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Historia de las presiones y las concesiones a la CGT
Cuánto cuesta un acuerdo con fritas

El oficialismo jaqueó desde el primer día a la cúpula sindical. Su táctica fue la clásica: presionar para luego negociar. Luego, a medida que avanzaba la negociación, fue restituyéndole algunos de los beneficios que le había cuestionado. Las gestiones de Barrionuevo.

Alberto Flamarique, el ministro que llevó el mayor peso en las tratativas, junto a Rodolfo Daer. 
Más allá de las gestiones de Trabajo, hubo varios operadores del Gobierno, incluido Nosiglia.


Por Diego Schurman 

t.gif (862 bytes) Lo que se celebró ayer con bombos y platillos en la propia Casa Rosada fue la ley de Reforma Laboral. Pero el acuerdo del Gobierno con la cúpula de la CGT fue mucho más allá de lo firmado. Incluyó un compromiso para restablecer la participación de los sindicalistas en el manejo de los fondos de las obras sociales y promesas de preservar el statu quo en el PAMI, donde los dirigentes gremiales tienen presencia en la intervención y, directa o indirectamente, en el negocio de las prestaciones. El detalle que terminó de convencer a la cúpula sindical fue mantener la vigencia de las �cláusulas obligacionales� que establecen aportes voluntarios de los trabajadores a los gremios. Tras ser presionada y ninguneada por el Gobierno durante un mes y medio, la conducción cegetista consiguió preservar retazos de su poder y algunos recursos económicos que el propio oficialismo venía amenazando con quitarle. Eso le bastó para festejar ayer junto al presidente Fernando de la Rúa, mientras la fracción rebelde de la central sindical, liderada por Hugo Moyano, se cortó sola ratificando para hoy la marcha a la Plaza de Mayo.
Para conseguir su objetivo, el Gobierno apeló, paradójicamente, a una vieja práctica sindical, que en los �60 puso en práctica Augusto Timoteo Vandor. Se trata, ni más ni menos, que �apretar para negociar�. 
Con esa premisa, De la Rúa cerró los principales canales de ingreso económico como un elemento de presión a la CGT, para luego poder dar curso a las discusiones por una reforma laboral que avanza sobre viejas conquistas sindicales. 
El primer aviso lo dio prácticamente en los primeros días de gestión, cuando por decreto dejó a la CGT fuera del manejo de los 360 millones de pesos anuales de las obras sociales sindicales. El proceso se profundizó en todo enero, ya que el Ministerio de Salud retuvo el dinero que por ley le correspondía a esas obras sociales. 
Los sindicalistas denunciaron la maniobra como extorsión. El jefe de la cartera de Salud, Héctor Lombardo, lo negó. Pero lo cierto es que recién comenzó a liberar la totalidad de los recursos en los últimas días, para seducir a los dirigentes gremiales cuando se acercaba la fecha límite para discutir la Reforma Laboral en el Congreso.
Una de las primeras partidas, de 900 mil pesos, fue para Osecac, la obra social que preside el mercantil Armando Cavalieri, tal como informó ayer Página/12. Los 5 millones restantes beneficiaron a decenas de obras sociales, entre las que no se encuentran ni la de los camioneros ni la de los colectiveros, pertenecientes al combativo Movimiento de Trabajadores Argentinos, de Moyano.
El envión final para �aflojar� la resistencia sindical a la Reforma laboral se produjo el lunes. Fue cuando un grupo de dirigentes de la CGT, arriados por Rodolfo Daer, escucharon cómo Lombardo los seducía con la posibilidad de reincorporarlos a la Administración de Programas Especiales, el organismo que maneja los fondos de las obras sociales. El mismo organismo de donde De la Rúa los había sacado por decreto.
No fue la única presión oficial sobre el dinero de los gremios. También hubo una amenaza firme de romper la tregua que se había pactado tiempo atrás en el PAMI, la obra social de los jubilados. Al asumir la intervención de Cecilia Felgueras, se había dispuesto desplazar a Domingo Petrecca y Reynaldo Hermoso, los dos representantes de la CGT en el directorio que durante un largo tiempo estuvo encabezado por Víctor Alderete. Los buenos oficios de Enrique �Coti� Nosiglia, amigo del sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo, congelaron la embestida de la Alianza. Y la intervención debió reincorporar tanto a Hermoso como a Petrecca.
En los últimos días comenzó a sonar con fuerza la posibilidad de que las investigaciones en el PAMI rompieran la barrera de Víctor Alderete. Y avanzaran sobre prestadoras que se vinculan con Barrionuevo y sobre los propios representantes de la CGT en esa obras social. A generar climaayudó la solicitada que publicó recientemente la Federación Médica de Misiones, quejándose por el manejo de las licitaciones en el PAMI. �No sabemos si calificarlas como más de lo mismo, más de los mismos o más para los mismos�.
En los últimos días, Barrionuevo debió profundizar los contactos telefónicos con Nosiglia para calmar los ánimos y mostrar la �voluntad� negociadora de la cúpula de la CGT. Hubo voces en la Alianza que directamente pidieron las cabezas de Hermoso y Petrecca. El Gobierno trabajó arduamente para silenciar esa discusión.
La frutilla sobre el postre fueron las �cláusulas obligacionales�, como se denominan a los aportes de los trabajadores a las organizaciones gremiales. El Gobierno amenazó con hacer cesar esos aportes junto a la caída de los convenios colectivos vencidos.
Fue, al fin y al cabo, la carta con la que el Gobierno jugó para avanzar sobre otros puntos del proyecto que les interesaba, como la salida de los convenios colectivos del año �75 y la precarización de las condiciones laborales. Esta última alternativa se posibilita en la clásula que hace prevalecer a un convenio de empresa por sobre otro de actividad, aun si el primero presenta condiciones inferiores al de actividad.
Cuando el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, le aseguró a la CGT que los aportes de los trabajadores no se tocarían y quedarían al margen de cualquier discusión, rápidamente tomaron las lapiceras y cerraron trato. Nadie mejor que Daer al explicar la razón del levantamiento de la medida de fuerza. �Hubo respuesta del Gobierno sobre los puntos medulares (sic) que reclamábamos.�

