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ISRAEL CONTRA EL HEZBOLLAH EN SU VIETNAM LIBANES
Cuando la tropa dice "Basta"


Israel anunció que continuará hasta la victoria su lucha contra la guerrilla islámica Hezbollah. Pero la guerra es cada vez más impopular.

 

El canciller David Levy

El País 
de Madrid

Por Ferran Sales 
Desde Jerusalén

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El soldado Yihal Ben Moshe es ya un símbolo. El caso de este muchacho, de 20 años de edad que ha sido encarcelado por negarse por "miedo" a combatir en el sur del Líbano, se ha convertido en la bandera de los sectores pacifistas de la sociedad israelí que exigen una retirada incondicional e inmediata de un frente en el que no dejan de acumularse víctimas. La movilización popular supone un giro en la moderna historia de Israel, donde ejército y militares representan un papel casi sagrado. Entretanto, Dennis Ross, el enviado de la Casa Blanca para el Medio Oriente, volvió ayer a Washington con las manos vacías: no hizo avanzar ni un centímetro el proceso de paz.

  Yihal Ben Moshe acaba de ser condenado a 28 días de cárcel por negarse a volver a ir al sur del Líbano, donde desde hace cerca de veinte años el ejército de Israel combate con la guerrilla fundamentalista libanesa del Hezbollah. Este joven recluta, que apenas llevaba siete meses en filas, había dado a sus superiores una simple y categórica razón para no ir al frente: "Tengo miedo".

  El caso de Yihal, tercer y último hijo de una humilde familia de inmigrantes rusos afincados en Israel en 1972, ha llamado la atención de las organizaciones pacifistas y de izquierdas, especialmente de la plataforma unitaria New Profile, que desde hace tiempo impulsa una retirada inmediata y unilateral del sur del Líbano, sin dilaciones y sin esperar al 7 de julio impuesto por el primer ministro Ehud Barak.

  "Yihal es un héroe, porque tuvo la valentía de reconocer su miedo", aseguraba ayer Michael Pundar, portavoz de New Profile, mientras afirmaba que detrás de la negativa de este soldado no se esconden razones políticas, si no "algo tan básico y simple como el miedo" a continuar participando en una guerra de la que "mucha gente no comprende las razones". La organización que lidera Pundar ha impulsado una serie de movilizaciones por todo el país en apoyo de Yihal y de otros soldados que como él se niegan a combatir en el frente.

  El gesto de Yihal es la culminación de un proceso iniciado hace cerca de dos meses, cuando los soldados, destinados al frente de Líbano, empezaron a hablar en voz alta y a través de la prensa de sus sentimientos, del miedo y de la impotencia, que sienten cada día en el interior de sus puestos, cuando son atacados por el fuego de los guerrilleros del Hezbollah. La voz de los soldados, hasta ahora en silencio, está siendo aireada a los cuatro vientos por la propia cadena estatal, Radio Israel.

  "Son unos blandengues y unos llorones" ha asegurado el general Gaby Ashkenazy, comandante en jefe de las tropas en el norte del país, contestando así a las quejas de los soldados, de sus familiares y de las organizaciones pacifistas que les dan apoyo. Los insultos de este militar han provocado las iras de los activistas, y le han obligado a dar marcha atrás, pidiendo públicamente disculpas. Pero el fantasma y el recuerdo de la guerra del Vietnam --que empezó a perderse en cuanto las televisión dio la voz a los soldados-- empieza a preocupar a los mandos del ejército, que insisten en la necesidad de guardar silencio, al tiempo que han ordenado el reforzamiento de los equipos de psicólogos y asistentes sociales que trabajan con las tropas en el norte.

  Dennis Ross, el emisario de la Casa Blanca para el conflicto del Próximo Oriente, ha fracasado. "Todas las proposiciones que nos han hecho hasta el momentos son inaceptables", aseguraba ayer un portavoz del gobierno de Arafat, al tiempo que acusaba a Barak de "tratar de ganar tiempo", que le permita reemprender en fecha próxima las negociaciones con Siria (padrino de Hezbollah) y dejar la de los palestinos en un segundo plano.

 

Antipatía por el demonio

En un barrio judío ultraortodoxo de Jerusalén, varios carteles calificaban al papa Juan Pablo II como "diablo", y prometían que su visita en marzo a Tierra Santa no será pacífica. Los afiches condenaron lo que calificaron como profanación del sábado, el día sagrado del descanso judío, con la decisión del Papa de celebrar misa el sábado 25 de marzo. El diputado David Azulai, del religioso partido Shass, denunció el hecho de que el primer ministro israelí, Ehud Barak, deba entrevistarse con el Papa el viernes 25 de marzo, cerca del lago de Tiberiades, al final de la tarde, "lo que lo obligará a violar el Shabbat". El diputado y rabino Haim Druckman, del Partido Nacional Religioso, que también integra la coalición, consideró a su vez que el no respeto del Shabbat -‑celebrado desde el anochecer del viernes al anochecer del sábado-‑ era "una afrenta a nuestro honor nacional". Retomando las quejas contra el Papa y el gobierno israelí, la Comisión de Interior del Parlamento israelí deseó en una resolución que la visita de Juan Pablo II sea "un éxito", pero pidió a Barak que "actúe para impedir la violación del Shabbat".

 

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