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MURIERON 41 PERSONAS AL VOLCAR UN MICRO QUE IBA HACIA CAMBORIU
Vacaciones al último círculo del infierno

El micro, con 54 personas, había salido de Tucumán el domingo. Poco antes de llegar a Camboriú volcó y luego fue embestido por un ómnibus brasileño. Hubo 39 muertos argentinos –entre ellos 7 chicos– y dos brasileños. Los motivos serían el camino difícil, un exceso de velocidad y la inestabiliad del micro.

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El piso superior del micro se desprendió y prácticamente se desintegró contra la ladera. Entre los muertos había siete chicos, entre ellos una nena de apenas 1 año y medio.

t.gif (862 bytes)  Noche, niebla, un probable exceso de velocidad y la inestabilidad de un ómnibus de dos pisos. Esa habría sido la combinación fatal que provocó primero el vuelco y luego el choque del micro argentino, con 54 personas a bordo, en una ruta del estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, unos 200 kilómetros antes de llegar al destino, la ciudad balnearia de Camboriú. Las autoridades brasileñas confirmaron que 41 personas murieron, 39 de ellas turistas argentinos. Entre los fallecidos hay 7 menores, uno de ellos una nena de 1 año y dos meses. Del contingente argentino, hubo 18 sobrevivientes. Anoche, los dos aviones Tango de la Presidencia de la Nación partieron hacia Brasil llevando a un grupo de familiares de las víctimas. Algunos de ellos identificarán a sus parientes muertos. Otros recogerán a los heridos, cuyo regreso está previsto para hoy. Otro avión de la Fuerza Aérea brasileña trasladará los cadáveres, por indicación del presidente Fernando Henrique Cardoso.
El accidente se produjo a las 5.30 de Brasil (4.30 de la Argentina) cuando el ómnibus de la empresa Giménez Viajes, proveniente de Tucumán, transitaba por la ruta BR 470, a la altura de Pozo Redondo, donde el camino tiene un recorrido sinuoso, con bajadas y subidas, pues atraviesa una zona de morros y montañas. A esa hora, la mayoría del pasaje estaba durmiendo. Los que pudieron despertarse se hallaron de pronto en medio del desastre: cuerpos tendidos que ya no se movían, algunos mutilados, gritos de dolor y pedidos de auxilio, la parte superior del micro virtualmente desintegrada contra la ladera de un cerro y el resto volcado en medio de la ruta, embestido por un ómnibus de línea brasileño.
El pasaje, en realidad, era parte de un contingente de 160 personas, que se había dividido en cuatro micros: tres de doble piso y un minibús. Habían partido en travesía el domingo a las 9, y en la mañana del lunes ya estaban en Foz de Iguazú. El tour incluía un día de estadía en esa localidad brasileña, con visita a las Cataratas y una noche de hotel. El grupo emprendió el último tramo del viaje el martes a las 14, desde Foz de Iguazú. Los micros partieron en tándem. El protagonista de la tragedia, el interno 18, era el segundo en la fila. Detrás de él venía el minibús.
Había un banco de niebla en el tramo de la ruta donde ocurrió el accidente, según coinciden varios testimonios. Según confirmó a Página/12 el oficial Joao Piñero, de la Policía Rodoviaria (Caminera) de Rio do Sul, el puesto más cercano al lugar de la tragedia, “en ese sector la ruta está señalizada, con una indicación de velocidad máxima de 40 kilómetros por hora”. “Es un tramo peligroso, muy sinuoso, con subidas y bajadas, con mucho tránsito de camiones, y donde se registran muchos accidentes, especialmente en temporada de verano”, precisó el oficial.
