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JORGE BATLLE ASUMIO AYER COMO EL NUEVO PRESIDENTE DE URUGUAY
Anunciando ajuste, sudor y lágrimas

El colorado Jorge Batlle sintonizó bien con las medidas económicas argentinas, al prometer ayer, en su discurso de inauguración como presidente, un ajuste contra el déficit fiscal.

Jorge Batlle y su vice ayer entre una multitud de partidarios.
Battle fue a ver a su madre tras recibir la banda presidencial.


t.gif (862 bytes) Jorge Batlle asumió ayer como presidente de Uruguay con un discurso en el que hizo hincapié en la unidad nacional. En parte, la elección de ese tema se puede atribuir a las características de su elección, en la que su Partido Colorado tuvo que concretar una coalición electoral sin precedentes con el Partido Nacional (blanco) para derrotar (en segunda vuelta) al Frente Amplio de Tabaré Vázquez. Ayer Batlle comenzó a pagar esa deuda al prometer un paquete de ayuda para el sector agropecuario, un bastión de apoyo a los �blancos�. Además, 5 de los 13 puestos en su gabinete fueron para los �blancos�. En política exterior, Batlle apoyó la ampliación del Mercosur y habló de una zona de libre comercio �de Alaska a Ushuauaia�. Económicamente, anunció un plan de ajuste. En lo que fue un gesto bien recibido por la oposición, se comprometió a investigar cuál fue el destino final de los uruguayos desaparecidos durante la dictadura de 1973-1986.
Una muestra de la realidad política dividida sobre la que presidirá Batlle fue ayer el hecho de que quien le tomó juramento fue nada menos que el secretario general del Partido Socialista, Reinaldo Gargano, en calidad (como titular de la lista más votada) de presidente de la Asamblea General Legislativa. En su alocución inaugural a los cerca de 200 legisladores e invitados presentes Batlle no fue del todo conciso. Comenzó con un paneo histórico que se remontaba a principio de siglo, cuando los Batlle emigraron de Cataluña a Uruguay. Al llegar a la actual era de la globalización y el lugar que espera que su país ocupe en el mundo, Batlle detalló las medidas que impulsará como presidente.
Sus primeros anuncios concretos vinieron en relación a la economía. Como sucede con el actual gobierno argentino, la prioridad económica de Batlle será la reducción del déficit fiscal. Puesto que �el país sólo crece sin inflación, sin déficit y con estabilidad cambiaria�, el santo y seña del gobierno batllista será �una estricta política de austeridad�. Esta incluirá, �reordenar y disminuir el gasto estatal, que muchas veces es innecesario o redundante�. También habría �una clara separación entre el Estado empresario y el Estado regulador�, lo que se traducirá en la introducción de competencia en ámbitos hasta ahora dominados por el Estado, tales como el petróleo o la telefonía. Pese a estas medidas, Batlle confesó que el 2000 sería un año �difícil� para Uruguay, y que sólo el año que viene se verían mejoras significativas. No obstante este planteo económico, Batlle enfatizó que su primera prioridad sería resolver las divisiones en la sociedad uruguaya a raíz de la última dictadura.
El discurso fue bien visto por la oposición. Líber Seregni, líder histórico del Frente Amplio, describió el discurso simplemente como �excelente�. Por su parte, Tabaré Vázquez, el líder efectivo de la oposición, prometió apoyar al gobierno �en todas las medidas beneficiosas para los uruguayos�. Luego de jurar, Batlle se dirigió al Palacio del Ejecutivo para recibir la banda presidencial de manos del ahora ex mandatario Julio María Sanguinetti. Además de la delegación argentina (ver nota aparte), estuvieron en la ceremonia de asunción los presidentes Hugo Banzer de Bolivia, Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Luis González Macchi de Paraguay y Hugo Chávez de Venezuela. También asistieron el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y el presidente electo de Chile, Ricardo Lagos.

 


 

EL NUEVO mandatario CIERRA UN CICLO DE 100 AÑOS
De un Batlle a otro, y a la derecha

