![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
La obra de Costantino se centra fundamentalmente en la reflexión y
el análisis de dos núcleos culturales: la comida y la moda; en los
componentes y ritos de la ingestión y la vestimenta, así como en los
usos y tecnologías implícitos alrededor de estas prácticas.
A través de los calcos de nonatos en siliconas, o de la violencia
lúdica de sus 25 "chancho y terneros-bola", así como en esa
trilogía de bocas --boca humana que fagocita el hocico y la boca de un
cerdo que a su vez fagocita el cogote y la cabeza de una gallina-- o en su
chanchito suspendido y transportado al matadero, la artista pone en
evidencia que la comida y la ingestión están regidos, no tanto (o no sólo)
por el gusto, sino más bien por mecanismos industriales y regulaciones
sociales y contextuales determinados por múltiples condicionamientos
culturales y económicos. El gesto descarnado y objetivo de hacer evidente
los mecanismos que hay detrás de la fisiología carnívora humana, ponen
al descubiero las leyes, procederes y costumbres que establecen los tipos
de alimentos y, cómo conseguirlos, procesarlos y comerlos en cada
sociedad.
Los calcos de nonatos embalados para exportación que exhibe
Costantino remiten a la maquinaria industrial de la alimentación carnívora
pasada por el cedazo del aprovechamiento económico. Este proceso mostrado
forma parte de aquello que los consumidores preferirían ignorar. Los
fetos empaquetados, con el realismo que impone la técnica del calco con
silicona, tanto como el chanchito suspendido y trasladado en el marco de
la misma maquinaria de aniquilación a gran escala, constituyen una
continuidad de la cultura gastronómica, la cual forma parte de las
relaciones sociales y de su organización. Son parte de un marco
"institucional".
Según Lévi-Strauss los tabúes alimenticios (lo crudo y lo
cocido, etc.) son tan importantes que funcionan de acuerdo con la
estructura del pensamiento, estableciendo dicotomías como las que hay en
la separación entre naturaleza y cultura, entre hombre y animal y así
siguiendo. Costantino, a su vez, coloca al espectador en la posición de
una suerte de émulo de Bartleby. Como aquel personaje, si se interrogara
a los visitantes de la muestra por su preferencia en presenciar los
procesos que hay detrás de sus hábitos alimentarios, contestarían
"preferiría no hacerlo". Por
otra parre, desde la perspectiva psicoanalítica, la comida está íntimamente
relacionada con la sexualidad y la identidad, que son temas también de
fondo, con los que la artista se mete indirectamente.
La serie de los chanchos y ternero-bolas extreman el planteo y al
mismo tiempo lo subliman, llevándolo al terreno del diseño. El paradigma
del design se impone y los chanchos terminan bellamente
compactados, como si se tratara de una bijoutier fuera de quicio y
fuera de escala. En este punto el diseño, presentándose como un
artificio de embellecimiento, funcionaría como crítica. Del mismo modo
aunque de manera furibunda, el calco de las tres bocas tendría un signo
crítico a través de la deglución carnívora vista como arcada.
Un
modo de moda
Si se estableciera una secuencia de círculos concéntricos de
protección y resguardo del hombre y la mujer promedio, habría que
mencionar, yendo de lo menos cercano a lo más cercano: a la ciudad, el
barrio y la casa. Y el más íntimo de estos círculos sería la ropa:
porque se conecta directamente con la superficie del cuerpo.
La piel y la ropa --y por lo tanto la proteccioón y la intimidad--
y a partir de allí también la moda, son el punto de partida para
la reflexión de Nicola Costantino, presentado como el segundo núcleo
cultural al que se aboca la artista.
Su Peletería con piel humana consiste en una serie de vestidos,
zapatos y carteras hechos con silicona, que imita la textura, el color y
la apariencia de la piel, incluso con un patrón de diseño que toma la
apariencia de tetillas, ombligos y agujeros anales, los cuales pautan
decoran y puntúna la superficie de las "pieles".
En la muestra se proyecta un video del fotógrafo y videasta Marcos
López, sobre el trabajo de Costantino. Allí, un grupo de modelos lucen
los vestidos de "alta costura" de la artista en el marco
"degradado" de Plaza Constitución, con lo cual López cruza su
propia poética "Pop-latina", con la de la más
"refinada" visión de Costantino.
A lo largo de la historia, la vestimenta tenida por mejor es
aquella que notoriamente impide moverse con soltura y por lo tanto
trabajar. Del mismo modo, ha sido mejor considerada entre las mujeres la
ropa que impide aunque sea sutilmente, sus movimientos y márgenes de
maniobra. La ropa "alta", la de los desfiles de moda, es la que
más explícitamente exhibe que su portadora no es ama de casa. Las
prendas de Costantino, sin embargo, se resisten a esa caracterización que
marca la tradición aristocrática, y se acercan más al prêt-á-porter,
ya que están hechas para el uso diario. Se trata de una serie de vestidos
confeccionados para la situación de performance --como la del video-- y
no tanto para la situación museística en que se exhiben en el Museo (ni
como han sido mostrados en la bienal de San Pablo).
La ropa es un especificador social que discrimina (positiva o
negativamente, según cada caso) sexos, culturas, geografías,
temporalidades, jerarquías, poderes, etc. La ropa es uno de los más
claros marcadores entre lo "alto" y "bajo", y es en
este terreno donde se mueve, fundamentalmente, el video de López,
forzando el simil "alto" de los cortes de la artista hacia
terrenos tal vez más paródicos.
La ropa y sus usos --definidos por la moda-- incluye peinados
--también barbas y bigotes--, accesorios y postizos. Por eso, entre otras
cosas, la vestimenta provee información varia sobre el que la usa. Los
vestidos de Nicola Costantino están complementados con accesorios y
cuellos --estos sí hechos con pelo auténticamente humano-- que provienen
de la industria rusa.
Esta instalación fue montada en la vidriera de Lewe's, una
conocida cadena de tiendas de Liverpool, produciendo gran revuelo porque
los paseantes suponían que se trataba de verdadera ropa hecha a escala
industrial. El diario The Times describió el impacto como un "shock
visceral". (En el Museo
Nacional de Bellas Artes, Avenida del Libertador 1473, hasta el 12 de
marzo. Entrada gratuita)
|