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CONFLICTO EN SOCIALES POR UN DESALOJO
Polémica en el bar

La Facultad de Ciencias Sociales (UBA) desalojó al tradicional Bar del Sur y culpó a los alumnos que lo manejaban de diversas irregularidades. Protestas de autoridades, docentes y estudiantes.


Flamantes barrotes impiden acceder al subsuelo, donde estaba el bar.


Por Cecilia Sosa

t.gif (862 bytes) La Facultad de Ciencias Sociales ya no es la misma. El Bar del Sur, que desde hace diez años poblaba de seminarios, presentaciones de libros y recitales el subsuelo de la facultad, fue desalojado. En pleno receso veraniego, el bar que manejaba un grupo de estudiantes fue vaciado y pintado de un aséptico color blanco. Ahora, el acceso al subsuelo está clausurado por rejas. Y, en el lugar donde antes se organizaban fiestas hay un aula recién construida. Las autoridades de la facultad aseguran que se trataba de un emprendimiento privado, sin personería jurídica ni legal, que no cumplía con la prohibición de vender bebidas alcohólicas y que producía ruidos molestos. Por su lado, los desalojados �que cuentan con el apoyo de algunas autoridades académicas, profesores y alumnos� harán una denuncia judicial. �El bar formaba parte de la historia de la facultad. Es una pena que haya terminado así�, se lamentó Carlos Eroles, director de la carrera de Trabajo Social.
�Se llevaron todo: heladeras, cocinas, mesas, sillas, televisores, vajillas, los tubos de luz y de gas, documentación. Hasta la bacha de lavar los platos. No sabemos dónde están�, aseguró Julieta Primavera, de 23 años, estudiante de Trabajo Social y miembro de la Cooperativa Bar del Sur que regenteaba el bar. Esa entidad estaba muy vinculada con la agrupación estudiantil opositora Lucía Cullen, que tiene su fuerte en la carrera de Trabajo Social. El 12 de enero, cuando en la sede de Sociales sobre Marcelo T. de Alvear al 2200 sólo funcionaba una guardia administrativa, empleados de una empresa contratada por la facultad rompieron cerraduras y vaciaron el bar del subsuelo. �Nadie nos explicó nada. Vamos a hacer una denuncia por robo�, advirtió Judith Barchetta, militante de la Cullen.Desde el martes pasado, cuando la facultad reabrió sus puertas para dar los cursos de verano, los desalojados iniciaron su protesta. Hay fotos que recuerdan lo que ya no es, panfletos denunciando el desalojo y cartas de varios profesores manifestando su repudio. Inés Izaguirre, Juan José Ferrarós, Guido de Nicotti, Jorge Jaroslavsky, Mario Heler y la Red Latinoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales son algunos de los firmantes. En una carta enviada al decano, Eroles expresó su preocupación por �el cierre compulsivo del bar�. �El poder debe ejercerse con prudencia para no afectar derechos y garantizar una facultad viva, dialogante y unida en lo fundamental. El enemigo no está dentro de Sociales�, dijo.Pero la conducción de la facultad tiene sus argumentos: desde la irregularidad de la concesión hasta el incumplimiento de la prohibición de venta de bebidas alcohólicas y la reiteración de ruidos molestos. En una nota enviada ayer a este diario, el secretario de Hacienda Bernardino Gurman negó que el desalojo se hubiera realizado de manera violenta y aseguró que los bienes incautados �se encuentran en un depósito a disposición de sus dueños�. Además, indicó que �el espacio recuperado será utilizado como aula para el dictado de clases, con una capacidad de cien personas�, dadas las necesidades de los 18 mil alumnos de Sociales. �La concesión estaba viciada de nulidad. La gestión está empeñada en normalizar cualquier situación irregular y a algunos les molesta �aseguró a Página/12 un vocero de la facultad�. No había a quién dirigir una carta, ni nadie que se hiciera responsable.� El contrato de la cooperativa con la facultad había vencido el 31 de agosto pasado y nunca fue renovado. �Más allá de la precariedad del contrato, los procedimientos autoritarios que usó la facultad no pueden ser aceptados. No se cubrió ni una sola de las formalidades que se deben cumplir en estos casos. Se hizo a espaldas del consejo directivo y sin hacer ni una sola intimación al desalojo. Vamos a pedir una aclaración. No pueden manejarse por arrebatos�, protestó María Isabel Bertolotto, consejera directiva por el claustro de los graduados. Más allá de las deudas y atrasos en los pagos (en setiembre pasado, por ejemplo, la cooperativa llegó a deber once cuotas de 539 pesos), para losdesalojados las razones del final fueron otras. �Es una represalia material por diferencias ideológicas. El kiosco y las fotocopiadoras también están en la misma situación, pero las manejan agrupaciones afines a la conducción de la facultad �dijo Barchetta�. Nosotros intentamos regularizar la situación. Pero las autoridades querían privatizarlo. Eso destruía el proyecto cultural y académico.� 

 

La historia

El bar del subsuelo de Sociales nació en el �89, cuando la facultad abrió sus puertas. Al principio fue regenteado por una firma privada que cerró por falta de réditos. La Cooperativa Bar del Sur tomó la posta en el �91. �Era un grupo de alumnos que cambiaba según se iban graduando. Nunca tuvimos papeles. Pero vendíamos al costo, más un mínimo para pagarles a los estudiantes y que pudieran seguir estudiando�, dijo Julieta Primavera. Un plato de comida con jugo, pan y postre costaba 3 pesos. Hasta el �99 trabajaban 12 alumnos y cobraban unos 300 pesos al mes. Durante 10 años, el bar se pobló de charlas, debates, muestras, seminarios y presentaciones de libros y revistas de alumnos y docentes. Pasaron, entre otros, las Abuelas de Plaza de Mayo, Víctor De Gennaro, Graciela Fernández Meijide y Los Caballeros de la Quema. �Todas las fiestas fueron a beneficio, de las Abuelas o de comedores infantiles. Nunca cobramos nada, nos pedían el lugar y se los dábamos�, recordó Primavera. 


Los alquileres sociales 

Sin el Bar del Sur, Sociales cobra 11 alquileres a alumnos y entes privados, cuya recaudación se destina a equipamiento y hábitat. Son: 
las máquinas expendedoras (dos empresas que pagan 420 y 600 pesos) 
dos kioscos (pagan 200 y 300 pesos) 
dos librerías (300 cada una)
fotocopiadoras, en ambas sedes (600 cada una)
un locutorio en Parque Centenario (500)
un bar en la misma sede (1000)
un local donde el centro estudiantil dicta cursos de computación (350).

 

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