méritos de la banda. Quizá sólo hacía falta una excusa para corregir esta injusticia, y la excusa ha llegado: la aparición en la Argentina de su poderoso nuevo disco, que combina en dos CD 27 temas instrumentales y canciones, con doble título de palíndromos: Revés/Yosoy. El lanzamiento, extraño para una banda de sus características (ya veremos por qué), les permite mostrar como nunca antes cada una de las múltiples facetas de este cuarteto mexicano que no tiene baterista, y sí cuatro compositores-arregladores-instrumentistas-cantantes. Joselo y Quique Rangel, Emmanuel del Real y el camaleónico cantante Rubén Albarrán, que ahora responde al nombre de Nrü, iniciaron su carrera a fines de la década pasada, grabaron su primer disco en 1991 –titulado inequívocamente Café Tacuba– y desde ese momento se dispararon al firmamento rockero de México. Que, después de MTV, es decir de casi todo el continente, incluido Estados Unidos, en donde un show suyo puede convocar a entusiastas componentes de la raza junto a críticos de Spin, Rolling Stone y el New York Times, gringos melómanos y David Byrne (un amigo recuerda haberlo visto, flaquito y bien peinado, con su mochilita al hombro, apretujado entre cientos de mexicanos que levantaban sus cervezas y gritaban como poseídos, una noche en el Irving Plaza de Nueva York). Los tacuba llevan más de dos millones de discos vendidos y una proyección inestimable en términos de penetración de nuevos mercados, desde Europa a Japón. No es poco, ¿no?

EL DOBLE DE UNO ES DOS
En vivo y en directo desde el DF, Joselo, uno de los hermanos Rangel, cuenta por qué los Café Tacuba consideran que Revés/Yosoy son dos discos y no uno doble, y cómo fue que se les dio por eso: “El primero con el que llegamos a la compañía fue Revés, que es instrumental, y salió por una necesidad grupal. Veníamos de tocar bastante y estábamos desgastados, hacia adentro y hacia afuera. Era como buscarnos otra vez y eso fue lo que surgió. En los ensayos trabajamos sin ninguna idea, cosa que nunca habíamos hecho: tocar en forma de jammings. Y fue una especie de cura, de renovación. Después, retomamos un par de canciones que teníamos compuestas y eso desembocó en Yosoy”. La amable versión “for-therecord” de Joselo se complementa con las palabras del hiperkinético cantante que se autobautizó, alternativamente, Cosme, Anónimo y ahora Nrü. Según él, llegar con esas ideas a una compañía multinacional a la que se le debe un último disco de un contrato y con la que se está negociando uno nuevo (y más grande), no es lo mejor. Pero finalmente resulta: “Cuando se lo presentamos, por supuesto que se les pusieron los pelos de punta. Paralelamente a la situación artística, estábamos terminando nuestro contrato con ellos y, después de un largo tira y afloja, llegamos a una conclusión satisfactoria para ambas partes: hacer dos discos, uno instrumental y otro cantado. De esa forma podíamos dar salida a esas canciones que teníamos guardadas y que trajimos al presente para montarlas y hacerles arreglos, una vez que nos curamos de espantos y conflictos”.

LA DANZA DE LOS BILLETES
Los conflictos a los que alude el pequeño saltarín azteca tienen que ver más con una suerte de replanteo existencial de un grupo exitoso que con una guerra de egos, de las que también suelen suceder en las carreras de músicos exitosos (aunque no siempre se den a conocer, ver caso Cadillacs). Joselo cuenta que todo se desencadenó a partir de... el exceso de trabajo. Giras y más giras. Y una danza de millones de dólares (tres, aventuró un diario mexicano que pagaría el sello Warner por un nuevo contrato) que los envolvió. “Sentíamos que había un problema y lo encaramos. Pensamos que el disco anterior (Avalancha...) iba a durar menos. Quiero decir: íbamos a sacarlo, íbamos a tocarlo seis meses y después volveríamos a nuestro tiempo al estudio, para grabar otro. Pero los compromisos se fueron extendiendo, hicimos una gira demasiado extensa y eso desgastó mucho la relación entre nosotros. Tocando tanto es como si uno fuera olvidando por qué está con el otro... Eso es lo que queríamos saber cuando empezamos a grabar de nuevo: si estábamos juntos porque nos gustaba tocar entre nosotros, tal vez no por una cuestión de amistad o cariño sino porque nos gustaba hacer música con el otro. Fue simplemente replantearse ¿qué hago yo aquí? También pasó que comenzaron a suceder cosas fuera del grupo: ciertas disqueras empezaron a pedirnos reuniones (nunca hubo millones de dólares, como se dijo), a ofrecernos mejores condiciones. Te invitan a cenar a los mejores lugares y tratan de manejarte. Y uno piensa: pero si yo hice esta banda para hacer música... No era que quisiéramos conquistar el mundo. De repente, empezamos a conocer mucha gente importante y nos dimos cuenta de que éramos una banda de música: teníamos que hacer música, no hacer negocios.”

