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OPINION
El encantador
Por Fito Páez

(Acerca de la primera parte de “Perón, sinfonía del sentimiento”, de Leonardo Favio, exhibida por primera vez el jueves en un ciclo de cine independiente.)

La avanzada de Leonardo Favio sobre la Argentina es tan despiadada y hermosa que irrumpe como una estrella, nada fugaz, iluminando todo lo que vela.na25fo01.jpg (7612 bytes) La mirada del artista debe ser ésta. Los discursos de Perón, la perdida mirada de Eva, el tono relator, el padre y la madre, la paloma, la plaza ahogada de gente durante dos décadas, el cristianismo, la propaganda, la vaca virtual, la palabra “mesuradamente” de la declaración de los Derechos del Trabajador, los gritos de viva de los simpatizantes en la sala durante la proyección, lo que no se quiere ver y sin embargo sigue vivo, aunque sea en la pantalla, el agobio de tres horas, los años de alegría y de dolor, los besos, las lágrimas y las cuchilladas que se clavan en cada uno de los espectadores, y en cada uno de ellos sangra con una sangre especial, es el material con el cual este genio inigualable siente y trabaja.La narración funciona a la manera de un relato psicótico pleno de picardías argentinas, una polifonía rica en acordes abiertos llenos de tensiones, y en armonía con los grandes relatos de este país. Cuando se piense o se hable de este lugar, no se lo podrá completar sin la obra de este artista. La vida política fue su vida, la vida política es la vida, nos cuenta. Las resonancias son inevitables. Imposible negar un pasado real y certero que se abre paso en sus manos de esta manera tan brutal. Imposible no mirar tremenda cosa por I-Sat, imposible hacerse el boludo, imposible lo posible. Y aquí las contradicciones, que sólo nos ayudan a sentirnos más perdidos que nunca, y nos muestran un mapa jamás antes revelado de nosotros mismos. La idea de la utopía cristiana y doctrinaria, rota por el paso del tiempo, que es el único juez y rector de las cosas del mundo. Favio es, quiera él o no, el testigo artista de una época que cuenta la condición humana, sin ideologías, sin doctrinas, y que nos dispara, a nosotros, los nuevos, hacia un mundo diabólico, que es el mundo real, lleno de conflictos, con el cual tendremos que lidiar, negociar y hacer nuestras obras de arte. Así, el gran encantador de serpientes nos cuenta sus embrujos, así debemos devolverle nuestra esencia aprendiz, y así decirle también a este gran chamán, que descubrimos por él, nuestro gran mito, el mito argentino, el más delirante. Y que estamos atentos, pero que la vida a su vez se abre paso de muchas maneras, y que él sabe exactamente de lo que estamos, o mejor dicho, de lo que estoy hablando.

 

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