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“Algo parecido a la felicidad”

Los escritores chilenos Antonio Skármetay Roberto Bolaño opinan sobre el triunfo de Lagos y la vuelta de Pinochet al país.

El escritor Antonio Skármeta asegura que Chile está en calma.
“Es un momento de mucha dicha y esperanza para mucha gente”.

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Por Florencia Grieco

t.gif (862 bytes)  “El clima en Chile en este momento es muy poco confrontacional. El hecho de que el candidato derrotado haya visitado de inmediato al ganador muestra un clima bastante distendido. No hay nada especialmente dramático. La llegada de Pinochet podrá poner un acento dramático por algunos días, pero todo tenderá a congelarse”. La evaluación in situ de la situación en Chile después de una semana colmada de novedades corrió por cuenta del escritor chileno Antonio Skármeta. Aquí, el diálogo con Página/12.
–¿Cómo se vivió allí la victoria de Lagos?
–El momento que vive Chile es algo parecido a la felicidad. Realmente se estuvo en un serio peligro de que ganara gente que fue colaboradora de Pinochet durante la dictadura, y ese fantasma resucitando tantos años después habría sido muy deprimente y desmoralizante. Al mismo tiempo hay una gran felicidad entre los partidarios de Lagos porque se reencontraron moralmente con su identidad, y encontraron el camino correcto y urgente para vencer al candidato de la derecha. De modo que es un momento de mucha dicha y esperanza para mucha gente.
–¿Cree que será diferente un gobierno de la Concertación encabezado por un socialista y no por un democristiano?
–Yo creo que la Concertación va a seguir la misma ruta que hasta este momento. El hecho de que sea un socialista el que encabece ahora la coalición evidentemente le va a dar otros matices. Creo que va a haber un énfasis muy grande en la educación y en la cultura. Además es muy auspicioso el hecho de que un socialista haya llegado al gobierno en un país que tiene fuerte resistencia a una gestión socialista.
–¿Se convirtió en un factor de peso el hecho de que Lagos sea socialista?
–No. Lo que ha sucedido en Chile es que la derecha agrupada en torno de Lavín hizo una campaña “apolítica”, buscando perfilarlo como un candidato de centro. Incluso el mismo Lavín dijo que si Pinochet regresaba a Chile había que procesarlo, cosa que probablemente no habría llevado a cabo si hubiese sido elegido presidente. Pero la derecha, con un discurso y una estrategia centristas, aceptando las reglas de juego democráticas, regenerándose, separándose definitivamente de Pinochet y del pinochetismo, ha acumulado una gran cantidad de votantes, y tendrá un rol muy activo en la política chilena. Creo que va a ser una oposición muy constructiva.
–¿Cómo cree que van a convivir ahora la derecha y el pinochetismo?
–El pinochetismo, con la eventual vuelta a Chile de Pinochet, se va a transformar en un tema más sentimental que político. Yo creo que con esto ya estamos en el ocaso de un episodio de Chile. Los temas morales y de justicia van a quedar dolorosamente en suspenso. Pero hay una dosis tan fuerte de pragmatismo en la sociedad chilena, son tan distintos los hábitos de las nuevas generaciones que no se han visto tan marcadas emocionalmente como nosotros, que es probable que se enfrente todo con un nuevo espíritu. Especialmente cuando Pinochet esté detenido en un hospital, recluido en su casa, o simplemente fallecido.
–¿Cómo es el clima en Chile ante la vuelta casi inminente de Pinochet?
–Puede ser que cuando llegue haya alguna expresión de emoción, algunas frases de cortesía y algunas lágrimas de emoción de la derecha más dura. Pero Pinochet no ha sido tema en Chile desde hace muchos meses, y el hecho de que llegue ahora con un presidente elegido tan sólidamente y una derecha ubicada en el centro político, va a hacer que no pase nada especial.
–¿Cómo cree que será el futuro de Pinochet?
–No me lo imagino volviendo al Senado. Si intentara hacerlo creo que sería una provocación muy grande y una burla para Chile. Si lo intentara, creo que la tradicional paciencia de los chilenos, su cordura, que algunas veces se puede precisar como apatía, llegaría a su límite y habría considerables desórdenes.
–¿Cuál es la actitud del Ejército frente a su regreso?
–Por lo que vi en las calles, no hay ninguna situación anormal. Tampoco creo que el Ejército reaccione en el caso de que Pinochet sea desaforado. La situación política chilena actual indica que sería muy improbable que, como institución, el Ejército tratara de intervenir en los otros poderes, aun tratándose de su ex comandante en jefe. Por ahora no es momento de hacerse una visión fatalista ni dramática de lo que puede venir.