Por Alfredo Grieco y Bavio

Para Jorge Batlle, el mejor slogan es su apellido. Un presidente Batlle abrió el siglo XX, y él abre el XXI. El �Viejo Batlle�, como se conoce en Uruguay al más popular de los presidentes de su historia, José Batlle y Ordóñez, que gobernó en 1903-1907 y 1911-1915, estableció a principios de este siglo las bases de un país que fomentó su industria mediante un sistema proteccionista que incluía leyes favorables a los obreros y sus organizaciones. Jorge Batlle, en cambio, defiende el liberalismo económico y propone desregular el mercado interno, abatir los aranceles para fomentar el comercio exterior, avanzar en los procesos de integración regional y continental y aun, más allá del Mercosur, negociar directamente con el NAFTA o la Unión Europea.
También considera necesario admitir la competencia privada en los servicios públicos que actualmente son monopolio estatal e incentivar la inversión extranjera a través de leyes que beneficien al capital a través de la exoneración de impuestos. Y también de la flexibilización laboral: Batlle se propone eliminar muchos de los beneficios que su tío abuelo garantizó a los obreros a través de la ley.
Estas propuestas sonaron extrañas cuando Batlle las formuló por primera vez en los años del restablecimiento democrático tras la caída de la dictadura militar (1984-1985), pero hoy forman parte del patrimonio común de casi todo partido político, y no sólo de los que se reclaman de derecha. Lo mismo sucedió cuando en la campaña presidencial de 1994 propuso vender las reservas de oro para financiar la reforma del Estado, iniciativa que levantó la oposición casi unánime de todo el país. Pero luego fue aplicada por el presidente nacionalista (blanco) Luis Alberto Lacalle (1990-1995). Jorge Batlle fue candidato presidencial en 1966, 1971, 1989 y 1994: compitió en cuatro de las cinco elecciones presidenciales que se realizaron en Uruguay en los últimos 29 años, pero nunca �hasta la última� logró festejar una victoria a nivel nacional. Nacido en Montevideo el 25 de octubre de 1927, pertenece a una dinastía de ex presidentes: al más famoso de ellos, su tío abuelo José Batlle y Ordóñez (1903-07 y 1911-15), se agregan su bisabuelo Lorenzo Batlle (1868-72), y su padre Luis Batlle Berres (1947-51), a quien el novelista Juan Carlos Onetti dedicó El Astillero.
Abogado, fue electo diputado en dos ocasiones y senador en otras tantas. Se casó en segundas nupcias con Mercedes Menafra, y tiene dos hijos (Raúl y Beatriz) de su primer matrimonio con la argentina Beatriz Lamuraglia y dos nietos. A la muerte de Batlle Berres, su hijo Jorge se encontró, a los 37 años al frente de un diario, una radio, y del Batllismo, la mayor fracción política del país en esa época. Bajo su conducción el diario Acción y la radio Ariel se fundieron, y su grupo político perdió cuatro elecciones. En 1968, su nombre se vio envuelto en el caso de la fraudulenta infidencia de una devaluación. Aunque una comisión investigadora parlamentaria jamás pudo probar la vinculación de Batlle en el hecho, su imagen quedó empañada durante muchos años. Más tarde, por denunciar el intento militar de golpe de Estado (concretado el 27 de junio de 1973), fue detenido y proscripto. Al fin de la dictadura en 1985, volvió a su empecinada lucha política. Ahora, al asumir después de sutriunfo, las políticas que Batlle propone adoptar durante su gestión (2000-2005) para modernizar el Uruguay rumbo al próximo milenio son radicalmente diferentes, y aun contrarias, a las implementadas por su tío abuelo a principios de siglo.

 

 

La foto de familia argentino-uruguaya

Para demostrar que la �política del diálogo, el pluralismo y el respeto� es un hecho real, Fernando De la Rúa viajó junto a los ex presidentes Carlos Menem y Raúl Alfonsín a presenciar la asunción del presidente uruguayo, Jorge Batlle. En el Tango 03 también volaron Inés Pertiné, Zulemita Menem, y el ex secretario general de presidencia, Alberto Kohan. �Reivindico el hecho de que hayamos viajado juntos, sólo digo que debe ser algo natural y un orgullo para la Argentina que el presidente en ejercicio y dos ex presidentes constitucionales vengan juntos a este acto de la democracia uruguaya�, señaló De la Rúa.
Cuando De la Rúa salió de la Casa de Gobierno uruguayo, algunos manifestantes corearon �Fernando, Fernando� al reconocerlo, aunque unos minutos antes también habían aplaudido a Menem quien, a su vez, recomendó �aplaudan a Batlle�. De la Rúa cruzó la Plaza Independencia caminando hasta la puerta de su hotel mientras que a su alrededor se formaba un tumulto de gente que terminó con una periodista argentina caída en el piso a centímetros de De la Rúa, quien la ayudó a levantarse. Recién en el lobby del hotel, el Presidente accedió a dialogar con la prensa uruguaya y manifestó que su compromiso es �fortalecer y relanzar el Mercosur para que la gente viva mejor�. De la Rúa aprovechó para resaltar el contenido �profundo y emotivo� del discurso de Batlle y enfatizó las coincidencias con el que él mismo pronunció el 10 de diciembre, especialmente en �la reivindicación de la familia, la importancia del Mercosur, la necesidad de lograr un crecimiento económico con desarrollo social y contar con un Estado eficiente�. El presidente argentino también tuvo palabras para el presidente saliente Julio María Sanguinetti: �Es una gran figura de Latinoamérica y del mundo�.
En el aeropuerto de Montevideo los habían recibido el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y el embajador argentino en Uruguay, Juan Manuel Casella, y su par uruguayo en la Argentina, José Luis Pompo. Menem, apenas bajó del avión, no tardó en secundar las declaraciones del Presidente: �Es la primera vez que tres presidentes constitucionales argentinos comparten un viaje para la asunción presidencial de un país de la región�. Y agregó: �Esto fortalece la democracia. Se trata de un hecho histórico para la política argentina�. Menem había sido invitado hace dos semanas por Rodríguez Giavarini y no tardó en aceptar. Además, contó eufórico que luego �fue el propio De la Rúa quien me llamó personalmente para invitarme�. Para no dejar dudas del agradecimiento que lo embargaba, Menem elogió el discurso presidencial de inaguración de las sesiones en el Congreso. �Muy bueno, medido y acorde al momento del país�, evaluó. Y hasta relató a los periodistas los pormenores del vuelo �¿Cómo no vamos a hablar de fútbol, si es pasión de multitudes, y nosotros, en gran medida, representamos a esas multitudes?� Aunque aclaró: �Tenemos nuestras diferencias, ya que De la Rúa es de Boca, Alfonsín de Independiente y yo de River�.

 

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