El ministro de Transporte de Brasil, Eliseu Padilha, dijo que la carretera estaba “perfectamente señalizada y en buenas condiciones”, a la vez que confirmó que en el momento del accidente había allí un banco de niebla.
Según pudo reconstruir la policía, el micro argentino venía de subir una cuesta y, al girar en una curva cerrada hacia la derecha, perdió estabilidad, volcó, y la parte superior dio contra la ladera de un cerro y se desprendió. El resto de vehículo, fuera de control, se arrastró de costado por el asfalto, ya en bajada, se cruzó de mano y fue embestido por otro ómnibus que subía desde el carril contrario, un micro de pasajeros de circulación local, de la empresa Reunidos. Casi de inmediato, el minibús que venía detrás también chocó al micro, pero el impacto fue menor.
“Me desperté con el golpe, la gente se me vino encima”, relató desde Rio do Sul Mónica Fernández, una de las pasajeras sobrevivientes. “No sé cómo hice pero, en medio de todo, pude encontrar a mi mamá y, juntas, pudimos salir del micro –agregó–. Con nosotros viajaban desde chiquitos de un año hasta gente mayor. Cuando volví a mirar hacia el micro lo vi totalmente destruido, con partes del techo arrancadas. Había mucha gente tirada que no se movía.” Las dos mujeres, con heridas leves, fueron rescatadas por un automovilista. “Me despertaron los gritos –contó Pedro Quintero, de 13 años, otro sobreviviente– y cuando abrí los ojos vi un micro que se venía de frente. Cerré los ojos y sentí un golpe fuerte. Lo abracé a mi hermano (Santiago, de 8 años) y después no recuerdo nada más, porque me desmayé.”
El saldo fue demoledor. Según confirmó a Página/12 Giovani Nicoletti, vocero del Instituto Médico Legal de Rio do Sul, donde fueron trasladados todos los cadáveres, “los muertos fueron 41, de los cuales 39 son argentinos y los otros dos brasileños”. “Entre los argentinos hay 32 adultos y 7 menores, uno de ellos una nena de un año y dos meses”, agregó la fuente. Su hermanita melliza logró salvarse, aunque debió ser operada.
El estado de los cuerpos era tal que sólo catorce de los muertos pudieron ser identificados ayer. Uno de ellos, el chofer del micro brasileño. El resto será identificado hoy por sus familiares, que se trasladaron por avión hasta Florianópolis y desde allí recorrerán 200 kilómetros por tierra hasta Rio do Sul.
Los heridos, en tanto, fueron más de 40, 18 de ellos argentinos, distribuidos en cinco hospitales de la zona. Entre ellos está el chofer del micro accidentado, Víctor Jaime, y el dueño de la empresa, Francisco Giménez. Anoche había tres heridos que tampoco habían podido ser identificados.
La policía supone que el ómnibus de la catástrofe venía excedido de velocidad. Pablo Dantur, coordinador del grupo del interno 18, aseguró a este diario que venían a 75 kilómetros por hora. Walter Tales, que cumplía la misma función en el minibús que los venía siguiendo, dio otra versión: “Veníamos a lo normal, 90 kilómetros por hora” (ver aparte).
La cónsul argentina en Florianópolis, Marta Aguirre, quien sobrevoló la zona en helicóptero y visitó a los heridos, no arriesgó hipótesis y prefirió no confirmar datos: “El reconocimiento se va a completar recién cuando vengan los familiares”, confirmó anoche a Página/12.