 

 

Claves

  El gobierno presionó a la CGT desde el primer día de la gestión.
  Su táctica fue ponerla contra las cuerdas para luego negociar.
  Así apartó a la conducción gremial del manejo de los fondos de las obras sociales para luego restablecer su participación.
  También amenazó con separar de su cargo a los dos sindicalistas que integran el directorio del PAMI. Luego les garantizó su continuidad.
  Por último agitó la posibilidad de privar a los sindicatos de los aportes voluntarios de los afiliados. Finalmente se acordó su subsistencia.
  Todos esos elementos, más la falta de espacio político de los gremios, forzaron a la cúpula de la CGT a cerrar trato sobre la reforma.
  La Alianza considera que el consenso obtenido es un amplio triunfo político que diluye largamente los costos de haber acordado con una dirigencia desprestigiada.

 

EL GOBIERNO CONSIDERA QUE EL RESULTADO ES UN EXITO SIN COSTOS
Medalla de oro para Flamarique

Por José Natanson

La escena sintetiza los ánimos del Gobierno. Fernando de la Rúa ha logrado disipar los fantasmas de un sindicalismo fuerte que acosan a los radicales desde los tiempos de Raúl Alfonsín. Distendido y contento, el Presidente conversaba con Alberto Flamarique en su despacho de la Casa Rosada minutos después de que finalizara la presentación del acuerdo por la reforma laboral.
�El acto ha sido una excelente síntesis de lo que hemos hecho. Estoy muy conforme y ahora hay que seguir adelante �asegura De la Rúa, consciente de que, más allá de las concesiones a la CGT, la presencia de empresarios y legisladores le permitió presentar el proyecto como un gran acuerdo social y evitar los efectos nocivos de una foto a solas con los capos sindicales. Flamarique lo mira con una mezcla de alegría y cansancio: en los últimos dos meses, el ministro de Trabajo concentró las negociaciones y fue el gran responsable de un acuerdo que en el Gobierno computaban ayer como un triunfo sin costos políticos.
La reforma laboral era uno de los proyectos que obsesionaban a De la Rúa, quien siguió de cerca el tema desde un primer momento. El fin de semana pasado, por ejemplo, el Presidente convocó a un grupo de asesores para repasar con ellos el texto de la iniciativa. Estuvo al tanto de los detalles más técnicos y se enteró de los mil vaivenes que experimentó la reforma a través de Flamarique y de Eduardo de la Rúa, primo del Presidente y asesor del Ministerio de Trabajo. Fue Eduardo de la Rúa, también, el que se encargó de transmitirle al Presidente el ánimo de los mercados. 
La obsesión de De la Rúa se transformó en alegría cuando, el martes pasado, la CGT anunció su apoyo al proyecto y el levantamiento del paro. De acuerdo a los funcionarios del Gobierno, los beneficios inmediatos del acuerdo son múltiples. Más allá de los resultados económicos, los dirigentes aliancistas rescataban el hecho de haber podido derrotar un fantasma del alfonsinismo: el de un gobierno débil frente a un sindicalismo fuerte y condicionante. El dato interesa especialmente a De la Rúa. Desde que asumió, el Presidente se preocupa por transmitir una imagen de fortaleza para disipar la supuesta debilidad que el PJ le achacó durante la campaña.
