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"Estoy aterrado por la magnitud del desastre. Es la obligación del gobierno castigar ejemplarmente al responsable y reparar lo más rápidamente posible el daño ambiental". El ministro brasileño de Medio Ambiente, José Sarney Filho, hizo una dramática evaluación de los daños causados por el derrame de por lo menos 500 toneladas de petróleo en la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, en la mayor catástrofe ecológica de la historia del país. La empresa estatal Petrobrás debería pagar como multa 28 millones de dólares, el tope máximo impuesto por ley, pero eso no deja conformes a las entidades ambientalistas no gubernamentales, entre ellas Greenpeace, que la consideran una medida nula porque la suma "irá del gobierno para el gobierno". Los expertos estiman que se necesitarán veinte años para lograr la total recuperación de la región afectada.
Sarney Filho sobrevoló ayer los 50 kilómetros
cuadrados de la Bahía de Guanabara por los cuales se extendió la enorme
mancha de crudo, que hizo estragos sobre buena parte de la flora y la
fauna protegidas del lugar. El problema se debió a la perforación de un
oleoducto de 20 kilómetros perteneciente a Petrobrás. En forma oficial
se dijo que el derrame fue de 500 toneladas, aunque los ambientalistas
elevan la cifra a 4000.
La marea negra se extiende por las playas del
norte de Río, ubicadas entre la refinería Duque de Caxias y la isla de
Paquetá, donde funciona un lugar de almacenamiento de la empresa. En
Guapirimin, una de las zonas afectadas, se reproducen y alimentan dos
terceras partes de los pescados y crustáceos que crecen en la región.
Sobre ese lugar en particular, el coordinador del Instituto Brasileño de
Medio Ambiente (Ibama), Carlos Henrique Mendes, sostuvo que los daños son
graves, pero "no irreparables", aunque la normalización llevará
mucho tiempo. Los ecologistas sostuvieron que el 30 por ciento de la zona
de Guapirimin ha sido dañada.
Mendes reconoció que la refinería de Duque
de Caxais no contaba con todas las autorizaciones requeridas para
funcionar, establecidas por el gobierno de Río de Janeiro. Por tales
motivos se está realizando una auditoría para normalizar la situación y
así "evitar el riesgo de nuevos accidentes en el futuro".
Mendes reconoció que es "el mayor desastre ambiental que sufrió la
bahía, porque en otros casos la contaminación quedó concentrada, pero
en esta ocasión los vientos y la falta de cuidados hizo que el petróleo
se extendiera".
Según Mendes, se tardará un mes en dejar
las playas limpias de crudo, pero las consecuencias del desastre podrán
ser reparadas recién en 15 o 20 años. Dos de las consecuencias
inmediatas son la falta de pesca en la zona de Magé, donde hay una gran
colonia de pescadores que tendrá que ser reorientada hacia otras
actividades laborales, y también el éxodo de los turistas que habían
llegado a la isla de Paquetá. El problema pesquero involucra a más de
600 familias.
El responsable del Ibama consideró que el 30
por ciento de la Bahía de Guanabara sufrió "daños
irreparables" y consideró que es "insuficiente" el trabajo
que realizan centenares de empleados de Petrobrás que se dedican a
limpiar las playas. Para colmo, los habitantes de la playa de Mauá
aseguraron que los trabajadores de la firma estatal están ofreciendo a
los niños 2,5 dólares por cada pájaro muerto que les entreguen. De esa
forma la empresa lograría reducir la multa, ya que por cada ave está
obligada a pagar una indemnización de 3048 dólares.
Sesenta voluntarios, ecologistas y biólogos
en su gran mayoría, realizan tareas de limpieza por su cuenta, utilizando
tecnología de última generación, procedente de Canadá, en especial un
producto en polvo que absorbe el petróleo. También se dedican al cuidado
de los animales afectados, que están intoxicados y deshidratados. La
mayor multa aplicada hasta ahora por "crimen ambiental" fue de
10 millones de dólares, por la destrucción de 20.000 hectáreas de selva
amazónica.
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