 


 

EL RELATO DE DOS COORDINADORES DEL VIAJE
“Había cuerpos por todos lados”

Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes)   “Venía una curva muy cerrada. Cuando terminamos de pasarla, teníamos un micro encima. Sentí un golpe y una explosión. Después no recuerdo más. Cuando me di cuenta, yo estaba tirado arriba del parabrisas, con dolores en el pecho y en las piernas, y alrededor, todos los cuerpos tirados. Fue desastroso.” El relato pertenece a Pablo Dantur, uno de los sobrevivientes de la tragedia ocurrida en la madrugada de ayer en la ruta brasileña. Era, además, el coordinador de la empresa Giménez Viajes, en el fatídico colectivo 18. En el momento del accidente, iba conversando con el conductor.
Dantur es oriundo de Tucumán, y trabaja hace seis años en la organización de viajes a Brasil, con distintas compañías de turismo. Ayer quedó internado en uno de los cinco hospitales a los que fueron trasladados los heridos, junto con una pasajera, Dora Díaz. Desde su habitación en un centro de salud de la ciudad de Curitibanos, 60 kilómetros al sur del lugar del accidente, el coordinador conversó con Página/12. “Fue una experiencia muy, muy dolorosa”, describió, todavía shockeado por la catástrofe. Sufrió golpes en el pecho y en las piernas, pero su cuadro no es grave. “Recuerdo muy poco”, agregó. Entre sus recuerdos está la última conversación con el chofer Víctor Hugo Jaime y los bancos de niebla que periódicamente venían cruzando, a medida que avanzaban por la ruta BR 470 rumbo al balneario de Camboriú. “El camino estaba bastante transitado. No íbamos muy rápido; llevábamos una velocidad de 70 a 75 kilómetros por hora. La mayoría de los pasajeros iba durmiendo”, señaló.
El accidente lo sorprendió a las 5.30 hora local. Aún turbado por la emoción violenta vivida pocas horas antes, por la tarde Dantur no tenía clara la secuencia de los hechos. En cambio, Walter Tales, el coordinador de Giménez Viajes que ocupaba el colectivo de la empresa que venía detrás, a unos 2 kilómetros de distancia del que se accidentó, trató de reconstruir los segundos fatales. “Según deduzco, al pasar la curva, que era muy cerrada, el micro 18 volcó. Cayó del costado del chofer y se desprendió el techo. Casi simultáneamente debe haberlo chocado el ómnibus que venía en sentido contrario”, contó a este diario Tales, de 34 años, desde el hotel HM, en Camboriú, adonde debía llegar el micro siniestrado. “Llegamos unos minutos después del accidente. Nos detuvimos a ayudar. Pero no permitimos que los pasajeros bajaran, porque había pedazos de cuerpos por todos lados”, añadió. El primero de los ónmibus, que encabezaba la caravana de Giménez Viajes siguió su ruta sin enterarse inmediatamente del accidente. Los otros dos, continuaron luego hacia el balneario brasileño.
“La 470 es una ruta muy difícil, porque tiene curvas y se va subiendo una cuesta. Pero nuestros choferes la conocen bien porque hace años que la recorren. El que conducía el micro 18 iba a Brasil desde hacía 6 años”, precisó.

 


 

LA CIUDAD SE PARALIZO AL CONOCER LAS NOTICIAS
Un largo día de agonía en Tucumán

t.gif (862 bytes) A las 21.35, cuando los aviones con los familiares de las víctimas partieron hacia Florianópolis, Tucumán continuaba su jornada de agonía. Había empezado a la mañana temprano, cuando los familiares de 160 personas –aún no se sabía cuál de los cuatro micros que salieron el domingo se había accidentado– comenzaron a reunirse ante la empresa Giménez Viajes y Turismo. Desde media mañana fueron recibidos en la Casa de Gobierno provincial, donde un equipo de médicos y psicólogos se hizo cargo de ellos, en un operativo coordinado con la Nación. A la noche, antes de partir a Florianópolis en los aviones presidenciales, conocieron la lista de heridos e intuyeron la de fallecidos.
Desde la mañana la policía tucumana tuvo que cortar el tránsito en Crisóstomo Alvarez al 600, a dos cuadras de la Casa de Gobierno: allí, ante la empresa Giménez Viajes, se agolpaban centenares de desesperados. Dos tercios de ellos pudieron tranquilizarse cuando supieron que sus familiares no viajaban en el coche número 18. Los restantes, desde las diez y media de la mañana, fueron recibidos en la gobernación.
A esa altura, San Miguel de Tucumán estaba prácticamente paralizada. La gente se agolpaba para ver, en los televisores de los bares, la catástrofe. “Todos tenemos un pariente o un conocido con un familiar que viajaba a Camboriú”, comentaba un periodista tucumano.
A mediodía, ya estaban trazadas las líneas del operativo coordinado entre el gobierno nacional y el provincial. Se dispuso que un equipo de psicólogos acompañara en todo momento a los familiares y se procuró mantenerlos apartados del acoso de medios de difusión. Se les pidió que designaran a un representante por cada familia para hacer el viaje, y se los trasladó al aeropuerto local.
Pasadas las 20 llegaron los aviones presidenciales, y en ellos los coordinadores del operativo: el diputado nacional tucumano Alfredo Neme Scheij, el secretario general de la Presidencia, Jorge de la Rúa, y el titular del Sistema Federal de Emergencias, Juan Carlos Rabbat. Llevaban con ellos la lista de heridos. De la Rúa se encargó de leerla a los familiares, concentrados en el salón VIP. Los pasajeros que no figuraban en esa lista estaban muertos, salvo la remota posibilidad de que se hubieran retirado del lugar por sus propios medios. “¿Usted sabe lo que es no poder decir nada?”, se conmovió después Neme Scheij ante este diario.

