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Con los juveniles, Boca ganó el partido y la Copa 
Una auténtica falta de respeto

Con goles de Moreno y Battaglia se impuso con justicia, sobre todo por lo hecho en el primer tiempo. Angel había adelantado a River.


Alfredo Moreno, de lo mejor del clásico, celebra su gol.
El delantero fue imparable en el mano a mano.


t.gif (862 bytes) El partido se presentaba enrarecido en la previa por la actitud diferente con respecto a la elección de jugadores: River ponía �lo mejor que tenía� y Boca genéricamente a �los pibes�. Hubo discusiones, referencias (justificadas) a la falta de respeto al público, sanciones de los organizadores, todo eso. Después, el partido se presentó también extraño por la actitud diferente �en este caso de los jugadores� a la hora de encarar el partido. Previsiblemente, los juveniles que no tenían nada que perder pusieron todo y Boca fue mucho más que River a lo largo del primer tiempo y lo aguantó prolija y sacrificadamente �hasta agotarse al máximo en la tarea� en la última media hora del segundo. Finalmente, le ganó bien, se llevó la gloria, el derecho a la gastada y una copita devaluada, pero con un sabor especial.
El desarrollo mostró desde el principio que los de Bianchi plantearían la cuestión con una doble línea de cuatro hombres: los del fondo y otros tantos volantes, sin enganche. Arriba, la vivacidad de Ruiz y Moreno para moverse y proponer un mano a mano que el fondo de River nunca pudo controlar. Por eso, pese a que un grosero error de Abbondancieri �trató de salir jugando ante Angel y la perdió� le permitió ponerse en ventaja y que Giménez anuló un gol legítimo del mismo Angel, Boca consiguió terminar el primer tiempo en ventaja: Moreno, de gran actuación, convirtió con autoridad un penal fantasma para la igualdad y Battaglia �muy activo y eficaz� primero se aproximó y después embocó de cabeza a Bonano tras centros calcados de Marchant. Y era justo para ese Boca combativo y con llegada.
River tuvo problemas en todas las líneas: la zona izquierda de su extrema defensa no ofreció garantías en Sarabia ni en el retroceso de Zapata, mientras Trotta y Yepes sufrían en el mano a mano; Escudero y Ledesma se vieron superados por la presión de Battaglia-Pinto en el medio y sólo Gancedo �de lo mejor� y el sensible pero aislado Angel construían algo más arriba. Pero sobre todo fue un problema de actitud.
En el segundo, Boca, con auspiciosa camiseta nueva, se replegó y terminó jugando demasiado cerca de su arco. Agotado Ruiz y suplantado para preservarlo, Moreno no tuvo cómo aprovechar dos o tres contras muy favorables. River pudo empatar en un remate de Alvarez en el travesaño, pero en general sólo empujó por el medio, sin claridad. El final encontró a los imprevistos juveniles campeones llenos de alegría, de barro y de módica gloria. 

 

 

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