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DANIEL LEDERMAN, DEL BANCO MUNDIAL
"La violencia depende del empobrecimiento y del desempleo del país"

Es un economista que estudia las causas del crimen violento en América latina. Sus estadísticas indican que si la distribución del ingreso empeora, el crimen violento aumenta en forma proporcional.

 


Por Sergio Kiernan
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Con 32 años, Daniel Lederman ya viajó medio mundo estudiando "empíricamente" (una de sus palabras favoritas) la relación entre economía y violencia criminal. Aunque es chileno, sus diez años de residencia en Estados Unidos y sus largas estadías en Centroamérica y México lo dejaron con un suave acento indefinido. Graduado en economía y ciencias políticas por la universidad de Yale, hizo su maestría en economía política internacional en la John Hopkins de la capital norteamericana, por la que hoy es candidato doctoral. Washington parece gustarle: además de sus estudios, trabajó dos años en la sede local de la CEPAL y desde hace cuatro es economista de planta del Banco Mundial. De paso en Buenos Aires para testear encuestadoras argentinas que participarían de un estudio del Banco y para discutir un proyecto sobre seguridad pública con el ministerio del Interior, Lederman explicó a Página/12 la relación entre justicia social, crimen y crecimiento económico.

  --¿Qué relación hay entre pobreza y violencia?

  --En realidad, ninguna.

  --¡Cómo que no! Si un país se empobrece, la violencia y el crimen suben.

  --Eso sí, pero eso es otra cosa. Nosotros hicimos dos tipos de estudios empíricos, estadísticos, uno midiendo por país tasas de robos y homicidios como variable a clasificar, otro estudia la victimización en varias ciudades Latinoamericanas. Con los datos agregados a nivel país, la percepción es distinta de la que tiene la gente, que es que en un barrio pobre hay más criminalidad que en un barrio rico. Esto puede ser errado, porque la violencia no tiene una sola causa sino varias. Donde parece que hay una conexión evidente entre pobreza y crimen puede ocurrir en realidad que hay menos protección en los barrios pobres, menos protección y servicio de seguridad público que en los barrios buenos. Estrictamente hablando, no es la pobreza la que crea el foco de violencia en el barrio pobre, sino la falta de servicios de seguridad.

  --Entonces, una cosa es pobreza estructural y otra es empobrecimiento.

  --Esa es la hipótesis, pero es difícil estudiar estos temas porque hay que ver qué unidad de análisis es apropiada. La ventaja de usar datos a nivel país es que las fronteras son reales, no imaginarias. Y hay mucha menor movilidad de personas entre países que entre provincias, entre ciudades y entre barrios. Para que quede claro, no puedo analizar el impacto de la desigualdad de ingresos sobre la tasa de violencia a nivel de barrio, porque los delincuentes no necesariamente se quedan en ese barrio, es una frontera imaginaria. A nivel nacional, no existe ese problema.

  --¿Qué indicadores usan para ver qué origina la violencia en un país?

  --Lo que usamos como herramientas son variables como el ingreso promedio de la población, o sea el nivel de pobreza o riqueza del país; la distribución de ese ingreso; el ciclo económico, o sea el crecimiento del PBI, que es diferente al ingreso per cápita; el nivel de educación; e indicadores de la incidencia policial, cosas como cuántos policías hay por mil personas, la tasa de arrestos, de sentencias. En un mismo modelo se ponen todas estas variables, para disminuir la distorsión que crean las omisiones o las informaciones espurias.

  --¿Y cómo calculan el nivel de desigualdad?

  --Usamos el Indice de GINI, que es una medida que resume la distancia entre lo que recibe un individuo realmente y lo que debería recibir para que la distribución del ingreso en un país fuera perfecta, o sea para que todos recibieran exactamente lo mismo. Lo que encontramos es que hay cuatro variables significativas y robustas que afectan la tasa de crímenes violentos: la tasa del crecimiento del PBI, que muestra si la economía se mueve, si los salarios crecen o bajan, si hay más o menos empleo; el índice de GINI, que muestra la desigualdad; la tasa de persistencia de la delincuencia, o sea cuánto dura el pico de crimen que puede causar, por ejemplo, una recesión, una vez que la economía mejoró su situación; y la última variable importante es cuántos policías hay por población: entre más policías hay y más arrestos hacen, menos crimen violento y menos homicidios hay.

  --Una cosa es tener muchos policías y otra es tener buena policía. Aquí hay un índice alto de policías por población, pero...