 


 

EL TRIUNFO DE LAGOS, SEGUN EL ESCRITOR ROBERTO BOLAÑO
“No exhibirá la generosidad de Allende”

Por F.G.

t.gif (862 bytes) Muchos chilenos se fueron del país después de que Augusto Pinochet bombardeara La Moneda el 11 de septiembre de 1973 para instalar una dictadura que se prolongaría por los siguientes 17 años. El escritor chileno Roberto Bolaño, autor de Los detectives salvajes y de Amuleto, entre otras novelas, siguió ese camino. Y después de pasar por México se instaló definitivamente en España. Desde allí, Bolaño habló con Página/12 sobre las elecciones del domingo, el triunfo de Ricardo Lagos, Pinochet y el futuro chileno con el segundo presidente socialista de la historia.
–¿Cómo cree que influyeron la detención de Pinochet y, 15 meses después, el anuncio de su liberación sobre el triunfo de Lagos?
–La detención de Pinochet en Londres definitivamente no jugó a favor de Lagos ni de la Concertación, porque, a fin de cuentas, colocó en una muy mala posición, incluso ética, al gobierno de Eduardo Frei: no queda bien que ministros socialistas salgan a debatir y pelear por liberar al peor tirano que ha tenido Chile en este siglo. Pero me gustaría creer que no influyó el fantasma de Pinochet, el fantasma de su regreso al país, aunque por supuesto entra dentro de las posibilidades que haya tenido peso. Creo, o quiero creer, que después de tantísimos años de dictadura el pueblo chileno no se ha vuelto amnésico.
–¿Y el hecho de que Lagos fuese socialista?
|–Creo que en el porcentaje de votos que consiguió Lavín ha tenido peso el hecho de que Lagos fuera un candidato socialista. Muchos han votado con el miedo de que representara la vuelta después de la muerte de Salvador Allende. Incluso debe haber influido para que gente de la Democracia Cristiana votara en contra de la Concertación de la que forman parte. Pero, a efectos prácticos, no hay punto de comparación entre Lagos y Allende. Los socialistas de todo el mundo han cambiado mucho. Lagos no cometerá los errores garrafales de Allende, pero tampoco podrá exhibir su generosidad, básicamente porque no tiene las virtudes enormes que tenía Allende. Con él había un espacio muy grande para la utopía. Su intención era llegar al socialismo. Pero eso ya pasó a la historia, en Chile y en el mundo. Al menos por ahora.
–¿Cree que bajo el nuevo gobierno se podrá enjuiciar a Pinochet?
–Chile tiene una democracia muy frágil, casi se podría decir vigilada. El Ejército tiene y seguirá teniendo un papel muy fuerte. Obviamente, lo ideal sería que volviera a ser un ejército súper profesional y apolítico, pero no me parece que sea posible. Yo no confío en ningún ejército del mundo, menos voy a confiar en el de Chile. Por otra parte, para que Pinochet pueda ser juzgado primero hay que desaforarlo, y a un senador vitalicio no se lo desafuera, según las leyes que el mismo Pinochet elaboró. Primero tendrían que cambiar esas leyes, y no creo que eso pueda pasar en Chile. Además, Lagos ha dicho que deja todo en manos de la Justicia, así que yo no veo al futuro gobierno hacer nada por juzgar a Pinochet. Definitivamente no se lo juzgará en el país. Es impensable. Ojalá no fuera así. Me encantaría equivocarme. Me equivoco en muchas cosas, y quisiera hacerlo en ésta también, pero no creo que ocurra.
–¿Cómo se imagina el regreso de Pinochet a Chile?
–En Chile, la gran mayoría de la población está un poco aburrida de Pinochet. Incluso mucha gente de la derecha ha empezado a sentirlo como un estorbo. De todos modos, nadie duda de que sus incondicionales lo recibirán con vítores y aplausos. Lo que también parece fuera de duda es que cuando llegue empezará a mejorar su salud, algo que habla muy bien del aire chileno y que nos puede ayudar mucho para desarrollar el turismo. Pero no pasará nada más. Excepto algo que podría resultar tan divertido como vergonzoso: dentro de uno o dos meses, Pinochet podría presentarse en el Senado, levantarse de su silla de ruedas y ocupar su banca. Algunos dirían: “Milagro, milagro”, y hablarían sobre la salud prodigiosa del “ex tirano”. Pero a Straw se le tendría que caer la cara de vergüenza.

 

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