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Ambos ganaron prestigio en el teatro independiente y popularidad a través de la televisión, siguiendo de hecho dos carreras paralelas. Ahora trabajan juntos en Calientes, encarnando a una pareja de amigos. De todos modos, ellos sostienen que no hay conflicto entre lo teatral y lo televisivo, porque el lugar no determina por sí mismo el valor de las cosas.
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Por Luis Vívori ![]() Ustedes comenzaron en teatro. ¿Muchos actores critican a la televisión desde afuera y cuando están adentro cambian rápidamente de opinión? Dayub: Debe ser que la televisión tiene mala prensa, como el teatro a su vez tiene fama de prestigioso. Pienso que las dos cosas están equivocadas. Cuando Picasso hacía un dibujito en una servilleta, le daba la misma importancia que cuando pintaba un cuadro. El lugar no determina por sí mismo el valor de las cosas. Aunque reconozco que me habían hecho mucho el coco al respecto, ¡que cómo un actor de teatro iba a estar en la televisión! Entendí que laburar es la forma de ganarse la vida y hacerlo medianamente bien te da la dignidad que hace falta para vivir. Hacer teatro está sobrevaluado, no cura a la gente y se lo puede hacer mal o aburrido. Como también está el que piensa que porque hace teatro el Estado le tiene que dar algo. Posca: En mi caso siempre tuve claro que cualquier cosa que hiciera en televisión debía tener la misma autenticidad y el mismo valor que lo que hacía en el teatro, para que toda la tribu que me seguía no se sintiera defraudada. Y en lugar de rechazarme por estar en la TV, me valoraron más. Ambos construyeron en teatro personajes marginales (El Amateur y El Perro), ¿qué les atrae de ellos? D.: A mí me interesó ir en contra del prejuicio de la gente, porque nadie iba a pensar que dos crotos iban a lograr algo tan complicado. A un marginal se le permite cualquier espiritualidad. A la hora de componer es mucho más rico, le podés poner cualquier cosa. P.: Me resulta atractivo hablar del comportamiento humano y no del aquí y ahora. Lo marginal te lleva a la miseria, a lo deforme y en esas situaciones límites aparece lo más crudo de las personas, de lo que fue su experiencia de vida. Finalizado parcialmente el conflicto de los actores, ¿qué sensaciones les dejó en lo personal la medida? D.: Hubo mucha confusión, precisamente porque somos actores. Es difícil vernos a todos en un mismo pensamiento. Pero en lo general fue una medida correcta y el acatamiento fue casi total. Pienso que cada uno hace lo que puede y a veces más lo que puede que lo que quiere, por eso no le di importancia, ni me interesan aquellos que traicionaron la medida. P.: Desde el programa nos dijeron que había que promocionarlo en la TV, pero pusimos el pecho y nos negamos. A pesar de la presión, respetamos la medida, aunque piense que fue algo indiscriminada y tuvo algunas contradicciones. De todas formas era fundamental ser solidarios. Aunque no soy quien para juzgar, te digo que los que no acataron y fueron a la televisión me dieron un poco de lástima. A mí nunca se me hubiera pasado por la cabeza hacer algo así. Los programas pensados para jóvenes suelen mostrar estereotipos, sin buscar profundidad. ¿Cómo definirían a Calientes? D.: En principio la problemática de los chicos de esta tira tiene que ver con lo que les pasa a muchos en la realidad, cada vez que tratan deestudiar y trabajar. Quieren ganarse la vida con todo lo que cuesta en estos tiempos. Además están bastante repartido los orígenes sociales y las características de cada chico, hay algunos porteños, pero también hay del interior. Un dato interesante que es que los propios actores les van agregando muchas cosas a sus personajes. No me parece que vaya a ser un Verano del 98, con esa cosa tan ficticia que tiene. La idea es no repetir formulas tipo Montaña Rusa, ni copiar la cotidianeidad del programa que estaba en ese horario, y me gustaría que fuera así, que tengamos la posibilidad de crear algo, aunque el rol del actor es muy chiquito a la hora de pensar el estilo de un programa. No me gustaría que se dieran situaciones en la historia imposibles de justificar. No me gustaría que hubiera golpes bajos, ni que se apelara a la trampa. Para entretener no hay por qué engañar. P.: No debería quedarse en la superficialidad de cada personaje. Lo que a la gente le interesa es que cada uno de los miembros de la historia tenga su pasado, su presente y su futuro, que tengan un nervio. D.: No somos el típico sostén, está como más repartido. Somos dos amigos muy diferentes. En mi caso soy Teo, un tipo formal, con cierta responsabilidad en lo que hace. Soy una especie de porteño con ambiciones de galán. P.: Mi personaje, Deacon, vivió mucho tiempo en Europa. Conoce mucho a Teo desde chico y se quieren aunque no se sabe muy bien por qué, por lo menos por ahora. Y además son socios de un restaurante chino. Por otro lado es interesante la mezcla de generaciones que se da, porque no hay mucha diferencia de edad, va de los veinticinco a los treinta pico, no hay padres, ni tíos, ni tutores. ¿El hecho de que en varios programas los elencos no estén compuestos por actores de experiencia no conspira contra la calidad del producto? P.: Lo de la experiencia en la actuación es relativo y Pizza, Birra, Faso es un ejemplo. Y también vi películas con gente experimentada que eran malísimas. A veces la frescura en televisión ayuda mucho. Si hay feeling con un pibe, está todo bien, además siempre tenés la posibilidad de ayudarlo. D.: Cuando empieza un programa, somos todos inexpertos porque nadie conoce bien de qué va la cosa, mas allá de la experiencia que tenga en el trabajo. El oficio no te asegura nada.
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