  --Eso reconocemos que es un problema. Las medidas disponibles a nivel mundial miden volumen, no calidad, y eso es una debilidad de nuestro estudio. Pero la medida sirve igual, porque si sólo importara la calidad y no el número, no encontraríamos ninguna relación entre cuántos policías hay y la tasa del crimen. Y encontramos ese sesgo todo el tiempo. O sea, esta medida no es exacta pero es válida.

  --¿Se puede usar el índice de GINI como alarma? ¿Hay un punto en que uno vea una cifra en particular y se tenga que empezar a preocupar?

  --Si está fijo, no. Pero estimamos que una suba de la desigualdad de un punto porcentual se asocia a un incremento de la tasa de homicidios de una décima de punto porcentual. Es decir, si la distribución real del ingreso empeora un 1 por ciento, los homicidios subirán aproximadamente 0,10 por ciento. La buena noticia es que el efecto del crecimiento económico es tres veces más potente: por cada punto que crezca el PBI, la tasa de homicidios suele bajar 0,3 por ciento.

  --O sea que el crecimiento de la economía realmente baja el crimen.

  --Exacto. Y es porque el crecimiento está asociado a la baja del desempleo y la suba de salarios. El nivel de pobreza no importa en sí, porque el ingreso per cápita de país en un país no influye en la tasa de homicidios.

  --Entonces: un país africano pobrísimo puede tener igual o menor crimen que uno latinoamericano relativamente más rico.

  --O que uno asiático, como Sri Lanka. Latinoamérica de todos modos es probablemente la región más violenta del mundo en términos de delincuencia, sacando Africa, en donde es muy difícil tener datos seguros y donde todavía hay mucha guerra interna. Hay países como El Salvador o Colombia con tasas de homicidios de 80 o 100 cada 100.000 habitantes, siendo que la argentina es de 11.

  --¿Y por qué la desigualdad es más importante que la pobreza?

  --La desigualdad representa la distancia entre lo que el ladrón puede conseguir al robar y lo que puede conseguir en el mercado laboral legal. O sea el costo de oportunidad de robar, hasta dónde es negocio ser ladrón. La tasa de crecimiento capta las condiciones del mercado laboral, si mejoran el empleo y el salario o si están estancados. Esa tasa también capta hasta dónde es conveniente ser ladrón: si el mercado laboral mejora, es menos negocio robar que trabajar.

  --La tasa mundial de violencia y homicidios creció en los últimos veinticinco años. ¿Es porque vivimos en un mundo más injusto, con la riqueza peor distribuida?

  --Creo que es peligroso aislar un factor para explicar todo un fenómeno social tan complicado. En nuestros estudios detectamos que en una muestra de 35 países, la tasa de homicidios ponderada por población aumentó desde los '70. Pero es bien difícil saber por qué. Por ejemplo, las estadísticas pueden estar captando que países con mucha población, como Rusia, Indonesia o Brasil tuvieron alzas locales de sus tasas. Las razones por las que sube el crimen en Rusia y en Brasil pueden ser muy, muy diferentes. Entonces, no me aventuraría a señalar un factor: Rusia está pasando por un período de gran volatilidad y crisis institucional, Brasil tiene sus propios problemas. No hay que ser tan ambicioso en las teorías.

  --¿Cómo influyen las situaciones políticas en el crimen?

  --En Chile y Argentina, las tasas de homicidios comunes, no políticos, durante los regímenes militares eran más altas que en democracia, una tendencia que va al contrario del resto del continente, cuya tasa no para de crecer desde los años '70, sin mayor variante por el sistema político. De todos modos, las tasas de crecimiento fueron muy volátiles, por lo que es difícil medir la influencia de la política.

  --Hablando en general y teniendo en cuenta sus recaudos sobre las teorías ambiciosas, ¿qué soluciones aparecen para bajar el crimen?

  --Hay que tener la vista puesta en las políticas económicas macro o micro que hagan que Argentina vuelva a tener una tasa de crecimiento del 4 o 5 por ciento anual, por varios años. Pero aun si lo logran, la tasa del crimen no va a bajar de inmediato, porque hay persistencia. La sociedad tiene que reconocer que hay un vínculo entre las condiciones económicas y la delincuencia. Y hay que tener en cuenta que mejorar la distribución del ingreso, que reconocidamente empeoró, mejora la situación. Aunque mejorar la distribución del ingreso sin bloquear el crecimiento económico es un problema que no sé cómo se soluciona.

 

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