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SEGUN LOS ESPECIALISTAS, EL  PROCESO PODRIA DEMORAR TRES MESES
El largo camino hacia el desafuero


Por L.B.
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La caminata de Pinochet y su "milagrosa" sanación apenas llegado a Chile parece demostrar que el anciano dictador no aceptará el planteo de insanía para eludir a la Justicia y que confía en el poder que aún ejerce su figura sobre importantes estamentos de la sociedad chilena, como el Ejército, el empresariado y un sector de la clase política. Por lo pronto, el juez Juan Guzmán ya recibió un pedido de desafuero del cargo de senador vitalicio que abriría el camino para que sea juzgado por las violaciones a los derechos humanos cometidos durante su gobierno.

  El pedido de desafuero se basa en 19 secuestros incluidos en la llamada "Caravana de la muerte", una causa que ya reunió más de dos mil fojas. Si da curso al pedido, el juez debe ordenar una revisación médica del acusado, sólo para establecer si está en condiciones de participar en su juicio. En Chile las razones humanitarias que evitaron el juicio de Pinochet en España no son causales para eximir a los acusados. Según el abogado Hugo Gutiérrez, que lleva la causa de la "Caravana de la muerte", aun cuando el acusado sea declarado enfermo mental, tiene que ser condenado primero, para luego ser eximido de la pena.

  Para algunos especialistas, el proceso normal de desafuero puede llevar unos tres meses, aunque para Contreras podría hacerse en cuatro semanas. El juez Guzmán, que además tiene a su cargo las otras 59 causas abiertas contra Pinochet, no tiene plazo para determinar si existen "sospechas fundadas" contra Pinochet y expedirse. Cualquiera sea su decisión, será apelada ante la Corte de Apelaciones de Santiago que, luego de estudiar la causa y escuchar los alegatos de los abogados de las partes, deberá tomar una decisión, por simple mayoría, en una reunión plenaria de sus 23 integrantes.

  Esta resolución sólo podrá ser apelada por el inculpado. Si el juez Guzmán rechaza el pedido de desafuero y lo mismo hace la Corte de Apelaciones, quedaría abierta la posibilidad de que se presenten otros pedidos de desafuero por alguna de las otras causas abiertas contra el dictador. Si el juez acepta el pedido, pero la mayoría de la Cámara de Apelaciones lo rechaza, Pinochet sería sobreseído en las 61 causas que están abiertas.

  La resolución de la Cámara de Apelaciones sólo puede ser apelada por el inculpado y, en ese caso, debería intervenir la Corte Suprema, que revisará la causa, escuchará a los abogados y deberá decidir también por simple mayoría en una reunión plenaria de sus 20 integrantes. Desde el retorno a la democracia se han planteado nueve pedidos de desafuero y sólo cuatro de ellos llegaron a la Corte Suprema. De esos cuatro sólo uno, el del senador Francisco Javier Errázuriz, fue resuelto favorablemente. Pero luego fue absuelto por el juez de primera instancia.

  Si la Corte aprueba el desafuero de Pinochet, el juez Guzmán deberá decidir ahora si existen "presunciones fundadas", que es un nivel más alto que el de las sospechas fundadas. Si así lo considera, podrá técnicamente juzgar a Pinochet, privándolo de su libertad y sometiéndolo a proceso. En primer lugar debería interrogar al acusado y lo más probable en este cuadro de situación es que deba hacerlo en un regimiento militar o en su propio domicilio, debido a la edad del dictador, algo que aquí en Chile implica una presión muy fuerte.

  El juez Juan Guzmán ha mantenido un perfil lo más bajo posible desde que Pinochet fue detenido en Londres. Ante los ataques de la derecha contra su colega español Baltasar Garzón, se limitó a señalar que respetaba a Garzón, pero que éste era un juez español que actuaba según las leyes de su país. "No tengo los antecedentes tan importantes de Garzón --afirmó--, pero soy un juez chileno que se atiene a la legislación que hay en Chile".

  La defensa de Pinochet en Chile ha estado a cargo del abogado Gustavo Collao Mira, un coronel retirado que fue jefe de la Casa Militar y secretario privado de Pinochet. Sin embargo, para estas cuestiones, el dictador no parece confiar en la capacidad militar para resolver juicios y trascendió que el abogado penalista Ricardo Rivanedeira se haría cargo de su defensa en esta etapa.

 

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