Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH LAS 12

Yo me pregunto

Página 3


Regresa a RADAR
 

Yerba buena

Después de una exahustiva investigación de ímproba pericia periodística, Radar logró hacerse con un e-mail que anda circulando por los claustros universitarios. A continuación, se reproduce el documento que da cuenta de cómo se diferencian las distintas universidades de Buenos Aires según sus letreros sobre el cuidado del césped:

Universidad de Belgrano:
“Ay, gordi, no pises el pasto, ¿tsí?”.
Universidad de San Andrés:
“Favor de no aterrizar sus jets privados sobre el césped”.
Universidad Católica Argentina:
“No pisen el césped, por el amor de Dios”.
UADE:
“Si encuentran pasto, avisen, así construimos ahí otro edificio”.
Universidad del Salvador:
“Si usted pisó el pasto, haga el favor de pagar en caja, gracias”.
UBA (CBC): “
Favor de no robarse el pasto”.
UBA (Derecho):
“No pisar el césped, Ley 8977, Ordenanza 13667”.
UBA (Ingeniería):
“No hay pasto”.
UBA (Psicología/Filosofía):
“No fumarse el pasto”.
Universidad Austral:
“Si usted pisa el pasto, se irá al infierno”.

El granero del mundo

A los sesenta y un años, Rose Marie Fanucchi es la fundadora, editora y única periodista de la revista Coastal View News, que edita una vez por semana desde un departamento de un ambiente en Carpinteria (California). La revista sirve a los habitantes del pueblo para informarse sobre cuestiones de suma importancia local, como “La mejoría de Mabel después de su caída del otro día” y “La visita de Jack a su tío en Minnesota”. Hace tres meses, Fanucchi leyó en otro diario local que un granero del siglo XVIII había sido desmantelado en la Costa Este y estaba siendo transportado a Santa Bárbara, a media hora de Carpinteria. La periodista publicó la noticia abajo de una queja sobre los problemas con la recolección de basura en el pueblo y arriba de una nota sobre la graduación en la Universidad de Stanford del sobrino de unos vecinos. Un mes después, el Coastal View News recibió una carta documento en la que se la intimaba a “no divulgar más información que permita averiguar directamente o indirectamente la ubicación del granero histórico”. En su defecto, la demanda sería millonaria. Según el abogado, “mi cliente viaja largas distancias para asegurarse no ser localizado por sus fans o personas peligrosas”. Acto seguido, el abogado revelaba que su cliente era Joel Schumacher, director de las dos últimas secuelas de Batman. Fanucchi le mandó una respuesta escrita al abogado, asegurándole que en ningún momento quiso “invadir la soledad” del nuevo vecino, a quien no conocía y del que nunca había visto ni una película, pero al que de todos modos deseaba enviarle un mensaje: que no gaste fortunas en cartas documentos ni en abogados que “escriben Carpenteria en vez de Carpinteria, el nombre de un pueblo donde a nadie le importa qué tiene Schumacher en el granero”.

Cosa de negros

Después del batacazo que dio con Hombres de Negro, Barry Sonnenfeld volvió al ruedo con Wild, Wild West, una adaptación de la serie de televisión norteamericana que hizo furor entre 1965 y 1969. Pero a pesar de pelearla en la cima de los rankings de recaudaciones, a la película le vienen lloviendo acusaciones desde el día del estreno por sus chistes de alto contenido racista. Según la versión oficial, en los diálogos del guión original no se hacía ninguna mención al color de Jim West, hasta que Will Smith le sugirió a Sonnenfeld incluir algunos chistes. Así, por ejemplo, Kenneth Branagh le dice a Smith que parece “el tío de un mono” (amén de una serie de chistes filmados que no consiguieron el visto bueno en las funciones privadas y tuvieron que ser eliminados para la versión final de la película). Robert Conrad, el actor que hizo de Jim West en la serie televisiva de los 60, dijo a diestra y siniestra en diarios y revistas yanquis estar “profundamente decepcionado por el humor de la adaptación”. El periodista Chris Hicks disparó con munición más gruesa: según Hicks es imposible que un negro haya sido agente secreto del gobierno en el Lejano Oeste de 1870 y haya logrado infiltrarse en una sociedad racista. Por otro lado, la idea de adaptarla en un futuro sin tensiones raciales (como decidió George Lucas para su Episodio 1 de La guerra de las galaxias al incluir a Samuel Jackson como Jedi) tampoco salva la situación, porque por más que suceda en el futuro, todos se la pasan haciendo chistes sobre el tema. Sonnenfeld y Smith salieron a hacerle frente a la ola de acusaciones argumentando que “es divertido ser lo que ellos llaman políticamente incorrecto en un país donde la vida es tan aburrida”. Muy bien por ellos, si no fuera porque la película es igual de aburrida.