CINEMA-VERITÉ
El resultado del feliz replanteo fue otra vez producido por Gustavo Santaolalla, esa suerte de gurú del rock latino cuyo trabajo parece asegurar cada vez más posibilidades de proyección internacional a sus protegidos dilectos. Santaolalla asegura a quien quiera oírlo que Café Tacuba será la primera banda de rock latino en ingresar al selecto ámbito de los artistas globales, tanto como Cornelius o Cibo Matto (Japón), Air o Daft Punk (Francia), Björk y Gus Gus (Islandia). Entonces, este paso (doble paso, en realidad) puede ser el gran paso. Revés incluye segmentos sonoros que remiten a una forma de experimentación en el estudio de lo más inusitada para una banda pop. Gestos de altivez musical que pocos se permiten o pueden hacer. Estructuras de canciones sin letra, esbozos de jungle étnico, pasajes trance-zomba y una impronta urbana general que lo dotan del misterio, la paranoia y la velocidad de una gran ciudad. Ahí están las imágenes, si no, que forman parte de un cortometraje de poco menos de media hora que en la Argentina se vio por MTV, antes de la oleada rickymartinesca. Cuenta Nrü: “El director es Adolfo Dávila y la concepción del video se hizo entre los cinco, aunque yo estuve más pegado a Adolfo durante la realización. Cuando le empezamos a ver el rostro a Revés, empezamos a hablar de él como la musicalización de un cuento de ciencia ficción, de ahí pasamos a que fuera como el soundtrack de alguna peliculita. Finalmente llegamos a la conclusión de que no había nada más ciencia-ficción que la que estamos viviendo y Revés era el soundtrack. Cuando nos juntamos con Adolfo decidimos hacer lo que podríamos llamar cinema-verité, que de alguna forma es lo que hicimos con el video de Chilanga banda, nada más que éste tiene algunos toques surrealistas, mágicos. Más o menos sobre eso versa el video, el absurdo de nuestros días en una historia circular”.

EN TORNO AL ENTORNO
La otra cara del proyecto, Yosoy, vuelve a la clásica canción Tacuba. Ritmos folklóricos tamizados por bases electrónicas, guitarrones sobre baterías programadas, charangos y computadoras. Letras que bucean en lo profundo de una imaginería sólo concebible en México: subtes y curanderos, autos y templos, taxis verdes y cuentos fantásticos. Todo lo que ya se había visto y escuchado en ellos, pero mejor. Un tipo que se levanta y ve su vida en el espejo de su baño. La utopía de animales componiendo canciones. Una serenata de amor ácido. Replanteos existenciales sobre cómo se hace para seguir siendo joven-niño. Siempre ha sido así. Con el romanticismo trágico de su tierra y la mirada irónica del que a veces se da cuenta de que no todo es como se lo contaron, en la escuela, en la casa o en la calle. En el perfecto compendio de canciones pop-rock que trajo consigo Ré (1994) estaba ya presente todo aquello. Ese disco que regaló grandes canciones (el hit “Ingrata”, con su amenaza de violencia física llevada al absurdo, la ironía feroz de “El borrego”, más ruidosa que una canción de A.N.I.M.A.L. y Brujería juntos) sentó un precedente y puso bien alto el techo artístico de la banda. Ahora, cinco años después de giras y desgaste interno, vuelven por más. La clave, para Joselo Rangel, pasó por “la cura” que les produjeron esas jammings en estudio. Esa renovación trajo consigo una buena dosis de autoconciencia sobre sí mismos y también sobre la realidad que los rodea. Según Nrü: “Todo es tan absurdo en el mundo de hoy que parece que vamos en sentido inverso, a contrapelo de la vida que deberíamos llevar. Ésa es un poco la sensación: parece que los miedos confunden nuestras vidas, parece que todo está confundido. Esas sensaciones quisimos meter en el disco, porque es el entorno que nos rodea a todos”.

LA PRóXIMA GRAN COSA
En medio de una ola latina que parece cubrir los Estados Unidos y que se refleja en tapas de revistas y muchas horas de radio y televisión para la next big thing, Café Tacuba es una suerte de avanzada heterodoxa, o más pura que ninguna. De hecho, desde Ré en adelante y con razón, revistas especializadas, grandes diarios y firmas ilustres dentro de la crítica musical norteamericana les han dado su visto bueno y admiración. Así que todo esto no es nuevo, aunque deba tomárselo con cuidado. El análisis pertenece a Joselo y abre una nueva perspectiva de pensamiento cuando cualquier latinoamericano se pregunta adónde concluirá el boom y dónde empezará la verdadera proyección: “Viene gente y te dice ahora es el momento de que ustedes revienten en Estados Unidos. Y bueno, será... Pero hay que tener en cuenta algunas cosas: que cantamos en español, igual que muchas otras bandas en Latinoamérica, y la apertura que se ha dado ha sido para música latina sí, pero cantada en inglés. Habría que revisar la situación política. En Puerto Rico por ejemplo, de donde vienen Ricky Martin y Jennifer López, no sólo hablan inglés desde pequeños: son finalmente como un híbrido norteamericano-latino, o latino-norteamericano, que quién sabe qué, en realidad. Esas son las personas que están teniendo éxito. O Gloria Estefan, que es cubana pero vive en Miami y si tú hablas con ella, te habla en inglés. Entonces, es una situación para analizar con seriedad y desde diferentes niveles. Hay una crítica de rock que sí entiende un poco más allá de la moda, ven que hay un movimiento importante en la escena de rock, en Argentina, en México, en Colombia... Ya registraron que no es todo un solo país, allá abajo. De cualquier manera, la forma de entrar en Estados Unidos será a través del circuito college y de las radios alternativas, tocando con bandas de allí que no son tampoco de lo más difundidas. Nosotros sentimos que esto es como una especie de cadena y que a lo mejor no somos el grupo que pegue el gran salto. Tal vez sea otro grupo que llegue detrás de nosotros y de cualquier lugar de Latinoamérica”.