 

“Es un momento de dolor”

“Este es un momento de dolor para todos. Lamentablemente no queda otra cosa que pedir a Dios por el eterno descanso de las víctimas fatales, la recuperación de los heridos y la asistencia a los familiares”, dijo en rueda de prensa el presidente Fernando de la Rúa, quien desde la mañana se reunió con varios ministros y dio instrucciones para que se tomaran las medidas necesarias para asistir a los familiares de las víctimas.
Para ello el Gobierno dispuso, durante la tarde, el envío de los aviones Tango 01 y 02 para que trasladen a familiares al lugar del hecho. También viajaron varios funcionarios, que los asistirán en la realización de los trámites legales para el traslado de los muertos y heridos.
Las naves que despegaron del aeroparque metropolitano tras una escala en Tucumán, donde recogieron a los familiares de las víctimas, partieron rumbo al aeropuerto de Florianópolis. Una vez allí, el viaje continuará por tierra hasta la ciudad de Río do Sul donde se han concentrado parte de los heridos y los cadáveres.
La cónsul argentina en Florianópolis, Marta Arregui, se trasladó al lugar del accidente “para atender lo indispensable en forma inmediata”. La Cancillería habilitó un teléfono de urgencias –el 4819-7887– para facilitar “información oficial” a los familiares de las personas que viajaban en el micro.


Cuatro coches por semana

Desde 1979, la empresa Giménez Viajes y Turismo –una de las más antiguas de Tucumán– venía efectuando sus excursiones a Camboriú. “Mandamos cuatro coches por semana durante todo el verano –dijo a este diario un representante de la firma–: este año viajaron todos completos, incluso ya están vendidos todos los boletos para el próximo domingo 16.”
En el coche accidentado viajaba uno de los tres dueños de la empresa, Francisco Giménez, quien figura en la lista de heridos.
El domingo a las 9 habían partido tres ómnibus, más una combi con personal de la empresa. El lunes a la mañana llegaron a Foz do Iguazú; allí descansaron en un hotel hasta el martes a la tarde, cuando partieron hacia Camboriú, adonde preveían llegar ayer a las 9. La excursión dura 12 días, y el precio va de 420 a 500 pesos, según la categoría del hotel.
Los pasajeros de los otros micros continuaban ayer con la excursión, y las próximas salidas no se han suspendido, aunque “si hay gente que prefiere no viajar, respetaremos su decisión”.


 

HUBO DIEZ MUERTOS EN OTRO CHOQUE EN LA PAMPA
Fue una jornada negra en las rutas

t.gif (862 bytes) Cuando el país recién empezaba a digerir las noticias sobre la tragedia en Brasil, otro accidente convertía definitivamente la jornada en un día negro. En este caso fue el choque entre un camión y una pick up en La Pampa, que dejó un saldo de diez personas muertas. Era un grupo de tres familias que volvían de vacaciones. Entre los muertos había tres chicos, uno de ellos de pocos meses.
Fue a las 10.30, en el kilómetro 237 de la ruta 151 del suroeste pampeano, cuando un camión Chevrolet cargado con frutas y una pick up Gladiator chocaron de frente. La vieja camioneta jeep Gladiator arrastraba una casilla rodante y transportaba a 13 personas, que iban en la cabina y en la caja posterior. Según información suministrada por la policía, eran tres familias mendocinas que volvían de pasar unas vacaciones en la Patagonia. El bebé iba en brazos de su madre y ambos murieron. Los ocupantes del camión, en cambio, sólo sufrieron heridas.
La primera impresión fue que el choque se produjo a consecuencia de una brusca maniobra del conductor de la pick up, que intentó sortear un inmenso bache existente en ese sector de la ruta. Se pasó así a la mano opuesta, sin calcular bien las distancias. El camión que venía en sentido contrario impactó en el sector delantero derecho de la camioneta, sobre la puerta del acompañante, y literalmente desintegró al vehículo. Los primeros en acudir en auxilio fueron los bomberos y la policía del pequeño pueblo de Puelén, ubicado a 400 kilómetros de Santa Rosa, y encontraron un panorama desolador.
Uno de los chicos, de cuatro años, fue trasladado en avioneta por la gravedad de sus heridas hasta la capital pampeana, donde fue internado en la sala de terapia intensiva infantil del Hospital Doctor Lucio Molas, con fracturas expuestas en las dos piernas y traumatismo severo de tórax, que le genera dificultades respiratorias. También una adolescente de 14 años resultó con heridas graves, aunque está fuera de peligro. La policía no quiso suministrar las identidades de las víctimas hasta tanto llegaran sus familiares desde Mendoza.