El quiebre de la central obrera era evaluado también como un resultado no buscado pero positivo. De todos modos, más allá de las ventajas a corto plazo de un sindicalismo dividido y golpeado, en el Gobierno explicaban que con el paso del tiempo la situación podría resultar perjudicial. �(Hugo) Moyano va a tener más autonomía, va estar menos contenido por el resto de los sindicalistas y va a diferenciarse de la CGT endureciendo las posiciones�, señalaba un dirigente del Frepaso. 
La forma de presentar el acuerdo laboral fue analizada cuidadosamente por el Gobierno. Atentos a los costos políticos que genera cada iniciativa, en la Casa Rosada temían que el acto de ayer dejara al Gobierno demasiado cerca de los caudillos históricos de la CGT, cuyas imágenes públicas se encuentran entre las peores de la Argentina. Por eso, la presentación del proyecto fue planteada como un gran acuerdo entre el sindicalismo, los empresarios y el Gobierno. Rodeado por buena parte del gabinete, frente a un puñado de empresarios y legisladores, De la Rúa logró anunciar el proyecto como el resultado de un consenso entre los diferentes sectores. 
�No es en contra de nadie sino a favor de todos �dijo el Presidente reflotando una frase de la campaña.
Claro que el acto de ayer fue el resultado de un mes y medio de tironeos, rupturas y acercamientos. En la Casa de Gobierno aseguraban que uno de los principales aciertos fue haber concentrado la negociación en una sola persona. �Si el Presidente dispone que la negociación se concentre en otra cartera, yo me corro. Pero creo que, sea cual fuere el ministerio, lo importante es que haya un solo interlocutor.
La frase fue pronunciada por Flamarique en una reunión de gabinete, cuando las negociaciones recién comenzaban, luego de enterarse de que algunos sindicalistas habían iniciado contactos con Rodolfo Terragno. El Presidente respaldó inmediatamente al dirigente del Frepaso. Desde ese momento, la cartera de Trabajo concentró de manera casi excluyente la innterlocución con la CGT y, en los casos en que otros dirigentes se comunicaron con algún sindicalista, Flamarique fue informado.
Dos radicales que mantienen una excelente relación con los capos sindicales tuvieron un papel activo en el acuerdo: Enrique �Coti� Nosiglia se reunió al menos una vez con Luis Barrionuevo desde que el Gobierno lanzara la iniciativa y Melchor Posse se encontró hace una semana en la Secretaría de Seguridad Social con Hugo Moyano. De todos modos, la negociación pasó casi exclusivamente por Flamarique, que se comunicaba con los sindicalistas a través de su diminuto teléfono celular de color plateado. 
�Al final, era bueno designar en Trabajo a un peronista�, aseguraba ayer un legislador de la Alianza, recordando que el pasado de Flamarique en el PJ fue una de las claves de su nombramiento. El frepasista fue el único ministro que pronunció un discurso y recibió como premio por su trabajo una felicitación en privado del Presidente. En realidad, el de ayer no fue el primer guiño del Presidente a Flamarique: el 19 de enero, el día de su cumpleaños, De la Rúa lo invitó a almorzar a solas en la Casa Rosada.

 


 

Un acto en la Rosada para respaldar la nueva ley

En tiempo record, el Gobierno armó un acto con empresarios de primera línea y sindicalistas para escenificar un apoyo a la reforma laboral. Hablaron Flamarique y De la Rúa. El Presidente celebró la existencia de �una nueva política basada en el consenso�.

El Presidente habla en la Rosada en un acto que se armó de apuro.

