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La advertencia ayer de Schroeder se centró especialmente en el premier de Baviera y líder del CSU, Edmund Stoiber. Bajo su influencia, apuntó Schroeder, los conservadores alemanes “recogerán y atenderán resentimientos de populismo derechista a semejanza del jefe del FPOE austríaco, Joerg Haider, pero guardando más las formas”. El escándalo de finanzas del CDU significará, además, que estos elementos conservadoresneonazis pasarían a la ofensiva primero en política exterior, intentando sabotear la ampliación de la Unión Europea (UE) y la admisión de Turquía en ella. Su estrategia se vería beneficiada por la caída en desgracia del ex canciller Helmut Kohl, que a fin de cuentas tenía la unidad europea como meta. Schroeder concluyó subrayando las consecuencias “nefastas” para Alemania de este giro hacia el neonazismo. El CSU respondió furioso ayer en el Bundestag contra esta acusación de ser filo-Haider. Su jefe de banca, Michael Glos, calificó de “absurdas” las declaraciones de Schroeder, a quien advirtió que “no permitiremos que nos sitúen en el rincón de los antieuropeos”. Pero después Glos pasó a decir que la respuesta de Schroeder a la entrada de los neonazis al gobierno de Austria había sido “una desproporcionada política de boicot”. Como casi todos los días, la atención en Austria estuvo centrada ayer en las declaraciones de un neonazi. El martes había sido el turno de Haider, quien causó revuelo al afirmar que formaría e integraría una comisión para vigilar la condición de las minorías en los países europeos. Ayer le tocó al ministro de Justicia, Michael Krueger, y éste no defraudó a su público: en una entrevista anunció que el 7 de marzo visitaría el ex campo de concentración de Mauthausen en Austria para participar de la celebración por el aniversario de su liberación de 1945. Krueger desafió así a la asociación de prisioneros austríacos de Mauthausen, que la semana pasada había excluido a todos los miembros del gobierno negro-pardo de asistir. “Tendrán que utilizar la violencia para impedir que yo asista a ese acto. O voy como ministro o, si tal cosa es indeseada, como particular, pero pienso participar de todos modos”, amenazó Krueger. Mientras tanto, los países de la UE continúan aplicando sus peculiares sanciones contra Austria. Ayer se reveló que ese país no será invitado a la fiesta “Bruselas 2000: Capital Cultural Europea”, y la semana pasada Francia y Bélgica suspendieron sus intercambios escolares con Austria. Pero el golpe verdaderamente “duro” vino ayer cuando el equipo nacional austríaco de ciclismo fue excluido del Mundial de ciclismo que se celebrará en Bélgica. Los organizadores explicaron que “con este gesto simbólico queremos llamar la atención al pueblo austríaco sobre la gravedad de la situación”. La Cancillería austríaca contestó advirtiendo que la exclusión de sus ciclistas conlleva un “futuro de riesgo”. El diario austríaco Kurier, que simpatiza con Haider, se indignó en un editorial ante una medida que “toma a los deportistas de rehenes”.
EL MINISTRO AUN NO DECIDE
SOBRE PINOCHET
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