 

Una ruta estrecha y muy sinuosa

La ruta BR-470 donde se registró el accidente es la vía de comunicación entre los estados sureños de Río Grande do Sul y Santa Catarina. Según los especialistas es una ruta estrecha “muy peligrosa” que se encuentra emplazada entre morros y tiene espesa vegetación, lo que ocasiona neblinas constantes sobre todo en las primeras horas de la mañana. El camino, plagado de curvas, subidas y bajadas, es habitualmente recorrido por camiones, aunque en la temporada de verano los ómnibus turísticos la surcan a diario para cubrir los trayectos entre la Argentina y los balnearios del sur de Brasil. Por sus características, las autoridades brasileñas recomiendan a los automovilistas circular a velocidad media.


Criticas al doble piso.
“No son micros seguros”
Por M.C.

“Los micros de dos pisos no son seguros. Si no se modifican las exigencias para su diseño, deberían dejar de usarse”, denunció ayer ante Página/12 Osvaldo León, asesor gremial de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y técnico en Higiene y Seguridad del Trabajo. Según precisó, esta clase de vehículos, como el que volcó ayer en el sur de Brasil, “es inestable y más proclive a sufrir accidentes por las características de su carrocería”.
“No es la primera vez que los micros de dos pisos protagoniza accidentes”, indicó León. El sindicalista precisó que su altura suele rondar los 4,60 metros. Entre los “problemas” que conspiran contra la seguridad del pasajero y del conductor, León señaló el hecho de que no son aerodinámicos. “Esta característica no le permite a este tipo de vehículos avanzar cortando el viento. A este aspecto hay que sumar que sus carrocerías, por una cuestión de economía en la fabricación, son muy livianas. Ambos factores hacen que pierdan estabilidad en rutas en las que hay viento y, además, son sinuosas”, describió León.
“A la vista del usuario son muy lindos. Pero cambian de opinión cuando les toca soportar una tormenta sentados en la parte superior. Los micros se mueven tanto que nunca más quieren utilizarlos”, señaló.
Otro aspecto que contribuye a que sean inestables –agregó el gremialista– es la mala distribución del peso en los vehículos. “El motor generalmente está en la parte trasera. Las bodegas están atrás y en los laterales. Por otra parte, suele quedar un espacio vacío de unos dos metros de altura entre el equipaje y el lugar donde están los pasajeros, lo que favorece el bamboleo, sobre todo en días de tormenta. El peso debería estar balanceado. Sería diferente si el motor estuviera en el medio de la carrocería”, observó León. Según el gremialista, “si la gente no se muere adentro del vehículo, se mata al tratar de salir, arrojándose desde las ventanillas del piso superior”, ubicadas a unos 4 metros del suelo.
“Lamentablemente, en la Argentina se buscan los defectos a medida que se muere gente. Para la UTA, este tipo de vehículos no es seguro. Lo hemos denunciado muchas veces a las autoridades de la Secretaría de Transporte, pero nunca han hecho nada al respecto. Si no se modifican las exigencias para su diseño, deberían dejar de usarse para larga distancia. En otros países sólo se utilizan dentro de las ciudades, para hacer city tours”, consideró el gremialista.

 

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