Por Fernando Cibeira

En tiempo record, el Gobierno consiguió ayer armar un acto que diera muestras palpables del respaldo �si no el popular, al menos el institucional� con el que saldrá la reforma laboral. El Salón Blanco de la Casa Rosada reunió a empresarios, sindicalistas y legisladores para que suscribieran una declaración conjunta sobre el �Diálogo Social para el Empleo y la Competitividad�, en un contexto de caras alegres. Tanto que el presidente Fernando de la Rúa se animó a marcar el inicio de �la nueva política basada en el consenso�. Además, ya en tono de slogan publicitario, aseguró que la reforma �no es contra nadie sino que está pensada para el bien de todos�. 
La confirmación de la convocatoria fue ayer mismo, al mediodía. Los ministros José Luis Machinea y Alberto Flamarique se reunieron con unos 30 empresarios en el Ministerio de Trabajo para explicarles cómo había quedado la reforma laboral luego del acuerdo con la CGT. Como los hombres de negocios se mostraron conformes, quedó firme el acto, una idea que había surgido en Gobierno al compás de las negociaciones. Machinea y el jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes, se encargaron de llamar a los empresarios mientras que Flamarique se ocupó de los sindicalistas.
El encuentro le solucionaba al Gobierno un problema adicional que era, justamente, la no deseaba imagen de De la Rúa junto a Rodolfo Daer y el resto de los capitostes sindicales. En la Rosada fue donde más se propalaron las encuestas que mostraban la pobrísima imagen de los gremialistas frente a la muy buena del Presidente. Pero, en un acto de esa magnitud, la fotografía de los sindicalistas que acordaron la reforma junto a De la Rúa aparecería diluida.
Los que llegaron con vocación de mostrarse se sentaron en primera fila. Entre los empresarios estaban Amalita Fortabat, Santiago Soldati, Sergio Einaudi (Techint), Enrique Pescarmona, Eduardo Escasany (ABA), Oscar Vicente (Perez Companc), Jorge Aguado (Socma), Osvaldo Rial (UIA), Carlos Fedrigotti (Citibank) y Alfredo Coto. En los asientos de enfrente, se alineaban los sindicalistas encabezados por Daer, que llegaron un poco más tarde. Estaban el mercantil Armando Cavalieri, el gastronómico Luis Barrionuevo, el lucifuercista Oscar Lescano, el bancario Juan José Zanola y Carlos West Ocampo, de Sanidad. 
En cambio, más discretos, los diputados y senadores que aceptaron el convite se movieron en la parte trasera del salón, desde donde se siguen los actos de pie. Un legislador frepasista explicaba el motivo del acto. �La idea es demostrar que la reforma tiene un consenso mayoritario y que quienes se oponen son prácticamente grupos marginales�, sostenía. También admitía que la unión del Gobierno, el empresariado y los sindicalistas bajo el mismo techo lo hacía acordar un poco a aquellas convocatorias de �pacto social� a las que tan afecto era Raúl Alfonsín. �Menem, en cambio, le daba para adelante y no le importaba nada�, comparaba. 
Como muestra de los escalones que avanzó en la consideración de De la Rúa luego de la negociación, el encargado de abrir el acto fue Flamarique. �Estamos dando un gran paso en la modernización de las relaciones laborales�, sostuvo el ministro que, a cada frase, destacó que la reforma servirá para promocionar el empleo estable. Luego, el locutor oficial leyó punto por punto los postulados �bastante generales� del �Diálogo Social� en el que el Gobierno �se compromete a que su estrategia irrenunciable se despliegue en consulta a todos los sectores interesados�. En el Gobierno entienden que la declaración será el punto de partida para la puesta en marcha del �Consejo Nacional para la Producción y el Empleo�.
De la Rúa se encargó de las palabras contemplativas. �Nadie puede pensar que el Gobierno promueva una ley para perjudicar a los trabajadores, a los sindicalistas o a nuestros empresarios�, argumentó el Presidente. 
Cuanto todo terminó, los legisladores se fueron rápido, igual que algunos funcionarios. De la Rúa y Carlos �Chacho� Alvarez se entretuvieron más con los empresarios; Flamarique, una vez más, saludó sonriente a losgremialistas. �En todos los países desarrollados este tipo de reformas se hace por consenso�, era la frase preferida de Alvarez. Afuera, antes de subirse a los autos que los esperaban, los invitados podían ver cómo armaban el escenario para la protesta de hoy, en la Plaza de Mayo.

 

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